Historia del vino
No hace falta ser un verdadero experto para poder apreciar este líquido, pero si es cierto que cuanto más se aprende sobre él, más se puede disfrutar. Si sientes curiosidad o estás buscando respuestas, has llegado al lugar adecuado.
Origen del vino
Para poder conocer el origen del vino debemos retroceder miles de años en la historia del hombre. Muchas personas que se interesan por los inicios de esta preciada bebida alcohólica, buscan respuesta a alguna de estas 3 preguntas que vamos a responderte:
¿Quién inventó el vino?
¿Dónde se inventó el vino?
¿Cuándo se inventó el vino?
¿Dónde se encuentra la cuna del vino? Es una pregunta muy difícil de solventar. Algunos creen haber hallado la respuesta en los Montes Zagros iraníes. Allí fue hallada en 1986 una vasija procedente del Neolítico, en cuyo interior se comprobó que había restos relacionados con la crianza del vino. Se calcula que su origen es del año 5000 a.C.
En el antiguo Egipto, creían que fue el rey mítico Osiris quien plantó la primera vid en la ciudad de Thyrsa y posteriormente elaboró el primer vino del mundo.
La mitología griega, atribuye la invención del vino a su dios Dioniso. Por ese mismo motivo era el dios de la vendimia y el vino.
Igualmente los romanos, que llamaron a este dios con el nombre de Baco, le atribuyen el honor de ser el descubridor del vino. Por cierto, tal vez te interese leer: cómo es la vid y su fruto la uva.
origen del vino
Por otro lado, también existe la visión histórica judeocristiana del vino, que se opone a todo lo anteriormente expuesto:
En el capítulo 9 del Génesis se atribuye su hallazgo a Noé, quien al salir del Arca tras el diluvio encontró unas viñas, de cuyo fruto comió tan abundantemente que terminó emborrachándose.
Pero también se lee en el libro de los Proverbios: “Dad vino a quien tiene el corazón lleno de amargura”, y el profeta Ezequiel aseguraba no haber planta más excelente, creada por Dios, que la vid.
En cualquier caso, durante todo este amplio periodo de tiempo alcanzaron cierto reconocimiento una serie de caldos. Como por ejemplo, los vinos de Creta y Chipre, así como el vino frigio, de un color rojo subido.
También se apreciaba el vino de Palestina por su suavidad y graduación, y se celebraba el vino ligero del valle del Sharón, y el vino etíope, todos desaparecidos ya.
quien invento el vino cuando y donde
Junto a estos vinos de prestigio hubo otros de consumo muy popular:
Vinos mezclados con agua hervida y bálsamo que se tomaban tras el baño.
El vino chipriota bebido con incienso
El oinomele griego, de miel y pimienta
El vino dulce ilioston, parecido a la mistela, procedente de uvas expuestas al sol durante tres días.
El vino de Meushan, elaborado con uvas dulces ahumadas
El vino especiado de Libia, joven y amargo, llamado vinum conditum, que se bebía todavía en el siglo VI de la era cristiana.
Historia del vino en el Antiguo Egipto
El primer sistema para extraer el zumo o mosto de los racimos de uvas fue pisarlos. Pero los egipcios fueron mejorando este procedimiento y envolvieron las uvas en telas de lino de cuyos extremos tiraban para extraer el mosto.
Conocida es la anécdota de cierto bodeguero de Alejandría, poseedor de trescientos frascos de vino muy viejo, setenta años, en una época en la que un vino de tres ya era una rareza. En aquella bodega del Egipto antiguo llamada “Las buenas cosas” se vendía ese vino para regular el vientre, bajo receta médica.
historia del vino en el antiguo egipto
En torno al vino existía una serie de creencias peregrinas; se decía que ciertos caldos exóticos podían dejar embarazada a una mujer sin concurrencia de varón. No faltaba quien asegurara que mientras unos vinos causaban insomnio, otros abatían tanto al hombre que tardaba en despertar de su modorra.
Historia del vino en la Grecia clásica
El vino griego era muy distinto a lo que hoy entendemos por tal. Era muy oscuro y espeso, tanto que se bebía mezclado. Se almacenaba en barricas, odres o ánforas de arcilla que taponaban con tejido impregnado en aceite de oliva o grasa animal, y lacraban o cegaban con barro arcilloso.
En el primer caso el aire penetraba en el interior volatilizando los aromas naturales; en el segundo, el taponado de arcilla hacía imposible la transpiración y el vino se pudría.
Los vinos clásicos duraban poco, pero llegaron a tener renombre los de Quíos o Lesbos, que viajaban en recipientes de barro de la altura de un hombre, especie de ánforas con orejas y base puntiaguda.
historia del vino en la Grecia clasica
Dionisio, dios griego del vino
Estas voluminosas piezas cerámicas se taponaban con barro envuelto en un trapo y sellado con cola de pescado. El vino común solía venderse a granel, y en envases de pequeño formato a gente adinerada de la ciudad o de la diáspora griega.
Era tan fuerte que se aconsejaba mezclarlo con agua e incluso con sustancias que hoy parecen aberrantes, como la resina, agua de mar y especias.
Sócrates decía que el vino humedece el alma y calma las penas adormeciéndolas: hermosa manera de decir que lleva al hombre al olvido de sí y de sus problemas.
Por lo general, el vino que se bebía en los simposia o reuniones de amigos se aromatizaba con hierbas que alteraban su sabor. Eran vinos del año; en Grecia un vino de cuatro años era ya un vino de gran solera, en el límite de su edad posible.
el vino en la antigua Grecia
Homero asegura en el canto XIV de la Odisea: “El vino, ese loco que hace cantar, bailar y reír llorando’”. Y el poeta bucólico Teócrito da fe de la bondad de algunos vinos añejos, de los que apenas se tenía oportunidad de beber un par de veces.
En esto se hace eco de Platón, el filósofo griego del siglo IV, que recomendaba no beber vino al hombre que se dispone a yacer con su esposa para generar hijos, ni a los soldados que están en vísperas de combate.
Sea de ello lo que fuere, el vino gozó de gran popularidad en el mundo griego. Se sabe que Sócrates se emborrachaba; también Sófocles, Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno.
Los griegos crearon un sistema revolucionario para extraer el vino: depositaban la uva en un recipiente cilíndrico por cuyo interior descendía un disco o émbolo que estrujaba los racimos. También se aplicó el principio de la palanca para sacarle mayor partido a la uva, que soltaba así el máximo de jugo.
Curioso caso el del vino de Poseidonia, en la costa de Sicilia, cuyos vinos eran muy conocidos en el siglo VI a.C. Dos siglos después la ciudad pasó a llamarse Paestum, apelativo con el que se comercializó y llegó incluso a España, donde pasado el tiempo se llamaría vino de Pastum, de donde se diría “pasto” o vinazo, nombre que ha llegado hasta nuestros días.
Historia del vino en el imperio romano
En Roma, adonde algunos creyeron en la Antigüedad que había sido Saturno el encargado de llevar tan delicioso caldo, el emperador romano Tiberio, sucesor de César Augusto, tuvo fama de borracho. De él se cuenta que abusaba tanto de la bebida que dieron en llamarlo Biberio…, pero no es sino un juego de palabras de la época.
Los romanos mejoraron el sistema de extracción del vino inventando una especie de colador-exprimidor. En el siglo II a. C. el escritor latino Catón el Viejo describe en De re rustica una prensa de uva con tornillo que había visto en las Galias, en la región correspondiente a la vieja provincia de Châteauneuf-du-Pape.
Todos estos avances mejoraron el producto y dieron un vino más elaborado y puro. Sabemos cómo era el vino antiguo. Unos frasquitos de vidrio sellado, hallados en el fondo del mar entre restos de naufragio muestran que nada tenía que ver con el actual.
Historia del vino en el imperio romano
Si hoy se alaba la pureza, la ausencia de mezclas en un buen vino, antiguamente era lo contrario: vinos y licores se mezclaban con perfumes, miel, áloes, tomillo, bayas de mirto, mirra e incluso con agua de mar.
Para el alcoholismo, mal frecuente en la Antigüedad, los antiguos ya buscaban remedios. Plinio daba el siguiente para aborrecer la bebida:
“Échense dos anguilas vivas en una cántara llena de vino, y no sacarlas hasta que se hayan hinchado y ahogado. Después, sáquense y cuécelas en agua, dándoselas a comer a quien esté determinado abandonar el vicio, quien además deberá beber el vino en el que las anguilas perecieron. Tomará en breve tal aborrecimiento al vino que no volverá nunca más a él”.
Aunque a veces el vino era visto como remedio de muchas enfermedades. Plinio los dividía en cuatro:
El vino tinto es bueno para gentes de temperamento colérico o sanguíneo
El vino blanco deben beberlo los flemosos y quienes tienen piedra o arenilla en el riñón
Los melancólicos beberán el vino rojo
En cuanto al vino oloroso, debía huirse de él porque da dolor de cabeza.
Historia del vino en la Edad Media
Durante la Edad Media decayó el arte de la vinificación. Pese a que los romanos habían llenado de viñas las comarcas que ellos entendían podían dar buena cosecha: África del Norte, España y Galia.
Fue cultivo propio de monasterios y abadías por la necesidad que del vino se tiene en la celebración de la misa. El esfuerzo de los monjes trajo avances en el arte de la viticultura.
También fue elaborado cuidadosamente por los judíos, que usan el vino en sus principales fiestas y en las vísperas del sábado, su día sagrado.
Creen algunos que el vino llegó a su cumbre de perfección con el champagne, creación de un monje de la abadía francesa de Hautvilliers hacia 1690.
historia del vino en la edad media
No fue invento casual; el benedictino Dom Pérignon, gran catador, discurrió mucho hasta conseguir el caldo espumoso y burbujeante que Luis XIV puso de moda en Francia en perjuicio del Borgoña, que hasta entonces se bebía.
Idea del mismo fraile fue envasar en botellas herméticas, lo que permitía conservar el gas carbónico producido en la fermentación de primavera, cuando se produce la espuma: y aunque no inventó el tapón de corcho, que ya emplearon los romanos, sí lo recuperó y comenzó a poner las botellas boca abajo.
El vino era almacenado en barricas de madera, en las que madura normalmente a los tres años. Un mayor tiempo de almacenamiento puede no dañarlo, pero desde luego no lo hacía mejor.
No fue hasta finales del XVIII cuando se mejoraron los procesos de obtención y elaboración del vino, hasta el punto ya que los caldos podían permanecer hasta veinte años dentro de los barriles.
Por cierto, la palabra vino proviene del latín vinum, un término presente en la obra de anónimo autor el Cantar de Mio Cid, la más antigua que nos ha llegado en castellano de nuestra literatura.
Enología: Historia del vino
La historia del vino se remonta al viejo testamento (Génesis 9:20) cuando es mencionado por Noé. En Grecia antigua, el vino era tomado con agua (tomarlo sin mezclarlo era mal visto); Teocrito describe a los vinos como venerables cuando cumplían los 4 años de edad. Por aquel entonces era guardado en toneles, recipientes hechos en pieles de cabra y ánforas impermeabilizados con aceites y trapos engrasados; por lo que el aire estaba en contacto con el vino en todo momento. Los romanos demostraron mejor cuidado y mejor vino a través de los vinos Falernianos de un año de añejamiento introduciendo otros recipientes. Aunque de todas formas no se llego hasta la maduración completa del vino cuando se introdujo la botella con corcho.
El vino conservado en madera no alcanza la madurez hasta pasados los tres años; mantenido mayor tiempo no mejoraba pero podía deteriorarse. Los toneles eran mantenidos hasta 20 años hasta el final del siglo 18, momento en que fueron mejorados; pero el hábito fue abandonado y los connoisseurs encuentran en ello un tema para discusión.
Los romanos plantaron viñedos en todos los lugares en que la uva soporto el clima (África del norte, España, Gaul, Inglaterra e Illyria). Los cultivos permanecieron para consumo local, en particular para la Sagrada Comunión, por lo que su cuidado pasó a ser preocupación de los eclesiásticos. La reaparición del vino como bebida, y la de famosas bodegas, resulto invariablemente de los esfuerzos de monjes y monarcas distinguidos por su devoción a la iglesia.
La mayoría de los vinos locales eran de baja calidad, especialmente de áreas actualmente consideradas como de alta latitud. El Vin de Suresnes de las afueras de París se transformó en algo fino. En Inglaterra existen registros de Vinos Espumantes de la variedad Welsh que datan del siglo 19 en producido en las afueras de Cardiff.
Si bien las plantaciones mas importantes son atribuidas a Carlomagno, no fue hasta el siglo 12 que las grandes plantaciones encontraron lugar y grandes mercados. Debido a las dificultades para transportar mercaderías de la época, la mayoría de los viñedos que subsistieron fueron aquellos que estaban a orillas de ríos importantes. Tal es el caso de los viñedos a orillas del Rhin en Alemania, Garonne y Loire. Otros eran producidos en la zona controlada por Venecia de Grecia donde se producían variedades de Madeira, hacia 1420.
Botellas y Corchos
La utilización de botellas y corchos apareció para finales del siglo 17, y se atribuye su creación a Dom Pierre Pérignon de Hautvillers, padre del mercado del Champagne. Otro descubrimiento, al que se llegó, pero por error, fue la obtención de vinos dulces y bouquet, los cuales se producían dejando que las uvas entraran en cierto fermento todavía en los viñedos y parras, en el año 1775 en Rheingau. Esta pourriture noble (podredumbre noble) era causada por la presencia de cierta microdermia especial que hizo posible algunos Sauternes y conocidos algunos vinos de Hungría afectando ciertos toneles.
También durante el siglo 17, fue cuando los productores de Madeira, Jerez y Oporto comenzaron a fortificar sus vinos agregando Brandy durante la elaboración. La desaparición de muchos viñedos importantes ocurrió después de 1863, cuando accidentalmente se transportó una variedad de piojo denominado Phylloxera que atacó las raíces de las plantas. Debido a esto, áreas que alcanzaron los 2.500.000 acres fueron devastadas por la peste, dejando a los productores franceses al borde de la quiebra y a los productores de Madeira y Canarias completamente sin producción. La devastación fue controlada luego de importar plantas resistentes a ese piojo desde California. Los vinos Pre-Phylloxera actualmente son prácticamente imposibles de conseguir.
El Vino
El vino es una bebida alcohólica elaborada por fermentación del jugo, fresco o concentrado, de uvas. Su nombre proviene de la variedad ‘Vitis Vinifera’ que es la variedad de uva de la que descienden la mayoría de las utilizadas para la elaboración de vinos, y las primeras en ser utilizadas para ello. (Aunque existen algunas excepciones a este último dato).
Las características del vino las dan los factores que afectan a sus viñedos, a saber: región con clima, suelo y topología, mas los cuidados que le den los productores que lo elaboran. Es sabido que una uva que crece en un determinado lugar y produce un determinado vino, llevada y cultivada en otro lugar, producirá un vino con características distintas.
Este último, liberado en forma de gas. La fermentación se interrumpe normalmente cuando todos los azúcares fermentables han sido transformados en alcohol y dióxido de carbono, o cuando la concentración del primero supera la tolerancia de las levaduras. Para ese momento, lo que era mosto, se ha transformado en vino. La graduación de los vinos varía entre un 7 y un 16% de alcohol por volumen, aunque la mayoría de los vinos embotellados oscilan entre 10 y 14 grados. Los vinos dulces tienen entre un 15 y 22% de alcohol por volumen.
Sería poco eficiente clasificar a los vinos solamente en el lugar de origen. Una clasificación primaria es aquella que los divide como: 1) Vinos Calmos o Naturales, 2) Vinos Fuertes o Fortificados y 3) Vinos Espumantes. Esta clasificación se basa en la técnica de producción llamada vinificación.
Vinos Calmos o Naturales: Son aquellos que se hacen desde el mosto, y que es fermentado en forma natural, o con algún aditivo en cantidades controladas como levaduras, azúcar o cantidades muy pequeñas de sulfuros. Estos vinos son de una graduación alcohólica que va desde el 10% al 15%, ya que se les detiene la fermentación alcanzando estos valores. Son los habitualmente conocidos como blancos, tintos y rosados.
Vinos Fortificados o Fuertes: Reciben alguna dosis de alcohol, usualmente un brandy de uvas, en alguna etapa de su vinificación. Las interferencias controladas tipifican la producción y características de los vinos fuertes resultando el Vermouth, Jerez, Marsala, Madeira y Oporto.
El contenido alcohólico de estas variedades va desde los 16º a los 23º (grados por volumen).
Vinos Espumantes: Son aquellos del tipo del Champagne, los cuales tienen dos fermentaciones. La primera que es la habitual del vino natural, y una segunda que tiene lugar en la botella. Algunos vinos naturales tienen cierta efervescencia llamada pétillement, pero esta es muy suave y no es causada como resultado de interferencias en el proceso de fermentación.
Si se trata de vino espumoso, este se elabora según distintos métodos, siendo el más barato el de carbonatación forzada usando dióxido de carbono. Los de calidad son aquellos que no cuentan con aditivos y su segunda fermentación es alcanzada por añejamiento. En todos los casos los vinos espumantes presentan cierta sedimentación, donde los de calidad son de-sedimentados utilizando distintas técnicas que pueden incluir auxilios mecánicos y reapertura de las botellas, previo a su comercialización.
Es un dilema gastronómico y enológico. ¿Qué vino tomo con qué plato? Los sommeliers más expertos sabrán diferenciarlo, pero cualquier hijo de vecino no tiene por qué saber la clave para dicha tesitura.
El maridaje nace cuando el plato que preparamos combina a la perfección con nuestro platillo que servimos, por lo que entenderás que la regla vino blanco para pescados y tinto para carnes se nos queda obsoleta y bastante limitada.
En primer lugar, la regla de oro es pensar en la comida o cena como un único plato, por lo que deberemos de razonar a grosso modo que el vino y la comida han de casar con la tesitura y ligereza de ambos.
Siguiendo este precepto y reglamento, aquí el principal maridaje de los vinos más consumidos.
Vino blanco seco: casará a la perfección con manjares suaves como una ensalada, vegetal o un pescado suave. El contraste será el idóneo y no resultará pesado en ningún caso.
Vino blanco dulce: podemos combinarlo con salados suaves como quesos, carnes frías y dulces. Sigue siendo en el primer estrato de intensidad vinícola.
Vino blanco: emparejado con quesos de cualquier tipo, pan, pescados, mariscos y sí, con carne blanca. ¿Sorprendido?
Tinto suave: pensando de forma predilecta para carnes blancas, oscuras, embutidos, quesos fuertes y panes. Aquí el claro ejemplo de que la intensidad ha de ir de la mano en todo momento.
Tinto intenso (o con cuerpo): reservado para embutidos, carnes rojas y quesos fuertes. No creas que es un básico ni un líquido fácil de combinar; si deseas esto, decántate por su hermano pequeño el tinto suave.
Por supuesto, esto es una guía informativa que tiene en cuenta espesura, aroma, contrastes y barricas, pero a la hora de la verdad el propio sumiller es original, único y arriesgado en sus gustos.
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ResponderEliminarEl vino es una bebida que se obtiene de la uva, el fruto de la vid. Desde hace
miles de años, mediante un proceso de natural de fermentación, se consigue
este apreciado producto.