El Cuento de El Libro de la Selva
El Cuento de El Libro de la Selva
Este es el cuento de un niño a quien Bagheera, la pantera negra, se encontró en la selva. Bagheera llevó al niño con unos lobos amigos quienes lo criaron como su propio hijo y lo llamaron Mowgli.
Mowgli aprendió a vivir en la selva, pero siempre cuidado de cerca por su protector y amigo Bagheera. Los elefantes también se hicieron amigos, aun el coronel Hathi, un elefante gruñón que era el jefe y que todas las mañanas, dictando órdenes, los hacía marchar.
No todos en la selva eran amistosos. Kaa, la boa hambrienta, ¡Quería comerse a Mowgli! Los de ojos Kaa hipnotizaban a cualquiera, y hacían pedazos al que apretaba entre sus anillos. Pero Mowgli tenía un enemigo más peligroso, Shere Khan, el tigre, quien estaba empeñado en matarlo antes de que Mowgli llegara a ser hombre.
El capitán de la manada de lobos decidió que sólo había una forma de salvar al chico. – “Este niño debe ser llevado a la aldea del hombre”- dijo. Y Bagheera estuvo de acuerdo en llevarlo hasta la aldea.
Mowgli pensó que Bagheera sólo lo llevaba a dar un paseo pero cuando le dijo a dónde lo llevaba, Mowgli gritó enojada –“¡No iré! ¡Quiero quedarme en la selva!”-.
El chico huyó y se internó solo en el bosque en donde, al poco se hizo amigo de un oso alegre y vagabundo llamado Baloo. Baloo invitó al niño a nadar en el río y mientras el oso flotaba sobre su ancha espalda, Mowgli iba montado cómodamente sobre la panza de su amigo.
De pronto, Mowgli sintió que alguien lo elevaba por los aires. Era una pandilla de pícaros monos quienes lo hhabían atrapado y lo llevaban volando por las copas de los árboles. Lo llevaron hasta las ruinas de un viejo templo en donde el Rey de los monos estaba comiendo plátanos mientras esperaba que le llevaran al niño.
“¡Dime cómo los hombres hacen el fuego!” – le dijo el Rey Louie. – “Pero yo no sé cómo”- contestó Mowgli. Y era verdad. Aunque su vida dependiera de ello el chico no podía decirle cómo se hacía el fuego porque ¡no sabía!
Por fortuna Baloo y Bagheera llegaron cuando el Rey, muy enojado con Mowglie, estaba a punto de estallar, y rápidamente planearon la forma de salvar al niño.
Baloo se disfrazó de mona, pero el Rey Louie pronto descubrió el engaño. En las carreras para escapar se derrumbó el templo, pero los tres amigos escaparon ilesos.
Después de la aventura con los monos, Bagheera y Baloo explicaron a Mowgli que corría aún mayores peligros en el bosque y que debía regresar con su gente a la aldea.
– “¡Yo no saldré de la selva!” – protestó el niño. Y corrió y se internó de nuevo en el bosque. Nuevamente Baloo y Bagheera buscaron a Mowgli por todos lados, pero el que lo encontró fue su peor enemigo ¡el tigre Shere Khan! Y cuando vio que Mowgli no le temía se puso furioso, mostró sus colmillos y ¡saltó sobre el chico!.
En esto se desató una tormenta. Un rayo cayó prendiendo fuego a un árbol. Mowgli sabía que el fuego era lo que más temía el tigre y vio la forma de salvar a Baloo. Tomó una rama ardiendo y corrió hacia la fiera. El tigre se espantó tanto que se olvidó de atacar a Baloo y huyó corriendo. – “¡A ese nunca lo volveremos a ver!”- dijo riendo Bagheera.
Mowgli, Bagheera y Baloo prometieron que de ahora en adelante nada los separaría. Pero en ese momento, Mowgli vio algo que jamás había visto: era una linda chica que venía por agua a un río cerca de la aldea.
Lo que sucedió después entristeció a Baloo y a Bagheera pero sólo por un momento porque comprendieron que aquello era lo mejor que podría sucederle a Mowgli. Lo vieron sonreír a la chica mientras le ayudaba a llevar el cántaro de agua caminando los dos muy felices rumbo a la aldea. Sus amigos sabían que el niño allí estaría a salvo y que ellos habían cumplido trayéndole a su nuevo hogar.
EL LIBRO DE LA SELVA
Mowgli y la extraña familia
No es tanto una adaptación de las fuentes literarias de Rudyard Kipling como una muy particular reescritura del filme de Disney
Estrenada diez meses después del fallecimiento de Walt Disney, El libro de la selva (1967) de Wolfgang Reitherman fue la última película de animación concebida por el padre de Mickey Mouse. En ella pervivían las esencias de la animación disneyana –el arte animado como ilusión de vida; el personaje como ente dotado de alma- y se consolidaban elementos de renovación estética abiertos en 101 dálmatas (1961) –la posibilidad de preservar la energía gráfica de los esbozos gracias al sistema Xerox-. Era una película cargada de encanto, con personajes carismáticos –Baloo, el rey Louie, Ka- y canciones muy seductoras –debidas a los imbatibles hermanos Sherman, a excepción de la nominada al Oscar The Bare Necessities de Terry Gilkison, uno de los coautores de “Memories Are Made of This-. La película fue un hito –comercial y crítico- y marcó el fin de la primera edad de oro en Disney: las inmediatas películas animadas tras la muerte del fundador estuvieron marcadas por un empeño poco fértil en no arriesgar más allá de lo ya probado.
El libro de la selva de Jon Favreau no es tanto una nueva adaptación de las fuentes literarias de Rudyard Kipling como una muy particular reescritura de la película del 67. No hay que considerarla como su versión en imagen real, pues aquí lo único real es el niño que encarna a Mowgli y el resto, animación hiperrealista que sólo recurre al atajo técnico de la captura de movimiento de manera muy ocasional. Así, la película no sólo parece dialogar con el clásico de Reitherman, sino también con la serie de las True-Life Adventures, que, entre 1948 y 1960, aplicó una óptica disneyana al género del documental naturalista a través de locuciones que suavizaban, y bañaban con aire de fábula, virtuosas imágenes de la vida natural.
Favreau renuncia a las ideas más locas del original –la militarización de los elefantes, los buitres con peinado Beatle-, pero hay novedades muy afortunadas: convertir el rey Louie en una suerte de simiesco coronel Kurtz y canalizar con precisión las interpretaciones vocales de Bill Murray y Scarlett Johansson en la meditada gestualidad de los personajes de Baloo y Ka, respectivamente. La figuración –el puercoespín, los ratones- compone un efervescente recital de ideas cómicas y un Shere Khan con voz de Idris Elba se convierte en el corazón negro de esta película tan enérgica, efervescente, eficaz e imaginativa como respetuosa con sus fuentes.
Existe una antigua leyenda india en la que se cuenta que un niño fue amamantado y criado por una familia de lobos. Negrita, una pantera, lo encontró un buen día envuelto en unos viejos pañales y lo llevó a la madriguera de los lobos.
-Señora Luba, como usted acaba de tener cachorrillos podrá criar a este cachorro de hombre que me he encontrado en la selva, ¿verdad que sí?
La familia lobuna estuvo de acuerdo y con ellos se quedó; Bien es verdad que Negrita vigilaba de que a Mowgli, como llamaban al niño, no le ocurrieranada malo. Así pasaban los años, el cachorro de hombre tenía ya diez, y era un chicarrón fuerte y listo.
El libro de la selva. Cuentos clásicos para niños
-Negrita, vamos a jugar como todos los días ¿Quieres?
-Pues claro Mowgli, móntate sobre mis espaldas, hoy vamos a dar un paseo muy largo...............
El largo paseo que pensaba dar negrita, era llevar al niño al poblado de hombres más cercano que estaba situado a la orilla de un río, fuera de la selva, muchos kilómetros más al sur. Había llegado a la conclusión de que el niño ya no podía vivir por más tiempo en la madriguera de los lobos y muy a su pesar, mamá loba, tuvo que reconocer, que era lo mejor para Mowgli, llevan varias horas andando.
-¡Jo, negrita!, hoy dura mucho el paseo, ¿Cuándo llegamos? Estoy muy cansado...........
Negrita explicó a Mowgli a dónde se dirigían.
-Pues, yo no quiero ir, yo quiero quedarme en la selva con los lobos y contigo.
-Pero Mowgli, piensa, ya no puedes estar más tiempo.......
-Pues yo no voy, ya está...
De un salto se bajó de Negrita y a todo correr se internó en la selva.
Anduvo perdido mucho tiempo. En una ocasión, una gran serpiente le paró a mitad del camino, y con su mirada hipnótica, ya había inmovilizado al pequeño.....Iba a engullirle cuando se presentó negrita, que había seguido el rastro de Mowgli.
-¡Asquerosa serpiente! ¡Suéltale ahora mismo!
Y dando un zarpazo a la serpiente en su cabezota, ésta soltó su presa al tiempo que se alejó refunfuñando.....
-¿Qué ha pasado Negrita?
-¿Qué ha pasado? Pues que la serpiente te había dormido y ya iba a engullirte.....Menos mal que he llegado a tiempo, que sino.......Anda, vamos a subirnos a ese árbol para dormir un poco, que se ha hecho tarde.
-Bueno, pero yo no quiero ir al poblado de hombres........
-Cállate y duerme....Ya hablaremos mañana de eso....
Pasaron la noche en la copa del árbol, y a la mañana siguiente.......
-¡Ei, hop, ei, Aro!, ¡Ei, hop, ei, Aro!, ¡Ei, hop, ei, Aro! Pelotón?..¡Altoooooo! ¡A ver esas filas, marcar bien el paso!
Un elefantito chiquitín que iba en la cola de la formación agarrado con la trompita a la cola de su mamá, se puso a jugar con Mowgli, que había descendido del árbol.
-¡Esa cola, silenciooooo! ¿Es que no saben que en la formación no se habla? ¡A callar!......¡De frente....! ¡Ei, hop, ei, Aro!, ¡Ei, hop, ei, Aro!, ¡Ei, hop, ei, Aro!
Los elefantes se alejaron desfilando y marcando el paso, lo que aprovechó Mowgli para escapar, negrita corrió tras él,.... tan alocadamente corría que al rodear una piedra.............
-¿Pero qué es esto? Anda....., si es el cachorrillo de hombre, ¿qué haces tú por aquí?
A la carrera se acercó negrita.......
-Hola Baloo, oso bobo......¿no ves por donde vas? Casi atropellas a Mowgli.......
-Pero si es él, quien me ha atropellado a mi......casi me sienta de culo......Oye, oye....oye, y ¿a dónde ibas tú tan deprisa, pequeñajo?
-Quería escaparme de negrita, que quiere llevarme al poblado de los hombres y yo no quiero ir......
-Pues te quedarás conmigo, ya está, yo te enseñaré todo lo que debe saber un buen oso para vivir en la selva.
Cualquier cosa le parecía bien a Mowgli con tal de no ir al poblado, así que aceptó a pesar de las protestas de Negrita.
-Eso, eso...¡Viva! Negrita qué pesada eres.......
Negrita se alejó, aunque no mucho de los nuevos amigos......
-Si quieres coger un coco, das un culetazo así a la palmera y....ves, para abrirlo no tienes más que darle fuerte contra tú cabeza......así.
Mowgli trató de imitar a Baloo pero.......
-¡Ay! joooo, que duro está....mira que chichón me ha salido.
-Trae, trae, yo lo partiré....¿ves? ya está, luego si quieres levantas una piedra como esta y ¿ves?, debajo hay hormigas, están más ricas........
-¡Qué asco! Yo no quiero hormigas, pican y hacen cosquillas, además huelen mal.
-Si te pican te rascas contra el tronco de un árbol, mira, mira como hago yo, ¿ves?
-Ya, pero.....como yo no tengo tu piel, me despellejaría. Estoy empezando a darme cuenta de que eres un oso bobalicón Baloo.
-Bueno es que....jajaja.....sí......jajaja....claro....tienes razón....
Negrita, que seguía de cerca las andanzas de Mowgli, rezongaba:
-Pues sí que le vas a enseñar bien, no me alejaré mucho por si acaso.
-Oye he tenido una idea......vamos a bañarnos...
-Pero si yo no sé nadar...
-No importa yo me tumbo panza arriba, así, ¿ves? Anda, salta sobre mi barriguita, ¿jajaja eso es, jajaja qué divertido!
Los dos amigos lo pasaban en grande, chapoteaban, jugaban con el agua, se hacían mil diabluras y eran felices.
-".....Qué bien se vive en la selva, puedo nadar y jugar, y hacer cosquillas al oso que muy cariñoso se pone a bailar....."
-Que cachorrillo más majo......no...¡cosquillas no!¡cosquillas no!
-"...No quiero irme al poblado, siempre he vivido yo aquí, es más bonita esta vida, buscar mi comida, jugar y reír".
Así, cantando y jugando, se dejaban arrastrar por la corriente hasta que llegaron a un remanso donde quedaron varados en la arena de la orilla.
Lo que ellos no sabían era que el terrible tigre Tigerkan, un enorme tigre de bengala, devorador de hombres, hacia rato que los seguía por la orilla, este tigre tenía animadversión hacia Mowgli, y había jurado devorarlo, sólo esperaba una oportunidad. Tumbados en la arena, se quedaron dormidos, al cabo de un tiempo Mowgli despertó.
-¡Ascuas! ¿Quiénes sois vosotros?
-Somos una colonia de buitres y estamos tristes porque nadie nos quiere, ¿quieres ser tú nuestro amigo?
-Pues claro que quiero, a mí me gusta ser amigo de todos los animales de la selva.
Los buitres se pusieron muy contentos y jugaron con Mowgli al corro y a mil juegos más, estaban tan distraídos, cuando de repente......
-¡Jo, tigre! ¡Qué susto me has dado!
-Vaya, vaya, al fin te encuentro, ¡y que no tenía yo pocas ganas de pescarte.......!
-Pues habrás de saber que no te tengo miedo...
-¡Que no tienes miedo del gran Tigerkan....! ¡Imposible!
-Pues es verdad, no te tengo miedo.
El devorador de la selva, abrió sus enormes fauces dejando ver sus afilados colmillos al tiempo que con sus aceradas uñas, hacía profundos surcos en el tronco de un árbol.
-Pues has de saber que voy a devorarte. Sin embargo para divertirme un poco más contaré hasta diez.
Cuentos clásicos para niños. El libro de la selva
Y tapándose los ojos, como hacen los niños cuando juegan al escondite, empezó a contar.....uno...dos...tres....Mowgli aprovechó este tiempo para despertar a Baloo.
-¡Baloo, Baloo!
-¿Qué, qué.....qué.....qué pasa?
-El tigre......Baloo.........
-Este animal no deja a nadie en paz.
-......9....y 10. Ahora verás.....¡Uahhhhhhhhh!
Se volvió y se dio de bruces con el oso que tras su corpachón, escondía al pequeño Mowgli.
Entablaron feroz combate; Los buitres tomaron partido por Baloo, quien no obstante su valentía, pronto se vió, fuera de combate por la fuerza y astucia del tigre, no obstante éste quedó aturdido por un golpe que le propinó Mowgli en el morro.
Durante la pelea, el cielo se fue encapotando y no tardó en aparecer el rayo seguido del estruendo de los truenos. Un rayo precisamente, prendió fuego a un frondoso árbol. El jefe de los buitres dijo a Mowgli:
-Aprovecha la ocasión, Mowgli, pues el fuego es lo único que los tigres temen, coge una rama ardiendo y átasela a la cola, nosotros le distraeremos.
El malvado tigre Kan estaba recobrando la conciencia. Mowgli cogió una rama ardiendo y se acercó al tigre que trataba de librarse de los picotazos y aletazos que le propinaban los buitres, y rápidamente se la ató a la cola.
-Ya está, soltadle.
Cuando el tigre se vió con las ascuas chisporroteándole en la cola, emprendió una veloz carrera y nunca más se le volvió a ver por aquel lado de la selva. En ese momento apareció Negrita que se acercó a Baloo que estaba caído.
-¿Así es como ibas a cuidar a Mowgli, eh?
-A buenas horas vienes, si llego a esperar tu ayuda, estoy fresco......
-Comprenderás ahora que tenía yo razón cuando decía que el niño tenía que estar con los suyos, los hombres en el poblado.
-Tienes razón, me cuesta reconocerlo, pero ahora veo que tienes razón.
Y sin decir nada a Mowgli, de hacia donde se dirigían, se encaminaron al poblado que no estaba lejos, cuando iban a llegar, vieron a una niña que estaba en el río llenando un cantarito de agua.
-Anda, ¿y tú quien eres que no te he visto nunca?
-Me llamo Nenúfar, y soy una niña, ¿es que no has visto nunca a una niña?
-Pues no, ¿ y qué haces aquí?
-¡Anda! Que pregunta más tonta, ¿no lo ves? Llenando un cántaro de agua.
-Pues claro, ven y conocerás a mis hermanos.
Y así charlando, charlando, Mowgli se adentró en el poblado, mientras, Negrita y Baloo se miraron entre ellos y se guiñaron un ojo, como diciendo "misión cumplida", y despacito, despacito, se internaron en la selva, dejando a Mowgli entre sus compañeros de raza, que era donde debía estar
FIN
Hablamos de un poema publicado en 1899 en la McClure's Magazine donde animaba a Estados Unidos a conquistar Filipinas. Había pasado justo un lustro desde la publicación El libro de la selva, por lo que sería ingenuo pensar que Kipling no le contagió también esta ideología. Tal era su compromiso eurocéntrico que George Orwell le bautizó como el profeta del colonialismo. En plena Segunda Guerra Mundial, el creador de 1984 revisó la obra del Nobel literario y sacó algunas conclusiones: "Rudyard tiene una vena de sadismo, pero está lejos de ser más fascista que cualquier ser humano de hoy en día". En su magna critica, Orwell separa el grano de la paja y también admite que su prosa es de una elegancia solo comparable a la de Shakespeare.
También supo que el káiser provocaría la guerra y Hitler, al que detestaba, otra aún peor; anticipó el apartheid en Sudáfrica y la lucha entre hindúes y musulmanes en la India. Siempre consideró a Estados Unidos una sociedad rústica y atrasada, y a Francia una civilización "por lo menos contemporánea" a la inglesa. No tuvo piedad ni siquiera con fenómenos del activismo como Gandhi, a quien tildaba de arribista. Puede verse que Kipling era un bardo pragmático y aferrado al espíritu imperial de su época, pero no era un partidista. Tenía su propia doctrina.
La realidad de los niños cachorro
Para situarnos, El libro de la selva se enmarca en un momento de la época victoriana en el que se descubrió un informe en inglés titulado Los lobos que cuidan a niños en sus cuevas. Según el texto, los aldeanos indígenas rescataron de la selva a varios cachorros de hombre que andaban a cuatro patas y comían carne cruda, pero morían poco después, como si la civilización destruyese su pureza frágil. Kipling imprime este pensamiento en el personaje de Mowgli y en su incansable aprendizaje de la ley de la jungla para escapar del poblado.
En el cuento original, este pueblo estaba habitado por hombres salvajes, supersticiosos, ávidos de dinero y homicidas que no distaban mucho de la tribu Bandar-log de los monos. Los críticos interpretaron que tanto los primates como la aldea de hombres eran la representación de las tribus subversivas de indios que vivían bajo el yugo de las colonias británicas. Kipling extendía así un credo de paternalismo y vasallaje sobre las razas oscuras a las que se refería como "pueriles". Pero también supo ver la "nobleza" de estas gentes, lo que le distanciaba de la rama más radical del colonialismo británico.
La Europa imperialista consideraba que la cultura nativa era salvaje y al mismo tiempo hermosa. Un sentimiento compartido en cada página de El libro de la selva, desde los nombres de los protagonistas hasta la idealización del entorno de la jungla. Esta tendencia dio lugar a un género sobre niños que crecían robustos y felices en la naturaleza, sin sucumbir a la malnutrición, los depredadores o las enfermedades tropicales.
El patinazo animado de Disney
Partiendo de tales antecedentes, la versión animada de Disney sería totalmente inofensiva. Cuando el manuscrito llegó libre de royalties a la industria de los sueños, eliminaron de raíz el fragmento colonialista y la visión salvaje del poblado. O eso intentaron. Todos recordamos al oso Baloo bailando a ritmo del jazz más vital mientras impartía acertijos morales. Pero fue otra pegadiza canción la que despertó la alarma racista. "Quiero ser como tú" y su estandarte, el orangután Rey Louie, fueron los señuelos para afirmar que Disney no estaba preparado para enmendar los errores cometidos en Peter Pan o Canción del sur.
"No es solo un dibujo animado que desea ser humano. Más que eso, Louie simboliza a un nativo afroamericano aspirando a convertirse en un miembro de raza blanca, representado por Mowgli", acusaron los catedráticos de la Universidad Americana en la edición de abril de la revista Campus Reform. Además, los académicos critican el doblaje original de los monos, que hablan con un grotesco tono africano, mientras que el resto de personajes se expresan en perfecto inglés. Rizando aún más el rizo, llegaron a afirmar que Louie era una caricatura racista de Louis Amstrong en forma de primate borracho.
Curar el racismo con una tirita
Una de las estrategias que garantizan la permanencia de Disney en el limbo de las empresas bursátiles es el reciclaje. Ahora la factoría Disney ha querido resarcirse de sus antecedentes con una inversión millonaria y un par de brochazos al guión de 1967. Los nuevos adaptadores de El libro de la selva contaban con un presupuesto de 400 millones de dólares para lidiar con el legado del colonialismo británico, el racismo estadounidense y con las políticas de identidad contemporáneas.
En pleno siglo XXI, si bien estamos lejos de conseguir todas las metas en igualdad, se podría pensar que es más sencillo evitar estos patinazos. Pero los proyectos coetáneos no aportan luz sobre el asunto. En Broadway, la encargada de la adaptación teatral del selvático libro dijo que "el racismo está en el ojo del espectador"
Desde Hollywood, donde todavía colea la polémica de los Oscars para blancos, se han cuidado de no cometer los mismos errores. Básicamente no se podían permitir un castigo en la taquilla que pusiese en riesgo su megalómano presupuesto. A grandes rasgos se puede decir que la última versión de Jon Favreau lo ha conseguido. Quizá demasiado. Pues, aunque consigue deslumbrar a nivel visual, no deja de ser una versión descafeinada con evidentes préstamos de la película de animación.
El Cuento de El Libro de la Selva
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