miércoles, 30 de mayo de 2018

La Historia de King Kong




La  Historia de King Kong 

La Isla Calavera
El simio gigante con más de 80 años de historia a sus espaldas regresa a Hollywood por todo lo grande para hacerse un hueco importante en el devenir del universo cinematográfico de monstruos gigantes junto a Godzilla. Este fin de semana se estrena Kong: La Isla Calavera, un reinicio de la historia del titánico mono que está protagonizada por Tom Hiddleston 
Kong: La Isla Calavera ha resultado ser toda una sorpresa, al igual que sucedió con el Godzilla de 2014 dirigido por Gareth Edwards. La película es honesta consigo misma, su objetivo es entretener y hacer disfrutar al espectador con una gran aventura llena de acción y efectos especiales de calidad. Jordan Vogt-Roberts es el director que está detrás de esta superproducción dirigida para todos los públicos y que presenta una fotografía a destacar en varias ocasiones, sobre todo en los planos del atardecer del Pacífico y en las escenas de los helicópteros surcando los cielos de la Isla Calavera y rodeando a Kong con el objetivo de derribarlo.


No busquéis diálogos profundos ni una historia sobrecogedora, porque en Kong: La Isla Calavera no los encontraréis, pero eso no significa que la película sea peor. Su única pretensión es hacer pasar un buen rato al espectador sin que este tenga que pensar, solo dejarse llevar, al igual que sucede con otras cintas con criaturas gigantescas como son Godzilla o Pacific Rim.
Tom Hiddleston y Brie Larson son la pareja elegida para protagonizar el reinicio de King Kong en la gran pantalla, de la mano de Warner Bros. y Legendary Pictures. La pareja no demuestra demasiada química en pantalla, pero sus compañeros de reparto son lo suficientemente carismáticos como para salvar la papeleta del casting. Nos referimos a Samuel L. Jackson (Pulp Fiction), John Goodman (Calle Cloverfield 10), Toby Kebbell (RocknRolla), Shea Whigham (Boardwalk Empire) y John C. Reilly (Hermanos por pelotas), siendo este último todo un acierto como personaje cómico de la cinta. Sus chistes rompen la tensión de tal forma que encajan en su rol de lunático solitario.


Os habréis fijado que he nombrado en más de una ocasión la película de Godzilla estrenada en 2014. Eso se debe, para quienes no lo sepan, porque Kong: La Isla Calavera forma parte del mismo universo que el largometraje dirigido por Edwards. Ambas son el punto de partida de una saga que finalizará en 2020 con el estreno de King Kong vs. Godzilla. A medida que transcurren los minutos de metraje de Kong desearéis más y más que llegue el momento del estreno del mencionado crossover. Esto se debe a lo espectacular de las escenas de lucha protagonizadas por el simio gigante. Sin duda se trata de todo un show para los que disfrutan con una buena pelea de proporciones épicas y colosales.
Una de las grandes novedades de la pasada Comic-Con surgió a partir de la nueva alianza entre Universal Pictures y la productora Legendary, que terminó su trato de exclusividad con Warner Bros.


Este nuevo acuerdo, en el que no pocos esperan que sirva para re-impulsar algunos proyectos de Guillermo del Toro como En Las Montañas de la Locura o Hellboy 3 debido a su cercanía con el jefe de Legendary, posibilitará que recuperen la historia de King Kong, pero para abordar una precuela que les permita abordar la historia de la Isla Calavera.
En Kong: Skull Island, el nuevo título anunciado para este proyecto, trabajarán en 3D e IMAX para un estreno que ahora tiene fecha para el 10 de marzo de 2017.
Además, con un elenco encabezado por Tom “Loki” Hiddleston, la película será dirigida por Jordan Vogt-Roberts (The Kings of Summer) y escrita por la dupla conformada por John Gatins (Flight) y Max Borenstein (Godzilla), quienes darán cuenta de una historia que está centrada en “un grupo de exploradores se aventura en lo profundo de esta traicionera isla primordial”.
Y obviamente, lo van a pasar mal en medio de los dinosaurios, insectos y primates gigantes.


 La verdadera historia de King Kong      
En los años 30, la Gran Depresión azota Estados Unidos, y la RKO se ve amenazada por la bancarrota. Pero David O'Selznick y su asistente Merian C. Cooper irrumpen en escena para mantener los estudios a flote. La primera decisión de Selznick y Cooper sería la cancelación del proyecto Creation de Will O'Brien que ya había costado 100.000 dólares a la compañía y no parecía mostrar ningún signo de finalización. No obstante, Cooper creía que O'Brien era el único que podría ayudarle a dar vida a una historia que tenía en mente desde hacía tiempo.
Es en este contexto que Merian Cooper, director de cine etnográfico y amante de los viajes exóticos, se embarca, junto a Ernest B. Schoedsack, con quien había realizarído una serie de exitosos films de aventuras como The four feathers (1939), y el maestro de los efectos especiales Will O'Brien, en un proyecto que dará a luz a uno de los iconos populares por excelencia del siglo XX. Un proyecto que primero fue titulado Production 601, más tarde La bestia, y que, finalmente, se estrenaría como King Kong, la octava maravilla del mundo (1933).


King Kong arranca con un argumento dickensiano: Carl Denham, un director de cine desesperado por encontrar una actriz que se embarque con el equipo de rodaje en un viaje hacia lo desconocido, rescata de la calle a Ann Darrow. Sólo Denham conoce el destino de su viaje, una isla marcada por la leyenda de la existencia de una misteriosa criatura de la que sus habitantes se han protegido erigiendo una gran muralla que parte la ínsula en dos. Como en el mito de Teseo y el Minotauro, como en la Bella y la Bestia, Ann Darrow, la Bella, tras ser raptada por los aborígenes será ofrecida en sacrificio a King Kong, la Bestia, encarnada en un gorila gigante.


Pero Kong no devorará a Ann, tal y como parecen indicar los cientos de esqueletos humanos que ornamentan su guarida. Totalmente hipnotizado por la belleza de la joven, la protegerá de los peligros de una selva poblada de animales prehistóricos ávidos de sangre. Como Teseo en el laberinto del Minotauro, Bruce Cabot, consigue abrirse paso en la laberíntica jungla y salvar a su amada. Pero Carl Denham no tendrá suficiente con el rescate de la Bella y cautivará a King Kong para exhibirlo en Nueva York como la octava maravilla del mundo... Allí King Kong se libera de las cadenas que lo atan al escenario de un teatro, rapta a la aterrorizada Ann Darrow, y termina precipitándose de la cima del Empire State Building...


King Kong, el gorila enamorado, ha devenido una figura mítica de los siglos XX y XXI. Lo cual queda patente en las innumeras apariciones del gorila gigante en películas y documentales. Desde los años 30 a la actualidad se han realizado, por lo menos, dos remakes del film originario. King Kong (1976), producida por Dino de Laurentis y la Paramount, dirigida por John Guillermin, y protagonizada por Jessica Lange y Jeff Bridges, y King Kong (2006), dirigida por Peter Jackson, ganadora de varios premios, entre el Oscar a los mejores efectos visuales y el premio BAFTA a los mejores efectos especiales.
Además de los remakes del film, se han realizado diversas secuelas como El hijo de Kong (The son of Kong, 1933 o King Kong 2 (King Kong Lives, 1986), secuela del remake de 1976. Y en 1962 se estrena King Kong versus Godzilla (Kingu Kongu tai Gojira,1962), una película japonesa de los estudios Toho dirigida por Ishir™ Honda, en que unos marineros encuentran a King Kong en la Isla Faro y deciden llevarlo a Japón para que destruya a Godzilla, un dinosaurio mutante.

 

También la televisión ha dado a luz algunos productos protagonizados por King Kong, entre ellos una serie de dibujos animados, The King Kong Show (1961), y Kong: The animated series (2000), en que un científico decide clonar al gorila gigante tras su trágica muerte al precipitarse desde la cima del Empire State. A esta profusa se le suman numerosos documentales sobre la realización del film original, y sus efectos especiales, los Diarios de producción (King Kong: Peter Jackson's production diaries (2005) sobre el King Kong de Peter Jackson, e incluso un videojuego sobre este último remake.
King KongDesde la película de 1933 hasta la versión realizada por Peter Jackson estrenada en 2006, ha transcurrido casi un siglo, y sin embargo la fuerza del mito persiste. A pesar de lo naïf que puedan parecer a un espectador del siglo XXI los efectos ideados por O'Brien para representar Skull Island y sus criaturas antediluvianas, el film resiste el paso del tiempo. La historia del gorila "muerto de belleza" aún emociona y la esencia del film de los años 30, sin duda, resiste y resistirá el paso del tiempo. Y es que la riqueza del film reside precisamente en la cantidad de vías que abre tanto narrativa como tecnológicamente.


Desde el punto de vista narrativo el film es, en primer lugar, una revisión del cuento de hadas La bella y la bestia. Situándonos de pleno en el ámbito de la ficción, la película se abre con un viejo proverbio árabe. "And the prophet said "And lo, the beast looked upon the face of beauty. And it stayed its hand from killing. And from that day, it was as one dead." Podemos considerar que el proverbio árabe que abre el film, y lo cierra, pronunciado por Carl Denham ante el cadáver de la bestia,("Es la belleza lo que la ha matado, la belleza", dirá Denham) es letiv motiv del film, y también una especie de moraleja que planea en la historia del gorila enamorado de Ann Darrow. King Kong es desde este punto de vista un cuento de hadas.
Tanto en la versión de 1976 como en la de 2005 se introduce un matiz en la historia que le añade dramatismo y la acerca aún más al cuento de La bella y la bestia: Ann Darrow empatiza con el animal, llegando a transmitir en su actitud la posibilidad de estar enamorada de él. Siguiendo la brecha narrativa planteada por King Kong en 1933, y por el remake de 1976, Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands,1990) de Tim Burton, también constituye una hermosa revisión del cuento de la bella y la bestia.


Como en King Kong, Eduardo Manostijeras será victíma de la incomprensión de la comunidad, de la condena del otro, del extranjero y, también como el gorila gigante, el héroe de film de Burton, morirá de belleza. Pero King Kong es mucho más que un cuento de hadas. La persecución de los marineros del gorila en una selva anclada en la prehistoria, motivada por el rapto de la Bella, convierte a King Kong en un trepidante film de aventuras, acción y suspense. Y en este sentido podríamos situar en la estela del film, películas como la saga de Indiana Jones, La joya del Nilo (The jewel of the Nile, 1985) de Lewis Teague o Tras el corazón verde (Romancing the Stone, 1984) de Robert Zemeckis.
King KongDesde el punto de vista tecnológico, aún hoy es difícil encontrar a algún técnico de efectos especiales que no cite King Kong como una de sus influencias principales. Las técnicas ideadas por Willis O'Brien, como el uso de stop-motion, que, por ejemplo, Jurassic Park (1993) se planteó usar en sus inicios, han sido caudales para el desarrollo de la animación digital. Por muy alejados que parezcan los efectos desplegados en la película del treinta y tres de los acuales efectos digitales, estos no habrían sido posibles sin la aportación O'Brien, y su colaborador Marcel Delgado, y la duradera influencia de su creación más lograda: King Kong, como reza el subtitulo del film, la octava maravilla del mundo.


O'Brien había recreado para The Lost World (1925)- una adaptación de la obra homónima de Sir Arthur Conan Doyle- un gran set que podía ser filmado desde todos los ángulos. Para la creación de los escenarios de King Kong O'Brien se inspiraría en los grabados de Gustave Doré de bosques frondosos y sombríos que le evocaban una atmósfera impenetrable y llena de misterio, descubiertos poco antes de iniciar su trabajo en la película. O'Brien recrearía el estilo de los grabados en una serie de pequeños sets, cada uno destinado a parecer la encarnación de los grabados del pintor francés.
Los sets de la jungla en miniatura fueron llenados de árboles de troncos nudosos hechos de arcilla de modelar y palmeras de hojas de chapa. Los paisajes serían representados en el celuloide mediante la técnica de matte painting, uno de los efectos especiales más empleados en la historia del cine hasta la irrupción de los efectos por ordenador. Para crear la sensación de profundidad a la animación y dotar de realismo a los paisajes selváticos, O'Brien idearía una compleja estructura de sets creando distintos niveles del espacio separados por un vidrio en que los pintores Mario Larringa y Byron L. Crabbe representarían la jungla inspirándose en los citados grabados de Gustave Doré.


King Kong sería representado mediante la fabricación de seis muñecos de 46 centímetros. Marcel Delgado, escultor y modelista, colaborador de O'Brien, usaría la misma técnica que había utilizado para crear los habitantes del valle de El mundo perdido. Usualmente, los modelos de stop-motion eran hechos de arcilla y plastelina. Delgado, en cambio, usó una armazón de Dural, resistente aleación de aluminio, y mediante la disposición de tendones de caucho entre las articulaciones, y forrando las estructuras de hule y goma, dotaría a King Kong y a los animales prehistóricos de una apariencia musculada muy convincente. Además, el cuerpo del gorila gigante sería recubierto de un complejo parcheado de piel de conejo negro. La estructura metálica permitiría manipular los modelos sin que se viese perjudicada su forma de una a otra toma de la compleja animación mediante stop-motion.


"Lo irónico es que en la actualidad no tenemos brontosaurios en miniatura. todos se generan por ordenador. Pero estos son los dinosaurios que me inspiraban con 8 o 9 años, cuando vi King Kong por primera vez. Así que, después de 72 años es extraordinario pensar que están aquí, delante de nosotros.Una parte increíble de la historia del cine" 
Estas declaraciones las hace Peter Jackson en King Kong, Production Diaries, mostrando a los espectadores los restos de una miniatura de brontosaurio usada en el rodaje de King Kong de M. Cooper.
King KongEn el remake del 2005 dos artistas conceptuales trabajan con photoshop para recrear la selva de la versión de 1933. Los paisajes recreados a partir de la técnica de matte painting, son substituidos por el chroma key y un complejo trabajo de postproducción en que los paisajes creados mediante las más complejas tecnologías digitales son proyectados sobre el fondo de color.


 Los especialistas en matte painting de ayer son hoy artistas conceptuales y artistas digitales, y el complejo entramado de sets separados por distintos vidrios pintados del film del 33, corresponde al trabajo con diversas capas (layers) que una vez hecho el rodaje se escanean y se graban a mano en el compositor.
Pero, a pesar de los 72 años que separan el King Kong de Cooper y el de Jackson. A pesar de la revolución digital y el predominio de la generación de efectos especiales por ordenador, son muchos más los rasgos comunes que las diferencias entre los artífices del mundo en que se desarrolla el film y de las maravillosas criaturas que lo habitan. Aunque los brontosaurios de 1933 fueran hechos de hierro y caucho, y los del 2005 de píxeles, sus creadores vivieron el mismo afán de crear un universo creíble y lleno de magia, de dar forma a los deseos de los directores, productores, guionistas... de los ideadores del film.
Esa es la sensación que se instala en el espectador tras ver las dos películas. Que en el anhelo de hallar los medios, mediante la creación de diversos efectos especiales ya existentes o que verían por primera vez la luz (sobre todo en el caso del film de 1933), para materializar un mundo de fantasía en el celuloide, no hay cronología ni años de distancia entre 1933 y 2005.
 Que cuando se trata de películas, la evolución de las formas y de la tecnología son dos fenómenos que van de la mano, puesto que los artistas del celuloide necesitan de dicha tecnología para materializar sus sueños. Así, los sueños hacen avanzar la tecnología, pero a pesar de la constante y fascinante evolución de la técnica, dichos sueños son los mismos. Y King Kong da prueba de ello.


La octava maravilla del mundo". Así bautizaron el proyecto en la RKO para que el secreto no trascendiera. Todos querían saber qué estaba tramando Merian C. Cooper a la sombra de David O. Selznick, pero él no iba a revelarlo.
 King Kong había vivido en la imaginación de Cooper desde que a los seis años su tío abuelo le regaló un libro titulado 'Exploraciones y aventuras en el África Ecuatorial'. Quedó fascinado con la imagen de los grandes primates.
Tendrás el galán más oscuro y más alto de Hollywood". Esas fueron las primeras palabras que el cineasta Merian C. Cooper le dijo a Fay Wray. Años después, ella recordaría el escalofrío que le recorrió como la promesa de un abrazo.
 Clark Gable, pensó. Cooper andaba como león enjaulado en su oficina mientras desgranaba el guión: una expedición viajaba a una lejana isla para hacer un descubrimiento monumental. Fay Wray disfrutaba con el tono misterioso de aquel hombre que contaba la historia con un apasionamiento contenido durante décadas. "Espera a ver quién actuará contigo". El director sacó unos bocetos muy trabajados. Parecían grabados de Doré. Wray sintió que el corazón se le paraba. De terror o de excitación. Fue la primera vez que vio a King Kong.


Kong era, en efecto, el galán más colosal de Hollywood. "La octava maravilla del mundo". Así bautizaron el proyecto en la RKO para que el secreto no trascendiera. Todos querían saber qué estaba tramando Cooper a la sombra de David O. Selznick, pero él no iba a revelarlo. Aquella fábula le había acompañado toda la vida. Ahora que, al fin, tenía la oportunidad de rodarla como quería no dejaría que la maquinaria del cotilleo estropeara su sorpresa. "Haremos la mejor película de aventuras de la historia", era todo lo que se permitía decir.
Kong había vivido en la imaginación de Cooper desde que a los seis años su tío abuelo le regaló un libro titulado 'Exploraciones y aventuras en el África Ecuatorial'.
 Quedó fascinado con la imagen de grandes primates aterrorizando poblados enteros, asustando a hermosas muchachas desvalidas. La idea le persiguió hasta hacerse mayor. Él tenía el santo deber de mostrarle al mundo una criatura así. Aunque Kong en principio no era Kong. Cooper quería rodar con gorilas de verdad. Quería trasladarlos a la isla de Komodo y enfrentarlos a lagartos terroríficos. De aquella fantasía solo quedó la k de Komodo. Que se convertiría en la k de Kong.
Pronto comprendió que necesitaba algo más que un ser sobrecogedor arrasando chozas y enfrentándose a saurios de otro tiempo. Los mitos no solo se construyen sobre el horror. Él quería que el público amara y temiera a Kong. Necesitaba un personaje. Un mono gigante que pasara de la fiereza a la ternura. No podía ser real.


La pericia del Willis O'Brien haría lo demás. Ayudado por el Museo de Historia Natural de Nueva York, construyó un prototipo articulado para presentárselo a la RKO. Con su Kong primigenio y unas ilustraciones con aire decimonónico, Cooper convencería a la productora de invertir una suma desorbitada en la más ambiciosa de las películas. No fue fácil. Pero Kong tenía un magnetismo único, y su padre cinematográfico también.
Solo le faltaba la chica y un requisito imprescindible para los largometrajes de la época: la carrera de cuadrigas. Desde su éxito en el primer 'Ben-Hur', todas las superproducciones estaban obligadas a tener su persecución. Pero… ¿quién podría dar caza a un animal mitológico como King Kong?
Llegó la respuesta como llegan las inspiraciones geniales: por casualidad. Un día, saliendo de su trabajo en Manhattan, escuchó un avión volando muy bajo; y al alzar la mirada entre los rascacielos, lo comprendió. Acaba de nacer una de las escenas más poderosas del cine: aquella fuerza indómita acosada por los aviones sobre la aguja del Empire State. Kong herido de muerte por amor. 


Porque eso era lo que iba acabar con la octava maravilla del mundo. Cooper había inventado un falso proverbio árabe para justificar su historia: "Entonces, la Bestia miró el rostro de la Bella. Y detuvo su mano para no matarla. Y desde aquel día, comenzó a morir". Para cerrar el círculo solo le quedaba añadir una última frase al guión. 


En el original, un policía decía: "Los aviadores han acabado con él". Pero ya en el rodaje, el director decidió que Carl Denham, su alter ego, tenía algo esencial que explicar: "No fueron los aviones, fue la Bella quien mató a la Bestia".
Aunque Cooper siempre sospechó que su gorila viviría para siempre como había vivido en él: constante desde que aquel libro de la infancia le deslumbró. Porque no había nadie como King Kong. No habría jamás galán más alto, ni más oscuro: la Bestia era inmortal.


La  Historia de King Kong 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las Maravillas de Nuestro Mundo: La Leyenda del Caminante Parte 1

Las Maravillas de Nuestro Mundo: La Leyenda del Caminante Parte 1 : La Leyenda del Caminante Parte 1 La Leyenda del Caminante Parte 1 Parte ...