domingo, 17 de septiembre de 2017

Las Civilizaciones de nuestro Mundo



LAS CIVILIZACIONES  DE NUESTRO MUNDO 



 Mas de 20.000 años, durante la cuarta y última glaciación de la era cuaternaria, el hombre vagaba por la Tierra en busca de caza y recolectando frutos allí donde los hallaba. Cuando un grupo humano llegaba a una zona rica en caza o en vegetación comestible, establecían campamentos temporales hasta agotar los recursos, pero algunos se encontraron con parajes especialmente fértiles, hasta el punto de que se regeneraban antes de ser agotados, de modo que poco a poco fueron surgiendo campamentos estables o poblados dedicados a la caza y la recolección. 
Otra zona donde hay indicios tempranos de recolección de cereales es la costa más oriental del Mediterráneo, lo que hoy es Palestina. Se han encontrado restos de hace 15.000 años que demuestran que en esta región el hombre había aprendido a moler el grano.


La tierra comprendida entre los dos ríos (y, por extensión, sus alrededores) se conoce como Mesopotamia. Mesopotamia limita al este con los montes Zagros. Se conocen restos de cazadores-recolectores que poblaron estos montes hace casi 13.000 años.
 Los hombres sedentarios tuvieron ocasión de estudiar más a fondo el comportamiento de las plantas y los animales. Lentamente, descubrieron que era posible retener y alimentar a algunos animales en lugar de matarlos, de modo que se podía disponer de su carne cuando fuera más necesaria. Hay indicios de que por esta época, en un asentamiento que más tarde sería la ciudad de Jericó, ya se había domesticado el carnero. Poco a poco, los hombres de la parte occidental de la media luna fértil se hicieron pastores y agricultores.
Los nuevos descubrimientos fueron divulgándose lentamente, junto con otras innovaciones. En el año 8000 se descubrió la cerámica en el Sahara y en Siria independientemente. Las vasijas de barro fueron prácticos sustitutos de los pesados recipientes de piedra. No obstante, el labrado de la piedra también se perfeccionó. De hecho, la denominación paleolítico/neolítico marca el tránsito de la piedra tallada a la piedra pulimentada, si bien, como ya queda dicho, no es ésta la diferencia más significativa entre ambas culturas, sino la aparición de la agricultura y la ganadería.


 A menudo efectuaban provechosas incursiones en aldeas de agricultores indefensos. Para sus pocas necesidades, desconocían lo que era la escasez o falta de recursos. Las únicas cosas que no podían controlar eran las tormentas, las enfermedades y tal vez los enfrentamientos con otros pueblos nómadas. Por ello sus religiones se limitaban a algún "dios de las tormentas" o "del trueno" o "del rayo", a quien implorar clemencia en las tempestades, o quizá a un "dios de la guerra" a quien encomendarse y pedir protección antes de un enfrentamiento.
Hacia el año 6500 encontramos una agrupación de pueblos de cerca de 6.000 habitantes, con casas y santuarios de ladrillo crudo y frescos de divinidades femeninas y toros. A finales del milenio aprendieron a fundir el cobre para fabricar adornos, puntas de lanza y objetos diversos, pero el metal era escaso y el descubrimiento no tuvo muchas repercusiones.
Los agricultores podían cosechar más de lo que necesitaban consumir, lo que propició que algunos hombres optaran por especializarse en producir otro tipo de bienes que canjear a los agricultores por sus sobrantes. Así, tras la cerámica surgió la cestería y luego la elaboración de tejidos. Se formó una importante aldea en donde después estaría la ciudad de Ur. Allí surgió una comunidad de comerciantes que llegaron a recorrer por mar las costas de Arabia. Su emplazamiento está actualmente lejos del mar, pero entonces la costa llegaba hasta sus inmediaciones.




Los sumerios descubrieron cómo extraer cobre de ciertas rocas, con lo que el uso de este metal se generalizó y permitió a los sumerios construir armas mejores con que defenderse de los pueblos nómadas.
La actividad comercial de Canaán fue en aumento. Hacia el año 3300 se fundó la ciudad de Biblos, que pronto empezaría a comerciar por mar con Egipto y las islas del Mediterráneo. Probablemente fue a través de comerciantes cananeos cómo Egipto fue conociendo los avances culturales que se estaban produciendo en la media luna fértil.
La escritura era entonces una técnica muy compleja, pues los sumerios tenían un signo para cada palabra, lo que suponía un inventario enorme de signos que sólo los sacerdotes dominaban. Esto proporcionó mucho poder a la clase sacerdotal.
Los elamitas adoptaron la cultura sumeria, pero conservaron su propia lengua, que subsistió hasta el siglo XI d.C.
Hasta el año 3000 una nueva oleada de nómadas invadió la media luna fértil, tal y como había sucedido mil años antes con los sumerios. Esta vez no provenían de las montañas del este, sino que eran pueblos semitas de Arabia.
La zona que se recuperó más rápidamente fue la costa norte de Canaán, cuyos nuevos habitantes se dedicaron pronto al comercio por mar, y son los que hoy conocemos como Fenicios. 


Poco después del 3000 había adaptado su sistema de escritura. En lugar de escribir sobre tablillas de arcilla los egipcios usaron un soporte más sofisticado: de unas cañas que crecían en abundancia a orillas del Nilo extraían unas fibras que entretejían en varias capas, las empapaban en agua, las prensaban y con ello obtenían unas láminas llamadas papiros, en las que era muy fácil escribir con tinta. 
 Indudablemente la escritura resultó indispensable para la organización del estado  egipcio.
Muchas tumbas de reyes de las dos primeras dinastías se encuentran en Menfis, pese a que la capital oficial era Tinis. Esto puede significar que algunos monarcas gobernaron en la práctica desde Menfis, o tal vez que era más conveniente celebrar el espectáculo en un lugar al que podían acudir fácilmente los habitantes del Alto y el Bajo Egipto. Pronto los cortesanos influyentes consideraron que también ellos debían "disfrutar" de esta clase de rituales, y exigieron ser momificados. 
Hacia el 2680 se produjo un segundo cambio dinástico en Egipto (del primer cambio que dio origen a la II dinastia sabemos poco más que el hecho de que se produjo). El primer rey de la III dinastía fue Zoser, quien estableció definitivamente la capital en Menfis, confirmando una tendencia ya marcada por las dinastías anteriores. 
Tal vez el más famoso sea la Esfinge, una gigantesca figura con cuerpo de león y cabeza humana que los griegos pensaron que era de mujer, pero al parecer es una imagen de Jafre.



 En el sur de Grecia, la población nativa (no indoeuropea) hacía tiempo que comerciaba con el bronce, que obtenía principalmente de Chipre. Los pueblos semitas que habían invadido Mesopotamia cinco siglos antes empezaron a salir de su "edad oscura". La ciudad de Mari desarrolló una cultura mixta que conservaba su lengua semítica, pero, por ejemplo, adoraba a los dioses sumerios.
Mientras tanto, alrededor del 2425, los elamitas se unieron por primera vez bajo la dinastía de Awan. Siglos después pervivió una tradición según la cual esta ciudad había dominado Mesopotamia antes de la llegada de los sumerios. Puede ser cierto y puede ser que la leyenda se creara a partir de este periodo de esplendor.
Lagash conservó su preeminencia durante algo más de un siglo. Llegó a dominar un territorio de unos 4.500 kilómetros cuadrados. Su último rey fue Urukagina, que ascendió al trono alrededor del año 2350. Por estas fechas los semitas crearon otro reino poderoso alrededor de la ciudad de Ebla, en Siria, cerca de Fenicia, que llegó a dominar muchas ciudades del norte de la media luna fértil, de Anatolia y de la Alta Mesopotamia.
El Imperio Acadio fue el primer imperio histórico en el sentido de un pueblo que dominó militarmente a otros pueblos extranjeros. En este sentido, el Imperio Antiguo egipcio no era un imperio, sino una cultura homogénea que poblaba un territorio extenso. El gobierno de Sargón fue opresivo para los pueblos que sojuzgó. 
La cultura floreció en la corte de Acad. Los escribas acadios desarrollaron y superaron las tradiciones sumerias. Aunque el lenguaje de la cultura siguió siendo el Sumerio, los comerciantes y la administración hablaban acadio.


Los historiadores chinos situaban en los inicios de su historia unos reyes legendarios, a cada uno de los cuales se le atribuía un avance cultural: Fuxi inventó la adivinación, Shennong la agricultura, Huangdi la técnica, Yao y Shun el arte de gobernar y Yu es presentado como un ingeniero que acabó con una gran inundación. Una de las leyendas en torno a Yu dice que, cuando éste reguló las aguas, apareció una tortuga divina que llevaba números escritos en su caparazón. 
Los chinos eran, por aquel entonces, un pueblo de cazadores, pescadores y cultivadores de cereales. Edificaban con tierra batida, practicaban la adivinación con caparazones de tortuga y celebraban fiestas con danzas y cantos rituales. Tenían un sentido muy fuerte de la cohesión familiar y un gran respeto hacia los ancianos y los antepasados.
Mientras tanto, en 2218 moría Naram-Sin, el rey de Acad, a quien sucedió su hijo Sharkali-Sharri.  Por esta época el imperio estaba muy debilitado. Tantos siglos de represión habían mermado la capacidad bélica de los territorios sometidos, y toda la fuerza estaba centralizada en torno a los ejércitos de la capital.
Tal vez esta idea fuera natural en un pueblo de comerciantes. Bajo la III dinastía de Ur se construyó el mayor Zigurat edificado hasta entonces. Su base medía 90 por 60 metros, y sus muros inferiores (hechos de ladrillo) tenían un espesor de dos metros y medio. Se conservan dos plantas, pero parece ser que tenía una tercera, con una altura total de 40 metros. El sumerio volvió a ser la lengua oficial de Mesopotamia y este periodo se considera la Edad de Oro de su literatura.


Tal vez no sería exagerado afirmar que los amorreos, pese a su falta de cultura, impusieron el orden necesario para que la cultura mesopotámica siguiera floreciendo. No obstante, fueron necesarios unos dos siglos para que la vida volviera a ser la de antes. Los amorreos se asentaron en lo que había sido Acad y también en Canaán. La ciudad más importante tras la caída de Ur fue Isin. El reino de Elam también ejercía su influencia sobre las ciudades mesopotámicas más cercanas.
La isla de Creta se convirtió en una nueva potencia. Ya llevaba mucho tiempo comerciando por mar con Egipto y Canaán principalmente, pero ahora la isla se unió bajo un gobierno poderoso, cuya capital fue la ciudad de Cnosos. Ahora los barcos comerciales cretenses estaban protegidos por una flota militar. La prosperidad y la influencia de la isla fue aumentando gradualmente en los siglos siguientes. La Grecia continental fue ocupada por un pueblo indoeuropeo que implantó una cultura homogénea en la región, típica de las primeras fases de la Edad del Bronce.


 No obstante esta cultura no llegó al Peloponeso ni a las zonas costeras, que continuaron habitadas por una población nativa bajo la influencia de Creta.
A esta época corresponden los sucesos narrados en la parte final del libro del génesis, en la Biblia. El génesis fue escrito por sacerdotes judíos más de mil años después. Su primera parte es una versión de los mitos sumerios sobre el Diluvio y las épocas anteriores, drástica y sistemáticamente adaptados para dejar como único protagonista al dios judío, que en la época que tratamos ahora no existía todavía. Por ejemplo, se conserva una tablilla sumeria de esta época que hace referencia a un conflicto entre un dios pastor y un dios agricultor, en los que no es difícil reconocer a los que la Biblia presenta como Caín y Abel. Los diez reyes legendarios de antes del Diluvio son sustituidos por diez patriarcas de Adán a Noé. Luego viene la adaptación de la leyenda sobre los hombres que querían construir una torre que llegara al cielo. 
 El Laberinto egipcio debió de ser una obra imponente, hecha de mármol blanco, con una cuidada ornamentación, si bien no cumplió su cometido, pues todas las tumbas que contuvo fueron saqueadas con el tiempo. También la ciudad de Tebas fue embellecida con nuevos templos, estatuas y otros edificios notables.



Incluso las ruedas fueron perfeccionadas, pues las nuevas eran anulares con radios en lugar de macizas. Con los carros, las incursiones nómadas multiplicaron su eficiencia. Podían desplazarse mucho más rápidamente que un ejército de infantería, que a lo sumo contaba con pesados carros tirados por asnos para transportar la carga pesada. Podían elegir los lugares más desprotegidos, atacar y huir con el botín antes de que llegaran las defensas. No obstante, en un primer momento estos pueblos carecían de la organización y la amplitud de miras necesarias para ser algo más que una lacra dolorosa. 
En 1750 la cultura cretense inició un periodo de apogeo. Se construyeron grandes palacios, construcciones complejas con salas de uso religioso, de ceremonias y de banquetes. Había almacenes con reservas de vino, aceite, grano, lana, metales, etc. Alrededor de los palacios estaban los talleres de los artesanos metalúrgicos, de los grabadores y los alfareros. Se conservan magníficas piezas de cerámica y orfebrería. La influencia de Creta sobre las islas del Egeo y el sur de Grecia debió de reforzarse en esta época.El segundo dios en importancia fue Nabu, que era el dios principal de una ciudad situada un poco más al sur, llamada Borsippa. Las victorias de Hammurabi se reflejaron en un ascenso análogo de Marduk en el cielo mesopotámico. Al final de su reinado la epopeya de la creación ya no era la misma que habían imaginado los sumerios. Ahora el dios Anu ya no lograba vencer a la oscura Tiamat, sino que retrocedía mientras Marduk (que, por cierto, resultó ser hijo de Ea) se enfrentaba sin temor a la diosa del caos y la mataba. Así, Mesopotamia se enteró de que en realidad fue Marduk el heroico dios que creó el Universo y, por consiguiente, su legítimo gobernante. Nabu acabó siendo hijo de Marduk, con la notoriedad que ello conllevaba.


Hacia 1645 la ciudad de Tebas estaba recuperada de los estragos de los hicsos. El dios principal 
de la ciudad era Amón, y sus sacerdotes lograron restablecer el orden y eligieron entre ellos 
un rey, el primero de la XVII dinastía, que coexistió con la XVI dinastía hicsa. Los reyes tebanos 
se consideraban los reyes legítimos de todo Egipto, si bien en la práctica sólo dominaban la 
ciudad y sus alrededores.
 Los nuevos palacios tenían un 
gran patio central con gradas monumentales para espectadores, donde se celebraban 
competiciones de lucha (algo similar al boxeo, aunque también se golpeaba con los pies) y 
juegos rituales con toros: unos atletas saltaban sobre los animales y, tras una voltereta, 
caían de pie. 



El toro tenía una gran importancia religiosa en esta cultura. La parte de la 
leyenda griega sobre el Laberinto, que el rey Minos había hecho construir para encerrar al 
Minotauro, parece remontarse a esta época. Las casas particulares tenían hasta cinco plantas 
con escaleras interiores. 
Por otra parte, las ciudades civilizadas habían aprendido de los hicsos el uso bélico del caballo,
con lo que éste dejó de ser una ventaja para los pueblos nómadas. Los reyes tebanos del Alto
Egipto tenían caballos y los usaron para combatir a los invasores. El último rey de la XVII
dinastía fue Kamosis, que redujo el dominio hicso a las vecindades de su capital. En 1570 fue
sucedido por su hermano Ahmés (que, por algún extraño motivo, los egipcios catalogaron
como primer rey de una XVIII dinastía). Ahmés libró una batalla decisiva en el Delta, en la que
derrotó a Apofis III, el último rey hicso.



Con sus victorias, Ahmés logró imponer su autoridad sobre un Nuevo Imperio Egipcio. Parece 
que las tensiones entre el rey y la nobleza quedaron atrás. Ahora Egipto tenía carros y 
caballos, así como un nuevo orgullo nacional. El rey ya no sólo era sacerdote y dios, sino 
también un gran general. Su autoridad era indiscutible. Una muestra de la nueva reverencia 
que se le reservaba es que los egipcios ya no se referían a él como "el rey", sino con el 
circunloquio más pomposo de "la gran casa" o "el palacio", voz que ha derivado en la 
expresión Faraón.
Mientras tanto, el dominio de Creta sobre el Mediterráneo fue decayendo en favor de la 
civilización micénica. Hacia 1450 se aprecian signos de destrucción en muchas ciudades 
cretenses, e incluso periodos de ocupación griega. 
En 1438 murió Tutmosis III y fue sucedido por su hijo Amenofis II, que continuó la política de 
expansión de su padre y reprimió dos levantamientos en Asia.
Hacia 1430 el reino hitita encontró finalmente un gobierno estable bajo el rey Tudhaliyas I, que 
logró algunas victorias sobre Mitanni.
Es probable que en ello influyera la reina. La religión hitita era mucho más simple 
que la egipcia, por lo que tal vez a la reina le resultó más fácil identificar sus creencias con el 
culto a un dios modesto como Atón frente al sofisticado culto a Amón-Ra. En cualquier caso, 
lo cierto es que Tutmosis IV le rindió un ostensible homenaje.
 El alfabeto fenicio no tenía signos para las vocales. Ello se debe a que en las lenguas 
semíticas cada raíz léxica está asociada a un grupo específico de consonantes, de modo que 
las vocales sólo tienen una función de apoyo, en todo caso con un valor gramatical que puede 
deducirse del contexto, es decir, en la lengua cananea no había grupos de palabras como 
"peso" y "piso", que comparten las mismas consonantes con significados completamente 
distintos, por lo que, si se escribían las consonantes, cualquier hablante podía reconstruir las 
vocales. La escritura ha sido inventada independientemente por varias culturas a lo largo de 
la historia, pero todos los sistemas de escritura alfabética conocidos provienen del fenicio.


 siglo XIII los hombres aprendieron a fundir el hierro y combinarlo con carbón para producir acero. El hierro mineral es blando e inútil, pero el acero es un metal duro que permitía fabricar armas mucho más poderosas que las de bronce, por lo que tenía un valor estratégico incalculable. El descubrimiento tuvo lugar al sur del Cáucaso, en una zona controlada a la sazón por el poderoso reino hitita. Las técnicas de fundición del hierro eran mucho más complicadas que las del bronce, pues requieren temperaturas mucho más elevadas. Además no se conocían muchos yacimientos. 
No hay muchos datos sobre quiénes eran los aqueos. Tal vez fueran simplemente los griegos eolios o tal vez éstos absorbieron, pacíficamente o no, a nuevas tribus del norte que les trajeron el conocimiento del hierro junto con nuevos rasgos culturales. Por ejemplo, una costumbre diferenciada de los aqueos que permite seguirles el rastro frente a los micénicos es que en lugar de enterrar a sus muertos los incineraban. 
La propiedad de la tierra está vinculada a la familia, en cuyo seno rige una especie de régimen comunista. No hay una división del trabajo en oficios, sino que cada familia se fabrica lo que necesita. Hasta el rey siega, cose y clava tachuelas. No labraban metales, sino que importaban el bronce del norte y, en escasas cantidades, el hierro. Usaban carros tirados por mulos, aunque eran caros y pocos podían permitírselos. Había esclavos, pero poco numerosos y, por lo general, bien tratados. Principalmente eran mujeres que se ocupaban de las labores domésticas. Usaban el oro como dinero (a peso, sin acuñar monedas), pero sólo para transacciones importantes, lo habitual era pagar con pollos, medidas de trigo, cerdos, etc. La riqueza de una familia no se medía por su dinero sino por sus posesiones.


 Algunos comerciantes llegaron incluso a China por esta vía, de donde importaban artículos exóticos, como el Jade. Así pues, Troya estaba en condiciones de aprovecharse directa e indirectamente de este comercio, sin más que exigir un tributo a todo el que quisiera cruzar el Helesponto.
Mientras tanto, las grandes potencias cambiaban de reyes. Hacia 1300 el rey Ashur-Uballit ya había muerto, pero su hijo continuó reforzando a Asiria y llegó a saquear el agonizante reino de Mitanni. En 1295 muere el rey Mursil II y es sucedido por Muwatalli, bajo cuyo gobierno el reino hitita siguió siendo la potencia dominante en Siria y, por consiguiente, la mayor preocupación para Egipto. En 1290 murió el faraón Seti I, y fue sustituido por su joven hijo Ramsés II, que reinó durante sesenta y siete años, marca sólo superada en la historia de Egipto por el antiguo rey Pepi II. Ramsés II resulto ser el ególatra más poderoso del mundo.
En 1288 subió al trono hitita Hattusil III, que en 1286 tuvo que enfrentarse a una expedición egipcia encabezada por el propio Ramsés II. La batalla tuvo lugar cerca de la ciudad de Kadesh. La única información que tenemos sobre ella es la versión oficial del faraón, según la cual el ejército egipcio fue pillado por sorpresa y se tuvo que retirar precipitadamente, pero Ramsés decidió vencer o morir, se lanzó él solo contra todo el ejército enemigo y lo mantuvo a raya hasta que sus hombres se reorganizaron y recibieron refuerzos.


 El rey Adad-Ninari I ocupó el reino de Mitanni, vasallo de los hititas, tras lo cual se otorgó a sí mismo el título de Gran Rey, y envió una carta al rey Muwatali tratando de rebajar la tensión ocasionada por la invasión. En ella trataba a Muwatalli de hermano, algo frecuente en la época entre los reyes de potencias del mismo rango, pero la respuesta de Muwatalli fue bastante brusca: ¿Acaso somos hijos del mismo padre o de la misma madre? Pese a todo, no estalló la guerra entre ambos reinos, ya que Muwatalli estaba más preocupado por Egipto que por Asiria. Adad-Ninari I murió en 1275, y fue sucedido por su hijo Salmanasar I. Luego murió Muwatalli, en 1272, y fue sucedido por su hijo Mursil III. 
En 1270 Salmanasar I arrebató definitivamente a los hititas lo que había sido el reino de Mitanni, fecha en la que podemos considerar que éste desaparece definitivamente de la historia, pasando a formar parte del que se conoce como Primer Imperio Asirio. Asiria recuperó todo el territorio que había poseído en tiempos de Shamshi-Adad I, el fundador de la dinastía que había gobernado ininterrumpidamente en Assur tanto en los buenos como en los malos tiempos. Salmanasar usó las riquezas y los esclavos obtenidos con sus conquistas para embellecer Assur, la capital, y Nínive, la segunda ciudad más emblemática del reino. Sin embargo, consideró que su nuevo imperio requería una nueva capital, y así fundó a mitad de camino entre ambas la ciudad de Calach. Mursil III murió en 1265, y fue sucedido por su tío Hattusil III.


Hacia 1250 Canaán empezó a recibir el embate de nuevas tribus nómadas emparentadas con los hebreos que cien años antes habían ocupado el este de Canaán. Sin embargo, este parentesco no influyó en los hebreos, que rechazaron a los recién llegados. Las primeras en hacer su aparición debieron de ser las tribus de Rubén, Isacar y Zabulón, formaron la coalición de Lía (el nombre de una diosa de los pastores cananeos, vinculada con la Luna), a la que luego se sumaron como tributarios Gad y Aser. La primera de estas dos tribus deriva su nombre de un dios de la buena fortuna, cuyo culto se extendía desde Fenicia hasta Arabia. Aser proviene de Ashir, que era una diosa cananea también de culto muy difundido. 
Los pueblos indoeuropeos se habían ido extendiendo por la Europa oriental, eran belicosos y en estos momentos debían de pasar por un periodo de escasez o superpoblación, por lo que se expandían en todas direcciones y desplazaban a su vez a otros pueblos. La Grecia micénica empezó a sufrir el acoso de otro pueblo indoeuropeo, emparentado con los griegos pero mucho menos civilizado: los Dorios. Los dorios tenían armas de hierro, lo que les concedía una superioridad contra la que los griegos micénicos no tenían nada que hacer. Como fruto de estas convulsiones el Mediterráneo se llenó de hordas de piratas que sobrevivían atacando y saqueando las ciudades costeras. Estaban formados por mezclas heterogéneas de dorios, griegos micénicos y habitantes de poblaciones variadas que no encontraron mejor salida que lanzarse al mar. Un grupo numeroso de estos piratas desembarcó en las costas de Libia y se unió a los nativos en un ataque contra Egipto.
Los sorprendidos egipcios, que nunca habían sufrido un ataque por mar, llamaron "Pueblos del Mar" a los invasores, y así se les conoce en la historia. Meneptah consiguió expulsarlos a duras penas, pero el poder egipcio se vio seriamente dañado. De Egipto, los pueblos del mar pasaron a Chipre, desde donde amenazaron las costas de Canaán y de Anatolia.
En 1211 un nuevo faraón, Seti II, se hizo con el trono de Egipto, destronando para ello a Meneptah y casándose con su viuda. Se inicia así una rápida sucesión de faraones débiles que reinan durante breves periodos de tiempo (Seti II reinó cinco años).


La mayor parte del mundo civilizado sufría conmociones en mayor o menor medida. Egipto había rechazado a los pueblos del mar, pero tras la muerte de Meneptah cayó casi en la anarquía. Los pueblos del mar pasaron a Chipre, y desde allí atacaron Fenicia. En 1200 arrasaron las ciudades de Tiro y Sidón. En 1191 muere el rey Shubbiluliuma II y, con él, el imperio hitita desaparece de la historia, desmembrado por los pueblos del mar y las sublevaciones internas. No obstante, la cultura hitita no se perdió, sino que se conservó en una serie de minúsculos reinos neohititas que sobrevivieron dominados por una u otra potencia según los tiempos. Al noroeste de Anatolia empezaron a destacar los Frigios. En la Ilíada son mencionados como aliados de Troya, luego ya estaban allí antes de la llegada de los pueblos del mar, pero su auge llegó tras ellos. 
 El nombre de "Palestina" deriva de Peleset. Los filisteos eran principalmente griegos, una oleada que precedió a la de los dorios y que fue empujada al mar por éstos, pero al llegar a Palestina se encontraron con una cultura superior a la suya y no dudaron en asimilarla. En poco tiempo habían abandonado su propia lengua y adoptado la de los cananeos (una forma arcaica de hebreo). Esencialmente, los filisteos ocuparon cinco ciudades gobernadas cada una por su propio rey, pero que mantenían una débil coalición.
La Biblia describe una trama con la que Gedeón cuestionó la supremacía de Efraím. Al parecer, Gedeón formó una coalición con las tribus del norte que habían luchado contra los cananeos en el monte Tabor, pero sin dar a Efraím ningún trato preferente. Al contrario, le informó tarde y parcialmente de sus planes, de modo que cuando atacó por sorpresa a los madianitas los guerreros de Efraím no estaban presentes, sino que Gedeón los condujo a los vados del Jordán, por donde esperaba que huyeran los madianitas. Así, Efraím destruyó a los madianitas en fuga, pero todo el mérito recayó sobre Gedeón. Sin embargo, Efraím no acepto la situación e Israel estuvo al borde de la guerra civil. Gedeón tuvo que reconocer la supremacía de Efraím.



Las tribus de Israel tuvieron que enfrentarse cada vez con más frecuencia a luchas internas por el poder. Hasta entonces, cada tribu estaba dirigida por un caudillo o juez elegido por aclamación popular. Esto funcionaba bien cuando los israelitas eran sencillas tribus nómadas, pero ahora el poder significaba riqueza, con lo que cada vez fue más codiciado. Así, con la fama que había adquirido Gedeón era natural esperar que fuera sucedido por uno de sus hijos, así que uno de ellos, Abimelec, decidió matar a sus numerosos hermanos para ser el único pretendiente legítimo a la judicatura. Sucesos como estos movieron a algunos israelitas a proponer una monarquía hereditaria que evitara los conflictos en la sucesión.
Estableció la capital en Hao, en el valle del Wei. Distribuyó el territorio entre los miembros de su familia y los aliados. Se originó así un sistema feudal en el que unos grandes señores ejercían a la vez la autoridad política y religiosa, regulando el culto tradicional a los antepasados. Estos señores gozaban de gran independencia, y la sumisión al rey era meramente formal. Sólo los parientes más próximos (que ocuparon los estados de Qi, Lu y Jin) estuvieron realmente sometidos al monarca. En los siglos siguientes se llamó Wu a una clase de sacerdotes hechiceros que gozaron del respeto (o a veces del temor) de los chinos de todas las clases sociales. En esta época la diversidad cultural china se había subsumido en una identidad nacional por la que los chinos se distinguían a sí mismos de los bárbaros no civilizados del entorno.



Entre las víctimas de sus sospechas estaba, además de su hijo, un joven judío que se había trasladado a Guibá tras la anexión. Se llamaba David, y pertenecía a una importante familia de Belén, al sur de Jerusalén. David era un político inteligente (más que Saúl) y también un buen general. Al principio gozó del favor de Saúl, que le concedió la mano de su hija Mical, pero era íntimo amigo de Jonatán, lo que suscitó los recelos del rey. Como David no era hijo suyo, lo tenía más fácil para urdir su muerte, pero Jonatán le previno y David abandonó sigilosamente Guibá y llegó a Judá, donde tuvo que mantener una guerra de guerrillas contra Saúl. David contaba con el apoyo de Samuel y los profetas, tal vez por el mero hecho de que se oponía a Saúl.
El rey persiguió implacablemente a David. Llegó a matar a un grupo de sacerdotes al enterarse de que uno de ellos había ayudado a David cuando huyó de Guibá. Con el tiempo, logró que a David le costara más obtener ayuda, hasta el punto que en un momento dado decidió pasarse al bando de los filisteos.


 En un largo proceso que arranca incluso antes de la invasión, los arios fueron desarrollando una religión antecedente del actual hinduismo. Los brahmanes eran los únicos que podían conocer los ritos y los textos sagrados, conocidos como veda, o revelación, redactados en sánscrito pero no por escrito, sino que se transmitían oralmente. El dios principal era Visnú, también llamado Siva, quien se ocupaba del mundo a través de sus numerosas esposas, entre ellas la benevolente Parvati, la guerrera Durga y la destructora Kali. El hinduismo se refiere a su doctrina como sanatana-dharma, que significa algo así como "ley cósmica universal sin origen", pues, al contrario que otras religiones, el hinduismo no tiene ningún fundador renombrado. Uno de sus aspectos más destacados es la idea de los ciclos y la reencarnación. Por ejemplo, cuando un hombre muere, se reencarna en una de las cuatro clases según la medida en que hubiera respetado el orden cósmico en sus vidas anteriores. 
Para comprar un carro varias familias tenían que juntar sus reservas de grano. Periódicamente, los amos dorios venían de la ciudad a requisar parte de la cosecha, o incluso parte de los hombres, como soldados. Los nobles dorios llevaban una vida sobria, pero más llevadera. Algunos hombres encontraron una nueva forma de ganarse la vida: entreteniendo a sus amos con historias antiguas y no tan antiguas. Naturalmente, no eran historias sobre campesinos y sus cabañas de adobe. 
 De entre la fértil mitología israelita, la parte que más posibilidades unificadoras brindaba era la referente a Moisés y su alianza con Dios. En torno a ella se conservaba el Arca de la Alianza, que los filisteos habían capturado y conservado en la ciudad de Quiryat-Yearim, al norte de Judá (los filisteos temían a los dioses extranjeros tanto como a los propios, así que no se atrevieron a destruir el Arca, y tampoco a introducirla en su territorio). David llevó el Arca a Jerusalén y la situó en un santuario próximo a su palacio. Aunque él mismo ejerció buena parte de las funciones sacerdotales, nombró sumo sacerdote a Abiatar, el único superviviente del grupo de sacerdotes que Saúl hizo ejecutar por considerarlos partidarios de David. Posiblemente fue en este periodo cuando empezaron a tomar forma las leyendas bíblicas que presentan a las doce tribus de Israel viajando unidas por el desierto a las órdenes de Moisés ayudados por su dios.


Una forma de sellar una alianza con otro pueblo era incorporar al harén una de sus princesas. Era todo un honor. El problema era que las distintas mujeres rivalizaban entre sí, y todas trataban de que sus hijos gozaran de mayores privilegios frente a los de las demás. Particularmente delicada era la cuestión de cuál de ellos heredaría el trono. Era frecuente que cuando el rey moría, uno de los hijos matara a sus hermanos, dirimiendo así toda disputa por la sucesión. Sin embargo, una jugada inteligente podía ser matar a la vez al rey y a los hermanos, mientras éstos estaban desprevenidos esperando la muerte de su padre.
David fue cogido por sorpresa, pero seguía siendo un buen estratega. En lugar de resistir un asedio en la capital (hubiera sido humillante) logró escabullirse, huyó al otro lado del Jordán, organizó a todas las tropas leales de que pudo disponer y volvió a Jerusalén, donde no tuvo dificultad en aplastar a su inexperto hijo. David ordenó capturarlo vivo, pero Joab, el jefe del ejército, consideró más prudente matarlo.
La Biblia describe con orgullo que Salomón tenía en su harén una princesa egipcia. Esto es cierto, pero el Egipto de la época no era el de antaño. La esposa egipcia de Salomón era hija de Psusennes II, que gobernaba únicamente sobre el delta del Nilo, en un reino menor que el de Salomón. Su ejército estaba compuesto mayoritariamente por mercenarios libios. Su comandante se llamaba Sheshonk. Indudablemente Sheshonk acabó por tener en sus manos el poder real, hasta el punto que Psusennes II debió de verse obligado a casar una de sus hijas con el hijo de Sheshonk, signo de que éste albergaba aspiraciones al trono. 

la muerte de Salomón, que tuvo lugar en 931. Fue sucedido por su hijo Roboam. Éste no tuvo dificultades en la realización del ritual necesario para ser proclamado rey de Judá, pero para ser aceptado como rey de Israel debía pasar otros rituales en Siquem, el antiguo centro político de Efraím. Los israelitas trataron de obtener concesiones y exigieron una disminución de los impuestos. Roboam respondió con una altanera negativa, e Israel se rebeló. Probablemente Sheshonk estimuló la rebelión, e inmediatamente envió a Jeroboam, que fue proclamado rey de Israel y estableció su capital en Siquem, si bien pronto la trasladó a Tirsa, algo más al norte. Esto no supuso únicamente una partición del reino, sino un completo desmembramiento. Siria se apropió del norte de Israel, Amón recuperó su independencia, mientras que Israel retuvo a duras penas a Moab. Judá retuvo a Edom. En 926 Sheshonk I invadió Judá, saqueó Jerusalén y se llevó buena parte de los tesoros que Salomón había acumulado. 
Los egipcios habían importado tiempo 
atrás esclavos negros procedentes del África central. Los israelitas explicaron el color negro de su 
piel como signo de que eran descendientes del maldito Cam, y así introdujeron en la historia una 
idea que, aunque no consta explícitamente en la Biblia, sería retomada en muchas ocasiones de la 
tradición judía por su extremada conveniencia: que los negros están hechos para ser esclavos.Por esta época los arameos estaban sólidamente instalados en Siria. El reino de 
Damasco, bajo el rey Benhadad I, se había extendido en los últimos años hasta convertirse en una 
nación tan grande como Israel. Sin embargo, también la vecina Asiria estaba resurgiendo. El 
mismo año que Asa subió al trono de Judá, el rey Adad-Narari II ocupaba el trono de Asiria y 
empezó a reorganizarla. Pronto empezó a mostrar su poder sobre los principados arameos.


Los romanos decían que vinieron de Asia menor, y es posible que estuvieran en lo cierto, pues con las conmociones de los siglos precedentes es plausible que algún grupo de hombres se decidiera a recorrer un largo trecho en busca de paz, e Italia era probablemente la tierra más cercana que podía proporcionarla. Llegaron por tierra desde el norte, y parece ser que fueron pocos. Formaron una oligarquía que poco a poco fue organizando y dominando más ciudades, potenciando, asimilando y desarrollando las culturas locales. Su cultura era matriarcal (al igual que muchas culturas mediterráneas y orientales primitivas, y en oposición al marcado carácter patriarcal de los pueblos indoeuropeos).
Idearon máquinas para derribar murallas, las dotaron de ruedas para acercarlas y las blindaron para proteger a los hombres que las movían. Mediante pesados arietes abrían una brecha por la que el ejército sitiador penetraba en la fortificación y se encontraba con toda la población a su merced, atrapada por sus propias murallas. Los asirios se ganaron una fama de crueldad nunca oída hasta entonces. Poco a poco, Asiria fue creciendo y reconstruyendo su antiguo imperio.
La ciudad de Dan fue destruida, al parecer para siempre, pues ya no se la vuelve a mencionar en la Biblia. El rey Basa de Israel tuvo que hacer las paces con Judá para poder ocuparse de Siria. Así fracasó su intento de consolidar su dinastía con una conquista militar, como había hecho David años atrás. Cuando murió, en 886, estalló una guerra civil y su hijo Ela fue depuesto y ejecutado. Antes de terminar el año se hizo con el trono un hábil general llamado Omri, que logró rechazar a los sirios y reforzar el dominio sobre Moab. Omri comprendió bien cuáles eran los puntos débiles del reino de Israel. Uno era la falta de una capital bien emplazada, capaz de resistir asedios con dignidad. Judá tenía a Jerusalén, pero Tirsa era completamente inadecuada. Jeroboam la había elegido principalmente para abandonar Siquem, para evitar suspicacias sobre una hegemonía efraimita que hubiera podido ser mal vista por una parte considerable de los israelitas. Un poco al oeste de Tirsa había una colina muy bien situada a mitad de camino entre el Jordán y el Mediterráneo. Pertenecía a la familia de Shemer, pero el rey la compró y la fortificó. Con el tiempo se convertiría en la ciudad más grande de Israel. La llamó Shomron, nombre derivado de su antiguo dueño, pero los griegos la llamaron más tarde Samaria. Omri la convirtió en capital de Israel, y lo continuó siendo hasta la desaparición del reino.



Pero Omri sabía que una capital fuerte no lo era todo. La monarquía israelita no gozaba de todo el respaldo popular que sería deseable. Más aún, el pueblo no tenía un sentimiento de unidad nacional similar al que existía en Judá. En gran parte, la ventaja de Judá residía en una religión fuerte, el culto a Yahveh, que al mismo tiempo que identificaba a todo el pueblo en una causa común, legitimaba a la casa de David como gobernante por designio divino. El culto a Yahveh era minoritario en Israel, y tampoco parecía buena idea fomentarlo, pues ello podría dejar a Israel indefenso frente a Judá. También estaba el riesgo de que una buena parte del pueblo no lo aceptara por desprecio a los judíos. Omri se alió con el rey tirio Etbaal. Ambos eran usurpadores, así que debió de ser fácil para ambos apoyarse mutuamente para consolidar sus tronos. Etbaal había sido sumo sacerdote, y su estrategia fue la de difundir el culto a sus dioses, principalmente la diosa Astarté. Omri consideró que dicho culto podría ser también adecuado para su pueblo, y decidió apoyarlo.
La decadencia de Asiria permitió una cierta recuperación de Fenicia y Siria. Los fenicios reafirmaron su dominio exclusivo sobre el Mediterráneo. En 814 fundaron una nueva colonia en África, cerca de Útica, en la actual Túnez, y la llamaron Karthadasht (ciudad nueva), en oposición a Útica, que debía de ser la ciudad vieja. Hoy la conocemos con la versión romana del nombre: Cartago.  Este mismo año moría el rey israelita Jehú, que fue sucedido por su hijo Joacaz. El nuevo rey tuvo que pagar tributo a Siria. El rey Hazael había ido arrebatando paulatinamente a Israel y a Judá gran parte de su territorio, tanto al este del Jordán como en la costa Mediterránea, donde se hizo con el dominio de las ciudades-estado filisteas. Tras la muerte de Jehú habría podido apoderarse de la misma Samaria, y Joacaz no tuvo alternativa.



 En Monte Albán los zapotecas construyeron una enorme plaza limitada al norte y al sur por plataformas elevadas, mientras que en los otros dos lados había templos y otras construcciones. En el centro se alza una hilera de templetes. La plataforma norte se abría al exterior mediante una amplia escalinata y un pórtico de doce columnas de dos metros de diámetro. En la plataforma sur se alzaba una gran pirámide. En el lado oeste se alzaba el Templo de los Danzantes, que era la parte más antigua de la ciudad.
La vida seguía siendo dura. La vida en las polis (o ciudades-estado) condicionó fuertemente la evolución de la sociedad griega. La figura del rey perdió relevancia (en una ciudad pequeña y pobre, el rey no podía tener grandes atribuciones, ni  hacer grandes ostentaciones). En muchas polis llegó incluso a desaparecer, y el gobierno quedaba en manos de asambleas de nobles (la aristocracia o gobierno de los mejores). Cada ciudad tenía su propio ejército. Estos ejércitos eran, naturalmente, pequeños, formados por soldados de infantería pesadamente armados, los hoplitas. 
Las únicas actividades que consideraban honorables eran el gobierno y la guerra. El resto de las actividades estaban en manos de los ilotas (esclavos) y los periecos, hombres libres pero sin ningún poder político. La mayor rival de Esparta era Argos, que controlaba la Argólida. Su organización era similar a la espartana (sin la duplicidad de reyes), pero algo menos rígida. Así podríamos recorrer ciudades y más ciudades, cada cual con sus características propias, cada cual con su propia identidad nacional que se negaba a identificarse con cualquier otra, pese a la afinidad cultural que, sin duda, había entre todas ellas.
Una ciudad que destacó por otras razones fue Delfos. Estaba situada en la región llamada Fócida, al pie del monte Parnaso. En tiempos micénicos se llamaba Pito,y en ella había un santuario dedicado a la antigua diosa Gea, atendido por una sacerdotisa de la que se creía que podía hablar con los dioses. Tras la invasión doria, Pito cambió su nombre por Delfos y se consagró al dios Apolo (Gea no significaba nada para los dorios). Con este cambio de imagen consiguió que perdurara su tradición de interlocutora de los dioses. El oráculo de Delfos fue ganando en reputación, y todas las ciudades enviaban periódicamente embajadores a consultarlo. Los embajadores llevaban ofrendas, con lo que Delfos se enriqueció.



Entre tanto Egipto seguía sumido en el caos, con un ejército incontrolable sobre el que el faraón no tenía ninguna autoridad. Si el oriente próximo no hubiera estado tan convulsionado por esta época, sin duda Egipto habría sido una presa fácil para el saqueo.
Asiria había quebrado el poder de Siria para poco después decaer ella misma. Israel y Judá aprovecharon la situación. En 798 el rey Joacaz de Israel fue sucedido por su hijo Joás, cuyo ejército no tuvo dificultad en derrotar al rey sirio Benhadad III en tres batallas sucesivas, con lo que Israel recuperó los territorios que había poseído en tiempos de Ajab. En Judá, el descontento de los sacerdotes y del ejército con el rey Joás culminó con un golpe de estado en 797, tras el cual se proclamó rey a su hijo Amasías, quien pronto restableció el dominio de Judá sobre Edom. Joás y Amasías, viendo que la fortuna les sonreía, no tardaron en medir sus fuerzas. Esto sucedio en 786, en la batalla de Betsamés, cerca de Jerusalén. Israel logró una victoria decisiva. Amasías fue tomado prisionero y Jerusalén fue ocupada. Parte de sus fortificaciones fueron destruidas y el templo fue saqueado. Amasías continuó siendo rey de Judá, pero su reino se convirtió en tributario de Israel. Joás de Israel murió en 783 y fue sucedido por su hijo Jeroboam II, que sometió completamente a Siria e hizo de Samaria la ciudad más influyente de la mitad occidental de la media luna fértil.

Diseminaba la aristocracia de un pueblo entre otras regiones lejanas, mientras que otros extranjeros eran llevados a ocupar el vacío dejado. Así logró borrar muchos sentimientos nacionales, a la vez que creaba fricciones internas entre los antiguos habitantes de una zona y los recién llegados, fricciones que consumían unas energías que de otro modo podrían haberse empleado contra Asiria. El caso fue que los sirios se diseminaron por el imperio Asirio, y con ellos se llevaron su lengua, el arameo. Se trataba de una lengua mucho más simple que el acadio, la lengua de Asiria, por lo que fue rápidamente adoptada por los mercaderes y se convirtió en una especie de idioma internacional del Asia occidental. Con el tiempo desplazaría también al hebreo.
El rey Oseas no sobrevivió a la caída de Samaria, y con él desapareció para siempre el reino de Israel. Sargón II siguió la política de deportaciones iniciada por Teglatfalasar III, de modo que 27.000 personas tuvieron que abandonar Israel, entre aristócratas, terratenientes y funcionarios. Fueron trasladados a más de 700 km de distancia, al extremo oriental de la media luna fértil, donde perdieron su identidad al mezclarse con la población nativa. Para ocupar las regiones despobladas se llevó allí deportados de otras regiones, que al mezclarse con la población nativa se convirtieron en los que en generaciones posteriores fueron llamados samaritanos. Los samaritanos adoptaron el culto a Yahveh, así como las tradiciones principales de los israelitas.



Si Numa hubiera tenido una hija, se habría llamado irremisiblemente Pompilia, y si hubiera tenido otra más le habrían improvisado una forma de llamarla lo más simple posible. En cambio, Clelia, Ati, Larthia, son ejemplos de nombres propios de mujer etrusca, algo prácticamente desconocido en Roma. Por último, las inscripciones funerarias muestran que cada difunto conocía perfectamente su árbol genealógico.
Al terminar la Primera Guerra Mesenia, Esparta se lanzó al mar como sus vecinos. En 707 fundó Tarento, que llegó a convertirse en la ciudad griega más importante de Italia. Por esas fechas terminaba la construcción de la que había de ser la nueva capital de Asiria. El "fuerte de Sargón" era una ciudad magnífica, con un zigurat de siete pisos, muchos templos y un palacio para Sargón II con una extensión de 100.000 metros cuadrados. Además había una biblioteca en la que el rey reunió las tablillas cuneiformes que contenían la antigua literatura mesopotámica.

Atenas fue pionera en un proceso que poco a poco iría afectando a la mayoría de las polis: la decadencia de la monarquía. En una ciudad pequeña y austera, un rey no era muy diferente de otros nobles ni podía acumular mucha autoridad. Esto facilitó la experimentación de formas de gobierno alternativas. Atenas carecía de rey desde hacía mucho tiempo. Según la última tradición, su último rey fue Clodro, que en tiempos de las invasiones dorias luchó por mantener libre a Atenas. Un oráculo predijo que vencería aquel ejército cuyo rey muriese primero, por lo que Clodro decidió dar su vida para que Atenas siguiera siendo jónica. Los atenienses decidieron que un rey tan bueno no podía tener sucesor, pues ninguno estaría a su altura. A partir de entonces Atenas fue gobernada por un Arconte, (que en griego significa algo así como "presidente"). Al principio el cargo era vitalicio y pasaba de padre a hijo a partir de los descendientes de Clodro (o sea, el arconte era un rey), pero luego se estipuló una duración de diez años para el arcontado, así como que éste no tenía por qué pasar necesariamente de padres a hijos, pero sí conservarse dentro de la nobleza.


 Los mitos griegos sitúan a los legendarios centauros en Tesalia, probablemente un recuerdo de los primeros encuentros de los griegos del sur con los jinetes tesalios. Según la tradición, un rey llamado Alevas organizó el territorio en cuatro tetrarquías confederadas, dirigidas conjuntamente en tiempos de guerra por un único líder llamado tagos. Por último, al este de Macedonia, sobre la costa norte del Egeo, estaba Tracia, región que ya había empezado a alojar numerosas colonias griegas, especialmente en la península calcídica.
Al mismo tiempo, Asurbanipal recibió la petición de auxilio de los principados de Asia Menor, que sufrían de nuevo los ataques de los cimerios. Decidió atender antes este asunto, con lo que combatió una vez más al lado del rey lidio Giges contra los nómadas. Entre ambos consiguieron abatir a los cimerios, pero Giges murió en la lucha, en el año 652. Este mismo año Psamético había expulsado definitivamente a los asirios de Egipto y fue convertido en Psamético I, el primer rey de la XXVI dinastía. Estableció la capital en Sais, al oeste del Delta. Por ello su dinastía es también conocida como saítica. 

Egipto parecía haber vuelto al pasado.  Bajo el gobierno de Psamético experimentó una renovación económica y un renacimiento artístico. Los tiempos de los constructores de las pirámides fueron ensalzados, se estudiaron los rituales religiosos que se describían en las tumbas antiguas, se recordaron los clásicos literarios del Imperio Medio y se repararon los daños causados en Tebas por los asirios. Sin embargo, Egipto no contaba ya con buenos soldados, y éstos eran ahora más necesarios que nunca. Psamético contrató hoplitas griegos mercenarios y los instaló en guarniciones al este del Delta, para prevenir un posible ataque asirio. Las continuas luchas entre las diversas polis griegas habían hecho de los hoplitas unos guerreros muy eficientes, tal vez los mejores soldados de la época. 
En 632 un ateniense llamado Cilón, casado con la hija del dictador Teágenes de Megara, trató de convertirse en tirano de Atenas. Un día festivo, mientras los atenienses estaban distraídos con celebraciones, se apoderó de la Acrópolis (la colina fortificada de la ciudad) con la ayuda de algunos nobles y de soldados megarenses. La oligarquía ateniense no era muy popular y la Acrópolis era prácticamente inexpugnable, por lo que un mínimo apoyo del pueblo habría dado la victoria a Cilón, pero no obtuvo ninguno a causa de los soldados megarenses. 



Ningún ateniense estaba dispuesto a deshacerse de la oligarquía al precio de someterse a unos extranjeros. No intentaron tomar la Acrópolis, sino que esperaron a que los asaltantes se rindieran por hambre. Cilón logró escapar, pero los demás tuvieron que rendirse a cambio de la promesa de que se respetaran sus vidas. El arconte de Atenas de ese año era Megacles, miembro de una de las familias más poderosas de la ciudad, los Alcmeónidas. Megacles pensó que era más prudente deshacerse de los traidores y los mandó matar, pese a la promesa que les había hecho de conservar sus vidas. Esto llenó de preocupación a los atenienses: Megacles había roto una promesa efectuada solemnemente ante los dioses.
Nabucodonosor II y Ciaxares se repartieron amistosamente los territorios conquistados. Mientras el primero se enfrentaba a Egipto, el rey medo destruyó el reino de Urartu, que a partir de aquí desaparece de la historia, convertido en una parte de Media. Ciaxares se quedó con la Media propiamente dicha (el actual Irán), lo que había sido Urartu y la parte oriental de Asia Menor (la parte occidental estaba en manos del rey lidio Aliates). Por su parte Nabucodonosor II se quedó con toda la Media Luna Fértil, un territorio más pequeño pero mucho más rico, que ahora conformaba el Imperio Caldeo o el Nuevo Imperio Babilónico.
Por esta época surgió en Judá un profeta llamado Jeremías. En sus predicaciones advertía de que Babilonia era en realidad Asiria con otro nombre y otro rey, pero que seguía siendo la misma amenaza de antaño. Al parecer, los judíos infravaloraban el poder de Babilonia, pues la historia les había llevado a creer que el Templo hacía invencible a Jerusalén.

Eran los famosos Jardines Colgantes de Babilonia. Al parecer los construyó para agradar a su esposa meda, pero la tradición griega los atribuyó más tarde a la legendaria reina Semíramis. También embelleció y amplió los templos, de los que había más de cien. Marduk recuperó su categoría de dios principal.
En Babilonia se reunían comerciantes de todas las naciones. En sus escuelas se enseñaba la ciencia acumulada desde los tiempos de los sumerios, tres mil años atrás. Muchos griegos acudieron a estudiarla, y así fue como la cultura griega asimiló la ciencia babilónica. Fueron los griegos los que llevaron a occidente el sistema sexagesimal babilónico, en virtud del cual la circunferencia tiene 360 grados, una hora tiene 60 minutos, etc. Pero la ciencia por excelencia en Babilonia era la astronomía, y así la palabra "caldeo" pasó a ser sinónimo de "astrónomo" y, más adelante, de "adivino". Los astrónomos caldeos elaboraron un calendario lunar, formado por meses lunares de 28 días. Para mantener la coherencia con el año solar establecieron ciclos en los que algunos años tenían 12 meses y otros 13. Los griegos adoptaron este calendario.




Durante la primera mitad del siglo, una nueva religión surgió en el actual Irán, al sur del mar de Aral, más allá de las fronteras del Imperio Medo. Un sacerdote llamado Zaratustra, también conocido por la versión griega de su nombre, Zoroastro, afirmó que se le había aparecido Ahura-Mazda, el Señor de la Sabiduría, quien le había encomendado la misión de predicar la verdad. Si bien había muchos dioses, Ahura-Mazda era el más grande de todos, y el único digno de adoración. No sólo representaba la verdad, sino también el bien. Si en el mundo existe el mal ello es debido a que existe otro dios tan poderoso como Ahura-Mazda, pero que personifica al mal y a la mentira. Su nombre es Ahrimán, en perpetua lucha con Ahura-Mazda. Este conflicto entre ambos dioses divide a todo el Universo. Los hombres buenos son servidores de Ahura-Mazda, mientras que los malos están poseídos por Ahrimán.
El sexto rey de Roma fue Servio Tulio. También era etrusco, y tal vez la historia del asesinato de Tarquinio esconde un intento de rebelión de Roma contra la dominación etrusca. Sin embargo, lo cierto es que el nuevo rey no favoreció en absoluto a los intereses etruscos. Al contrario, formó una nueva Liga Latina por la que Roma se puso a la cabeza de las demás ciudades del Lacio.
En el valle del Ganges surgieron varias repúblicas aristocráticas gobernadas por oligarcas. Una de las más importantes fue Sakya, cuya capital estaba en Kapilavattu. Contaba con un parlamento de 500 miembros, dirigido por un presidente elegido periódicamente. Otras de estas repúblicas se unieron en una confederación liderada por los Vrji, de la que formaban parte también los Videha, los Jñatrka, los Licchavi, y otros. La ciudad de Vaisali, capital de los Licchavi, debió de ser una de las ciudades más ricas de la época.

La cultura judía sobrevivió en Egipto y en la propia Babilonia. Nabucodonosor II era un monarca ilustrado. Se limitó a hacer lo que consideró necesario para que los judíos dejaran de ser una amenaza, pero, una vez instalados en Babilonia, los trató con total indulgencia. No prohibió ni desalentó en absoluto el culto a Yahveh. Pese a todo, el exilio debió de ser traumático para los judíos, pues su creencia de que el Templo de Jerusalén era inviolable se había desmoronado. Más aún, la última tendencia del yahvismo había sido la de inculcar que el Templo era el único lugar donde se podía rendir culto a Yahveh. Los judíos creían que Yahveh sólo tenía poder sobre su territorio, y que al ser arrancados de él se les había alejado completamente de su dios.



La antigua leyenda sobre la Torre de Babel debió de impactarles mucho, sobre todo porque pudieron presenciar la construcción de un magnífico zigurat dedicado a Marduk que había quedado inconcluso tiempo atrás a causa de las guerras con Asiria, pero que Nabucodonosor II ordenó terminar. Probablemente, la impresionante visión de un ejército de sacerdotes subiendo y bajando por la inmensa estructura debió de terminar deformándose hasta convertirse en un extraño pasaje del Génesis, donde Jacob ve unos ángeles subiendo y bajando del cielo por una gran escalera. Los mitos propiamente judíos también se vieron afectados. Probablemente, la patria original de Abraham había sido Harrán, pero ahora se convirtió en la que el Génesis llama anacrónicamente "Ur de los caldeos", cuando los caldeos no aparecieron hasta muchos siglos después de Abraham.
 En un momento dado, un poeta llamado Tespis tuvo la ocurrencia de hacer callar al coro de tanto en tanto y dejar que un actor solista relatara e interpretara una historia tomada de los viejos mitos. Fue el primer paso de una compleja evolución que experimentaría el género en los siglos siguientes.
Pisístrato construyó templos en la acrópolis e inició el proceso de embellecimiento de Atenas que terminaría convirtiéndola en la gran capital que llegó a ser. Instituyó los Juegos Panhelénicos, que reunían en Atenas no sólo a los atletas, sino a los políticos más importantes de Grecia.
 El nuevo rey fue Nabónido, quien no demostró ningún interés por la política. En su lugar, se dedicó a estudiar reliquias antiguas. Desenterró y restauró antiguas tablillas cuneiformes, desatendió Babilonia y, en cambio, se interesó por ciudades más antiguas, como Ur y Larsa. Para colmo, Nabónido no había nacido en Babilonia, sino que era natural de Harrán (actualmente bajo dominio medo), hijo de una sacerdotisa de Sin, dios de la Luna, por lo que también desatendió a Marduk y, en cambio, se interesó por Sin y las ciudades que lo veneraban. Es evidente que todo esto causó un gran descontento en la corte. En todo lo tocante a la política delegó en su hijo Baltasar. Un rey títere era lo menos conveniente para Babilonia cuando Ciro II estaba expandiendo sus dominios. Nabónido creyó que Media y Persia se enzarzarían en una larga guerra civil y así dejarían tranquilo a su Imperio. 


Se dice que antes de acometer tal empresa consultó al oráculo de Delfos sobre su conveniencia, y la respuesta fue: "Si Creso cruza el Halis, destruirá un gran imperio". Creso no preguntó qué imperio sería destruido, sino que inició el ataque en 547 y no tardó en lograr la completa destrucción de su propio imperio. En efecto, las tropas de Ciro II rechazaron fácilmente a los invasores. 
No tardó en declararse la guerra. En 540 la flota etrusco-cartaginesa derrotó a la griega frente a la colonia griega de Alalia, en Córcega, que (según los vencedores) se había convertido en una base de piratas. El resultado fue que los etruscos se quedaron con toda Córcega, mientras que los cartagineses tomaron Cerdeña. Los griegos mantuvieron a duras penas algunas colonias en Sicilia, en constante conflicto con las colonias cartaginesas de la isla. Con la batalla de Alalia terminó prácticamente el periodo de colonización griega.
Si el Templo había sido destruido y los judíos habían sido sometidos a los caldeos, ello no se debía a que Marduk ayudaba más eficientemente a los caldeos que Yahveh a los judíos, sino únicamente a que Yahveh había usado a los caldeos como instrumento para castigar los pecados de los judíos, pero ahora que se habían arrepentido Yahveh les devolvería su reino a través del mesías. Para el segundo Isaías, este ungido o mesías no era sino Ciro II. El que el propio Ciro no estuviera al corriente de este hecho carecía de importancia:
Sin embargo, tras la batalla de Alalia, Etruria se había convertido en la mayor potencia de la zona, y debía de estar en condiciones de influir en Roma y lograr que el poder acabara en manos de un rey leal a sus intereses. Éste fue Tarquino el Soberbio. Por ejemplo, los historiadores relataban que el nuevo rey hizo ejecutar a varios senadores, en lo cual podemos ver una "depuración" del Senado, por la que se deshizo de los principales oponentes a la dominación etrusca.
En las crónicas del Imperio Persa aparecen por vez primera pueblos "nuevos" como los armenios o los partos. Eran pueblos indoeuropeos que llegaron tras los medos y fueron ocupando distintos territorios. Los partos, por ejemplo, eran un pueblo ario cuyo nombre es de hecho una variante de "persa". Otro grupo de arios conservaron su nombre primitivo y la región que ocuparon recibió el nombre de Aria, que se conserva aún en el actual "Irán".  El propio Ciro II dirigió varias campañas hacia el este, anexionándose Margiana, Bactriana y la lejana Sogdiana. Así el Imperio Persa alcanzó una extensión mayor que la que había tenido el Imperio Asirio.


Éstas se interesaron por los aspectos más filosóficos del brahmanismo: la relación entre el cuerpo y el alma, la reencarnación, etc., relegando a segundo plano los rituales, a los que a menudo dieron una interpretación alegórica. Una de estas corrientes fue desarrollada por un grupo de místicos que se retiraron a los bosques y compilaron una serie de abstrusos tratados conocidos como los Upanisads (que significa algo así como "sentarse junto al maestro"). La filosofía de los Upanisads es monista, en el sentido de que considera a la materia una ilusión y concibe el Universo como una unidad espiritual, en contraste con la filosofía dualista conocida como Samkhya, atribuida a Kapila (que tal vez vivió en el siglo precedente), según la cual existen dos realidades eternas: una es la materia, o mundo de las apariencias, y la otra la componen un número infinito de almas individuales. 
El hombre debe respetar este principio de orden tomando ejemplo de los sabios y los grandes hombres del pasado. Las virtudes confucianas son el ren, compasión o simpatía que induce a socorrer a los semejantes, y el yi, la equidad que lleva al respeto de los bienes ajenos y de la posición social. 
El universo es fuego en distintos estados. No hay dioses. ¿Cómo iba a existir un dios eterno e inmutable, si ya ha quedado claro que todo es cambiante? A lo único a lo que en cierto sentido podríamos llamar "dios" es al fuego, pero teniendo bien claro que el fuego no es bueno ni malo, ni distingue entre el bien y el mal.  Llamamos "bien" a lo que nos conviene llamar "bien", pero nuestro juicio no está avalado por el de ningún dios antropomorfo. La existencia de algo conlleva necesariamente la posibilidad de cambiar a su contrario. No puede haber día sin noche, riqueza sin pobreza, vida sin muerte. El cambio de algo en su contrario es una necesidad inevitable. El sabio debe comprender la necesidad de que existan los opuestos, y resignarse ante el dolor, la pobreza o la enfermedad como complementos necesarios del placer, la riqueza o la salud.
Ese mismo año, un sacerdote medo llamado Gaumata afirmó ser Smerdis, hermano del rey persa Cambises II, y fue proclamado rey por algunos nobles medos mientras Cambises II estaba en Egipto. Sin embargo, el sacerdote no podía ser quien dijo ser, pues el propio Cambises II había mandado asesinar a su hermano antes de su partida, en previsión de una posible traición como la que, aun así, tuvo lugar. Cambises II se enteró de lo sucedido mientras volvía de Egipto. Hizo saber que el verdadero Smerdis estaba muerto, pero no pudo hacer más, porque pronto fue asesinado. Junto a él estaba un pariente lejano, también, pues, de la familia aqueménida, quien inmediatamente se puso al frente de las fuerzas leales a Cambises II, marchó sobre Media, mató al falso Smerdis, se hizo proclamar rey y, tras unos meses de incertidumbre, en 521, logró el control absoluto del imperio. 


Continuación 
                                                  


Darío I no destacó tanto por sus hazañas militares como por la eficiencia con la que organizó el imperio. Lo dividió en veinte provincias independientes llamadas satrapías, al frente de cada una de las cuales puso a un virrey o sátrapa (protector del reino). No obstante extendió ligeramente la frontera del imperio hacia el este. En 518 creó las satrapías de Gandhara y el Sind, en el valle del Indo. Hizo construir buenos caminos y creó un sistema de mensajeros a caballo de valor incalculable a la hora de mantener unidos sus territorios. 
Mientras tanto, una vez organizado el imperio, Darío I se interesó por la expansión territorial. Puso los ojos en Europa y en 512 avanzó sobre Tracia. Avanzó por la costa del mar Negro hasta la desembocadura del Danubio. En esta campaña cayeron en poder persa nuevas colonias griegas, entre ellas el Quersoneso tracio, conquistado por Milcíades para Atenas tiempo atrás, así como algunas de las islas del norte del Egeo
La región colindante con el Ática era Beocia, y entre sus mayores ciudades estaba Tebas, que aspiraba a tener la hegemonía en la región. La pequeña ciudad de Platea se negaba a aceptar la dominación tebana, y Atenas decidió ayudarla. Por su parte, Tebas se alió con Esparta. El rey Cleómenes I estaba deseoso de resarcirse del triste papel que había representado el año anterior, y en 506 atacó a Atenas desde el sur mientras Tebas lo hacía desde el este.
La principal rival comercial de Corinto era Egina, que por estas fechas era pionera en el uso sistemático de la moneda en las relaciones comerciales, y sucedía que Atenas y Egina eran rivales, por lo que Corinto pensó que destruir Atenas sería hacerle el juego a Egina. Esparta no estaba dispuesta a que se cuestionara su autoridad en el Peloponeso, por lo que prefirió dejarse convencer por Corinto y dejó plantada a Tebas. Los atenienses derrotaron a los tebanos y confirmaron la independencia de Platea. A raíz de esta derrota, Tebas mantendría una actitud hostil hacia Atenas durante todo el siglo siguiente. Seguidamente Atenas atacó a Calcis y obtuvo una victoria aún mayor. Obligó a Calcis a cederle la soberanía de la parte sur de la isla de Eubea, al norte del Ática. Sus habitantes pasaron a ser considerados ciudadanos atenienses con todos los derechos que ello conllevaba. 

Los restos arqueológicos escitas muestran un estilo artístico bastante homogéneo, desde el norte del Mar Negro hasta Siberia. En las cercanías de Mongolia se han encontrado tumbas escitas muy bien conservadas por el hielo. Contenían los cuerpos de altos personajes acompañados de sus caballos. El hielo ha conservado objetos perecederos, como vestidos de tela, cuero, piel y fieltro, y útiles domésticos de madera. Las tumbas son de gran riqueza, con telas bordadas, decoradas con perlas y láminas de oro. Sin embargo, hacía ya casi cien años que un nuevo pueblo indoeuropeo avanzaba hacia Europa desde Asia.
La oligarquía espartana tenía sus razones para esto. En otras ciudades, el comercio estaba dando poder a los grandes mercaderes, que rivalizaban con la antigua nobleza y a menudo contribuían a derrocarla favoreciendo tiranías. La cultura griega seguía progresando. Hecateo de Mileto viajó por el Imperio Persa y escribió libros de geografía e historia en los que descartó cualquier explicación mitológica. De hecho, mostró escepticismo y burla hacia las presuntas intervenciones divinas en los asuntos humanos.
En Elea destacaba Parménides, un pitagórico discípulo de Jenófanes que desarrolló una teoría filosófica opuesta a la de Heráclito. Frente a la opinión de éste según la cual la realidad es un continuo cambio, Parménides sostenía que lo auténticamente real es inmutEn 481 las ciudades griegas celebraron un congreso en Corinto presidido por Esparta, si bien Atenas estaba alcanzándola en prestigio, después de la victoria en Maratón. Se consiguió formar así una coalición única en la historia de Grecia. No obstante, Argos se negó a incorporarse por su enemistad con Esparta y Tebas hizo lo propio por su enemistad con Atenas. El congreso aprobó solicitar ayuda de las ciudades griegas más alejadas: Corcira, Creta y Sicilia. Corcira tenía una buena flota, pero decidió permanecer neutral al ver a los persas demasiado lejos. Creta era débil y sus ciudades mantenían sus propias disputas al estilo de las de la Grecia continental, con lo que realmente no podía ofrecer ninguna ayuda. Por último, en Sicilia sólo respondió la ciudad de Siracusa, aunque no parece que la respuesta fuera muy seria, pues el tirano Gelón se ofreció a colaborar siempre que se le pusiera al mando del ejército conjunto, cosa que nunca habría sido aceptada por Esparta, por lo que su oferta fue rechazada.able. 


Un movimiento antioligárquico obligó a huir a muchos miembros de la academia, entre ellos el maestro, pero el pitagorismo político continuó influyendo en la ciudad durante algún tiempo. Las malas lenguas dicen que Pitágoras, en su huida, fue a dar en un campo de habas y, dado el odio que les tenía, se negó a esconderse en él y fue asesinado por sus perseguidores, pero lo cierto es que Pitágoras sobrevivió y se trasladó a la ciudad de Metaponte, donde permaneció hasta su muerte.
Así fue, los espartanos resistieron tenazmente al ejército persa, pero éste encontró finalmente un estrecho camino por las montañas que conducía hasta la retaguardia griega. Jerjes I envió un destacamento y los griegos se dieron cuenta de que iban a ser rodeados. Leónidas ordenó la retirada, pero él mismo y sus 300 mejores hombres decidieron quedarse (la retirada hubiera sido deshonrosa). Con ellos se quedaron unos 1.000 beocios, parte de los cuales se rindieron al siguiente combate, mientras que el resto resistió con Leónidas luchando mientras pudieron hacerlo, y al final murieron todo
En 474 Hierón I envió una flota en auxilio de la ciudad de Cumas, amenazada por los etruscos. Se libró una batalla que terminó en una victoria completa para los griegos. Los etruscos nunca se recuperaron de esta derrota. Tuvieron que abandonar la Campania y contentarse con evitar que los galos descendieran más allá del valle del Po. Etruria también perdió su influencia sobre el Lacio. Por ejemplo, hasta esta fecha era frecuente encontrar nombres etruscos en las listas de cónsules romanos, pero a partir de la derrota de Cumas ya no aparece ninguno.
Temístocles, justificado sin duda, pero desagradable a los ojos de los atenienses. Además Temístocles no era exactamente un modelo de honradez. Parece ser que aprovechó su poder para enriquecerse y aceptó sobornos. En 472 fue desterrado por una votación de ostracismo. Se fue a Egina y desde allí continuó confabulando contra Esparta. Por su parte, Cimón llevó adelante una política proespartana. Su opinión era que la alianza entre Esparta y Atenas que se había producido durante la guerra debía prolongarse para hacer frente a los persas.

La más famosa de sus paradojas es la que demuestra que el corredor Aquiles nunca podrá alcanzar a una tortuga que le lleve una mínima ventaja: para ello debería alcanzar el punto de partida de ésta, pero, para entonces, el animal ya habrá recorrido una pequeña distancia adicional que Aquiles debería recorrer también, pero para cuando lo consiga la tortuga ya estará un poco más adelante y Aquiles deberá recorrer también este nuevo tramo, pero entonces, etc. Zenón de Elea es considerado el "padre de la dialéctica", es decir, del arte de razonar para alcanzar la verdad.
Ante la imposibilidad de cualquier clase de autonomía política, los judíos se aferraron a las costumbres tradicionales consignadas en los textos sagrados como única forma de preservar su identidad. La circuncisión, la prohibición de trabajar en sábado o de tomar ciertos alimentos impuros, etc. se aplicaron con el máximo rigor y los judíos rehuyeron el trato con cualquiera que no observara estas y otras muchas costumbres diferencLos judíos le dieron el nombre de Satán, si bien no estuvieron dispuestos a concederle el mismo poder que a Yahveh. Las deidades al servicio de Ahura-Mazda se convirtieron en toda una jerarquía de ángeles, o mensajeros de Dios, mientras que las divinidades supeditadas a Ahrimán, se convirtieron en demonios capitaneados por Satán. Se formaron historias que presentaban a Satán como un "ángel caído" que se había rebelado contra Yahveh. La idea del Salvador que llegaría al final del mundo para juzgar a vivos y muertos se asimiló a la del Mesías. El infierno tradicional judío, muy similar al de los griegos, donde iban a parar todos los muertos (con contadas excepciones) se transformó en el limbo, donde los muertos esperaban el juicio final. La mayor parte de estas ideas no llegó a incorporarse a la Biblia y parece ser que la clase sacerdotal más conservadora nunca las aceptó.
Roma se hallaba en serias dificultades ante los ecuos, una tribu que habitaba las regiones montañosas del este del Lacio y que se habían aliado con los volscos y habían logrado acorralar a uno de los cónsules con su ejército. La ley romana admitía que el consulado fuera suspendido temporalmente en casos de extrema necesidad, de modo que se confería poder absoluto a un solo hombre durante un periodo de seis meses. Este gobernante era llamado dictador (el que dice lo que hay que hacer). El Senado decidió nombrar dictador a Lucio Quincio Cincinato (Cincinato significa "de pelo rizado"). La leyenda lo presenta como un modelo de virtud: un patricio conservador al estilo de Coriolano que había decidido retirarse de la política porque un hijo suyo había sido exiliado por ofender a los tribunos. Siempre según la leyenda, cuando Cincinato recibió la noticia estaba arando su campo. 
En 430 se publicó el libro de historia griega más antiguo que se conserva íntegro. Su autor es Heródoto, nacido en la ciudad de Halicarnaso, al sur de Jonia. Tendría ya más de cincuenta años cuando se decidió a escribir. Había viajado por Persia y Egipto interesándose por todo. El tema principal de su libro era la guerra con Persia.


 El rey Artajerjes I había renunciado a imponerse sobre los griegos e incluso se había resignado a soportar su continuo aguijoneo en las fronteras. Hacia el este, la India continuaba un lento proceso de organización política. Una tribu aria llegó a la isla de Ceilán, cuyo nombre procede del nombre de esta tribu: los Sinhala, (de simha, león). Los invasores expulsaron a los nativos e introdujeron el cultivo del arroz y un excelente sistema de riego. Desde entonces se les conoce como cingaleses.
Al mismo tiempo, Atenas tuvo que enfrentarse con una epidemia de peste. Fue llamado a la ciudad un joven médico, de hecho el primero que practicó la medicina como ciencia, sin mezclarla con la religión. Se llamaba Hipócrates y había nacido en la isla de Cos, frente a la costa de Asia Menor, cerca de la ciudad de Halicarnaso. Su padre era curandero, y vivía de los muchos enfermos que acudían a la isla para bañarse en sus aguas termales. Hipócrates los examinaba y elaboró una casuística sobre la que basó sus diagnósticos. Sus escritos fueron organizados en un Corpus Hippocraticum, pero parece ser que la mayor parte del texto fue escrito por sus discípulos tras su muerte. No parece que Hipócrates hiciera muchas aportaciones científicas, pero lo importante es que recuperó la dignidad de la medicina, bastante desprestigiada a la sazón, pues hasta entonces estaba en manos de charlatanes y sacerdotes. Hipócrates se comprometió a sí mismo y a sus discípulos con un juramento que no sólo obligaba a ejercer la medicina como ciencia, sin engaños, sino también a guardar unas normas de higiene y decoro que inspiraran confianza a los pacientes.
Una vez desaparecidos los principales defensores de la guerra en ambos bandos, se abría la posibilidad de llegar a un acuerdo de paz. Esparta quería recuperar a sus rehenes, y Atenas estaba prácticamente arruinada. Había tenido que apropiarse de los tesoros de los templos y duplicar el tributo a las ciudades de la confederación ateniense. En 421 el rey Plistoanacte firmó la Paz de Nicias, llamada así porque Nicias fue el principal negociador ateniense. Esparta recuperó sus rehenes y la situación quedó más o menos como al inicio de la guerra, salvo que Anfípolis se convirtió en una ciudad independiente. 

Segesta era la más débil, y pidió ayuda a Atenas. Alcibíades consideró que Sicilia podía ser una útil fuente de suministros durante la guerra contra Esparta, así que propuso enviar barcos a Sicilia. Esto suponía enfrentarse con Siracusa, que era la mayor potencia de la isla y odiaba toda intervención externa. Además había sido una colonia de Corinto, por lo que estaba a favor del bando espartano. Nicias se opuso a la intervención, pero Alcibíades logro convencer a los atenienses de que el dominio de la próspera y rica Sicilia reportaría grandes beneficios para la ciudad.
 En 414 Esparta envió un ejército al mando de un general llamado Gilipo. Nicias estaba construyendo una muralla alrededor de Siracusa, pero cuando llegaron los espartanos aún no estaba terminada, lo que les permitió entrar y unirse a los sitiados. Siracusa había estado a punto de rendirse, pero con la llegada de los refuerzos se recuperó e hizo retroceder a los atenienses. Nicias pidió refuerzos, y en 413 llegó una nueva expedición ateniense al mando de Demóstenes, (el general que había tomado Pilos). Efectuó un ataque, pero fue rechazado. Demóstenes era mejor general que Nicias, y comprendió que lo mejor era retirarse. Sin embargo, Nicias estaba al mando y se tomó un tiempo para pensárselo (sabía que la responsabilidad de la derrota era suya y no quería volver a Atenas en esas condiciones). El 24 de agosto de 413 hubo un eclipse de luna. Nicias era supersticioso y prohibió toda acción hasta que fueran realizados ciertos rituales. Cuando terminaron, la flota de Siracusa había cortado la salida al mar de los atenienses. Tras dos batallas navales, los atenienses se vieron obligados a abandonar sus barcos. En tierra no tardaron en ser capturados. 
Clearco no se fiaba, así que el rey persa le dijo que con mucho gusto le recibiría a él y a sus oficiales para darle todo tipo de detalles sobre rutas posibles y ayuda para volver a Grecia. Clearco aceptó y en cuanto los generales griegos entraron en la tienda del monarca fueron asesinados. Los persas esperaban que el ejército griego, sin oficiales, se rendiría y sería dominado fácilmente, pero no fue así. Eligieron como jefe a un soldado raso, un ateniense llamado Jenofonte, que los condujo unidos hacia el norte, sin que los persas se atrevieran a atacarles. En un momento dado pasaron junto a un enorme montículo y tuvieron que preguntar qué era aquello. 

Pronto los jefes más importantes obligaron a los demás a reconocer su autoridad, y a su vez eligieron un "rey supremo", si bien esta jerarquía política era muy débil.
En 400 murió Tucídides. Por aquel entonces su Historia de la guerra del Peloponeso iba por el año 411, y ahí la dejó. Ahora Grecia estaba recuperándose de aquella guerra. El rey Arquelao de Macedonia debió de pensar que Grecia debía de estar agotada, así que pasó de la política diplomática que había mantenido en el periodo anterior a invadir Tracia.
 La ciudad no tardó en reaccionar. Uno de los que habían promovido la acusación contra Sócrates fue lapidado, y los otros se vieron obligados a abandonar Atenas. Por su parte, Platón decidió marcharse también y se exilió en Megara, poco después marchó a Cirene y luego a Egipto, donde estudió matemáticas y teología.
Otro discípulo famoso de Sócrates fue Antístenes, quien desarrolló las ideas de su maestro sobre la necesidad de renunciar a toda dependencia como único medio posible para alcanzar la felicidad. 
Los galos empezaron a pesar el oro que iban reuniendo los romanos, cuando un general romano observó que un objeto cuyo peso conocía era tasado por menos valor. Las pesas galas eran falsas. El general protestó, y entonces Brenno exclamó la famosa frase: Vae uictis! (¡Ay de los vencidos!), y arrojó su espada al plato de la balanza en el que estaban las pesas, para desproporcionarla más aún. Entonces, los romanos, indignados, se rebelaron contra los galos dirigidos por Camilo, quien los alentó con la no menos famosa y no menos ficticia frase de "Roma compra su libertad con hierro, nSe llamaban peltastas, por el escudo ligero que llevaban, llamado pelta. Todo el armamento de los peltastas era ligero. En un combate frente a frente, no podrían hacer nada frente a los hoplitas, pero Ifícrates los había entrenado para aprovechar su agilidad, para atacar y huir rápidamente y volver a atacar. El primer enfrentamiento entre peltastas y hoplitas se produjo cuando unos 600 espartanos pasaron cerca de Corinto. Fue todo un éxito. 



También impuso su dominio sobre Épiro, al otro lado del mar.
Es conocida la leyenda de Damocles, un cortesano que envidiaba abiertamente la fortuna de Dionisio, y un día éste le ofreció ser tirano durante una noche. Damocles aceptó y esa noche se sentó en el sitio de honor durante un banquete, sin embargo pronto descubrió que Dionisio había mandado colgar de un hilo una espada sobre su cabeza. 
 Platón tenía muchos admiradores, y no tardó en ser rescatado por un tal Aníceres de Cirene, que pagó las tres mil dracmas requeridas y luego se negó a aceptarlas de los amigos de Platón. Platón volvió a Atenas, donde fundó una escuela filosófica. Al parecer, el propietario anterior del terreno donde fue instalada se llamaba Academo, por lo que la escuela fue conocida como "la Academia", y alcanzó tal fama que este nombre se aplicaría después para nombrar cualquier centro de enseñanza. En efecto, la Academia fue una especie de universidad elitista. Sus alumnos vestían lujosas capas y se distinguían por su esmerada forma de hablar y de comportarse. No pagaban matrícula, pero, como provenían de las familias más ricas de Atenas, era frecuente que la Academia recibiera sustanciosos donativos. Allí aprendían matemáticas, astronomía, música, derecho y ética, entre otras cosas. El sistema de enseñanza incluía clases, diálogos, conferencias y debates públicos. 
Esparta trató de organizar una flota, pero en 376 fue interceptada en Naxos por la flota ateniense y quedó prácticamente destruida. Siracusa envió barcos en ayuda de Esparta, con lo que las fuerzas quedaron equilibradas de nuevo.
Un nuevo líder unificó Tesalia mediante maniobras políticas y el uso de tropas mercenarias. Se llamaba Jasón, y había nacido en la ciudad de Feres, en el centro de Tesalia. En 371 fue elegido general en jefe de los clanes tesalios. Puesto que Esparta se oponía a toda confederación en Grecia, Jasón se alió con Tebas. En este momento la guerra entre Esparta y la coalición Tebas-Atenas había llegado a un punto muerto y ambos bandos eran partidarios de firmar la paz. Sin embargo, el rey Agesilao II se dejó llevar por su odio hacia Tebas, y exigió que cada ciudad de Beocia debía firmar la paz por separado, de modo que no aceptaría que Tebas firmara por todas. 
En estas condiciones, Tebas no habría tenido nada que hacer contra Esparta, pues los espartanos eran los mejores soldados. Sin embargo, Epaminondas empleó otra estrategia. Dividió su ejército en tres partes. Dispuso el centro y la derecha según la disposición habitual, pero la parte izquierda (que se enfrentaría a los mejores soldados espartanos, según la costumbre de éstos) la ordenó en una columna de cincuenta filas de profundidad. 

También murió el rey Amintas III de Macedonia, que fue sucedido por su hijo Alejandro II. Macedonia trató de imponerse sobre la decadente Tesalia, y así durante un tiempo los dos Alejandros estuvieron en guerra.
Entre tanto Tebas seguía triturando a Esparta. Epaminondas liberó a Mesenia. En 369 los mesenios fundaron la ciudad de Mesene alrededor de la fortaleza del monte Ítome, donde tiempo atrás resistieron los ilotas. Esparta se vio reducida únicamente a Laconia. En este momento Alejandro II de Macedonia pidió ayuda a Tebas contra los tesalios. Tebas envió un ejército al norte al mando de Pelópidas, quien firmó un tratado con el rey macedonio. Esto dio un respiro a Esparta. Además, Atenas se inquietó con el ascenso de Tebas y se puso de parte de Esparta. También Siracusa envió tropas y con esta ayuda el rey Agesilao II pudo defender Laconia de dos intentos de invasión por parte de Tebas.
En 368 Dionisio de Siracusa se vio en condiciones de resarcirse de la derrota que once años atrás había sufrido frente a Cartago. Marchó de nuevo hacia el oeste y sitió la nueva plaza fuerte cartaginesa: Lilibeo. 
En su estancia en Tebas había aprendido mucho de Epaminondas. Atacó en todas direcciones: primero contra los peonios (al norte), luego contra los ilirios (al oeste). En 358 había puesto fin a las incursiones fronterizas. Las relaciones con Épiro eran buenas, gracias a su matrimonio. De hecho fue Filipo quien puso en el trono de Épiro a su cuñado, Alejandro I. Entonces se fijó en el este, en la Calcídica, donde Olinto dirigía una confederación que competía con Atenas. Filipo supo intervenir en las continuas disputas entre Olinto y Atenas ayudando a una o a otra parte pero siempre en beneficio propio. Su mayor logro fue apoderarse de Anfípolis. Cuando Olinto y Atenas empezaron a darse cuenta de que estaban jugando con ellas, Filipo usó de la diplomacia y las mantuvo en calma. Luego amplió y reforzó una ciudad situada a unos cien kilómetros de Anfípolis y la rebautizó como Filipos. 
En 352 Filipo II se dirigió a Tracia y dominó las rutas por las que Atenas se aprovisionaba desde sus colonias en el mar Negro. Esto causó la alarma en Atenas. Una de las voces más elocuentes que denunciaron la amenaza macedonia fue la de Demóstenes. Tendría entonces unos treinta y dos años. Su infancia debió de ser difícil, pues su padre murió poco después de su nacimiento y un pariente huyó con la fortuna familiar. Se cuentan muchas anécdotas sobre su juventud, como que se afeitaba sólo la mitad de la cara para obligarse a permanecer alejado de la gente, estudiando. 



Se construyeron grandes murallas de adobe para marcar fronteras entre los distintos reinos y, sobre todo, frente a las estepas del norte.
El estado de Qin seguía progresando con el duque Xiao y su consejero Shang Yang, el cual en 350 dividió el territorio en 31 comandancias, presididas por un director nombrado por el gobierno central. A través de este sistema centralista se potenció una agricultura eficiente y un ejército fuerte. Por el contrario, la artesanía y el comercio fueron descuidados. Los señores feudales perdieron todo su poder. Se suprimió el vasallaje y se modificó el código penal, de tal modo que toda la población tenía los mismos derechos. Las relaciones de vasallaje fueron sustituidas por un sistema de responsabilidad colectiva que resultó ser muy eficiente. 
Los banqueros fomentaron el comercio, el cual hizo crecer a una burguesía sedienta de oro. Ante esta situación surgieron algunas reacciones individuales. Una de las más famosas fue la de Diógenes. Había nacido en Sinope, una ciudad de Asia Menor. Su padre había sido banquero, pero fue desterrado por falsificar moneda. Diógenes se hizo discípulo de Antístenes y llevó más allá sus ideas. Según él, la virtud es el bien soberano. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que desterrar. El sabio debe liberarse de los deseos y reducir al mínimo sus necesidades. Platón lo llamaba "Sócrates delirante", porque caminaba descalzo, dormía en los pórticos de los templos y tenía por única habitación un tonel. Cuentan que un día vio a un niño beber agua con las manos en una fuente. Diógenes dijo: "Este muchacho me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas", y acto seguido tiró su escudilla. Profesaba un gran desprecio por la humanidad. En una ocasión apareció en pleno día por las calles de Atenas llevando una linterna encendida y diciendo: "Busco un hombre". Los atenienses se burlaban de él, pero al mismo tiempo le respetaban y le temían. No cabe duda de que Diógenes disfrutaba escandalizando a sus conciudadanos. Sostenía que el hombre era un animal y que debía vivir como tal, en armonía con la naturaleza. 
El Lacio pasó a ser considerado territorio romano y sus ciudades perdieron toda forma de autogobierno. Fueron gobernadas por las leyes de Roma y cualquier litigio que surgiera tenía que ser resuelto en Roma. Por otra parte, cualquier latino podía obtener la ciudadanía romana y todos los derechos que ella comportaba si se trasladaba a Roma.
Entre tanto murió asesinado Artajerjes III y fue sucedido por su hijo Arses, pero, a diferencia de sus predecesores, no supo hacer frente a los desórdenes que seguían indefectiblemente a la muerte del rey, y el Imperio cayó en la anarquía. Este mismo año murió Isócrates, y también el duque Xiao de Qin, en China.

 El rey debió de estar muy complacido de la labor de Aristóteles, pues lo nombró gobernador de Estagira, su ciudad natal, y parece ser que hizo bien su trabajo, pues desde entonces su aniversario fue declarado día festivo. Alejandro le escribió una vez a Aristóteles: "Mi sueño, más que acrecentar mi poderío, es perfeccionar mi cultura." Pero el joven no sólo contentaba a su profesor de filosofía. Su profesor de literatura, Lisímaco, pudo comprobar que Alejandro se había aprendido de memoria la Ilíada, y Leónidas logró hacer de él un excelente jinete, esgrimista y cazador. Su personalidad era compleja. Había algo de vanidad: En cierta ocasión le invitaron a participar en las olimpiadas, pero su respuesta fue "lo haría si los demás participantes fueran reyes". Era excesivamente sensible: se decía que a menudo lloraba al oír una canción emotiva. Dicen que era capaz de escribir largas cartas a un amigo ausente a causa de una nadería.
 Pero Alejandro volvió, su ejército se enfrentó al tebano, que no tardó en huir. Los macedonios persiguieron a los tebanos, y dicen que entraron en la ciudad al mismo tiempo. Alejandro mandó destruir todas las casas de Tebas una por una, excepto los templos y el que fuera hogar de Píndaro. Con Atenas, en cambio, fue indulgente y no tomó represalias. Parece ser que Alejandro sentía una cierta inferioridad frente a la cultura ateniense. Cuentan que una vez, cuando dos amigos atenienses le visitaron en Pella, les dijo "Vosotros que venís de allá, ¿no tenéis la sensación de hallaros entre salvajes?" El caso es que Alejandro llegó a Corinto, donde la confederación se rehízo una vez más. 
Por otra parte, el ejército persa contaba con carros equipados con cuchillas en sus ruedas. Alejandro llegó a donde Darío III le esperaba. Las líneas persas desbordaban a las griegas por ambos flancos, pero Alejandro se contentaba con no dejarse rodear. Conocía a Darío III y su plan era muy simple: aguardar la ocasión para atacarle a él personalmente y provocar su huida como había sucedido en Isos. El combate estaba desplazando al ejército griego hacia los bordes de la llanura. Temiendo que sus carros no serían efectivos fuera del llano, Darío III los lanzó prematuramente, pues el ejército de Alejandro todavía estaba perfectamente organizado, y no tuvo dificultad en matar a los aurigas con flechas mientras se acercaban a la carrera. A los pocos que llegaron se les dejó pasar y los griegos ganaron confianza mientras seguían avanzando.
 El caso es que Alejandro partió hacia Susa, y luego fue a Persépolis, donde incendió los palacios persas en represalia por el incendio de Atenas que ordenara Jerjes. Luego avanzó hacia el norte, hasta Pasargadas, donde visitó la tumba de Ciro. Después supo que Darío III estaba en Ecbatana y mandó a buscarle, pero el rey persa huyó hacia el este. Finalmente, en 330, uno de sus sátrapas, Besso, que gobernaba sobre Bactriana, decidió asesinarlo y entregar su cuerpo a Alejandro. 

Gustaba de las adulaciones y las reverencias, y hasta parecía que empezaba a creerse que era hijo de Zeus. Estas actitudes empezaron a crear reticencias entre sus hombres o, al menos, así se lo pareció a él. A finales de 330, cuando se encontraba en el actual Afganistán, acusó de conspiración a Filotas,  uno de sus generales, lo llevó a juicio y lo hizo ejecutar. Filotas era hijo de Parmenio, que estaba a cargo de las tropas de Media, unos 1.500 kilómetros al oeste. 
 Según la costumbre, varios hombres se levantaron para brindar adulando a Alejandro, diciendo que era mucho más grande que su padre. Alejandro parecía más complacido cuando más se menospreciaba a Filipo II. Sin embargo, un viejo veterano llamado Clito no aguantó más y se levantó para defender a Filipo II. Dijo que él había puesto los cimientos de la grandeza macedónica y que Alejandro había obtenido sus victorias con el ejército de Filipo. 
Un ejército romano de Campania recibió un falso informe difundido por los samnitas, según el cual una ciudad de Apulia, aliada de Roma, estaba siendo atacada. Los romanos decidieron acudir en su ayuda, para lo cual tenían que atravesar el Samnio. El camino les llevaba por un estrecho valle situado junto a la ciudad samnita de Caudio, por lo que era conocido como las Horcas Caudinas.  Cuando los romanos llegaron al final del desfiladero lo encontraron bloqueado por árboles y rocas. Dieron media vuelta y se encontraron con un ejército samnita. Estaban atrapados (deshonrosamente, además). Los samnitas optaron por no pelear. Dejaron que los romanos acabaran con sus víveres y esperaron a que murieran de hambre. Evidentemente, los romanos se vieron obligados a rendirse. Los samnitas exigieron el fin de la guerra con algunas condiciones adicionales en su favor. Los generales romanos no podían firmar la paz.


Por esta época vivió Mengzi, un filósofo confuciano del que se conserva el libro que lleva su nombre y en el que desarrolla rigurosamente las teorías de Confucio. También se redactó en esta época el Zhuangzi, una de las obras fundamentales del taoísmo filosófico.
 Los celtas llamaron Germanos a estos nuevos pueblos. Al abandonar el mar, los germanos se convirtieron en guerreros-agricultores. Estaban gobernados por una oligarquía de nobles, sometidos a un rey cuya autoridad era de origen divino. Adoraban esencialmente a la naturaleza, campo de batalla para Odín, o Wotan, dios de las tempestades y de las victorias, Tyr, dios de las asambleas, y Thor, o Donar, dios del rayo. Practicaban su culto en lugares elevados, o al pie de árboles majestuosos, en fuentes, etc. A diferencia de los celtas, no existía una clase sacerdotal semejante a los druidas, sino que eran los nobles o los jefes de las familias los que hacían las veces de sacerdotes. En cambio, sí que tenían cantores análogos a los bardos que en las fiestas sagradas relataban historias sobre los dioses, historias que fueron componiendo una extensa mitología germana. Por ejemplo, los germanos creían que los guerreros, al morir, eran conducidos hasta Odín por unas hermosas amazonas, las Valquirias, y en el paraíso gozaban para siempre de la vida feliz de los banquetes y los grandes combates.
Durante las guerras contra el Samnio, la legión se especializó. Se dividió en un grupo de unos 3.000 hombres pesadamente armados, unos 1.000 ligeramente armados para maniobras más rápidas y unos 300 jinetes para maniobras aún más rápidas. Se formaron grupos de 10 hombres, llamados decurias, bajo la responsabilidad de un decurión, y 10 decurias formaban una centuria, bajo las órdenes de un centurión. En la batalla, la legión se ordenaba en tres líneas, todas las cuales llevaban espadas pesadas y cortas, las dos primeras llevaban también jabalinas y dardos, mientras que la tercera llevaba las espadas largas. Las dos primeras líneas se dividían en manípulos (algo así como puñados) que se colocaban dejando espacios entre ellos, de modo que las dos primeras líneas formaban una especie de tablero de ajedrez. Esto permitía una serie de maniobras adaptadas a cada situación concreta: la primera línea podía atacar, lanzar sus jabalinas y retirarse cuando estuviera agotada, mientras que la segunda línea podía adelantarse entonces por los huecos de la primera sin que los que retrocedían entorpecieran a los que avanzaban.
 En 302 fue elegido general en jefe de las ciudades griegas, como lo fueron Filipo II y Alejandro Magno. Pero Casandro envió tropas a Asia Menor para enfrentarse con Antígono. Demetrio tuvo que volver a Asia para ayudar a su padre, lo que permitió que Casandro retomara Grecia. Finalmente, en 301 todos los demás diádocos se unieron contra Antígono y Demetrio en una batalla que se libró en Ipso, en el centro de Asia Menor. En la batalla participaron unos 300 elefantes entre ambos bandos. Antígono fue finalmente derrotado. Se cuenta que murió gritando "Demetrio me salvará", pero Demetrio tuvo que huir. Lisímaco extendió su reino anexionando a Tracia los territorios de Antígono en Asia Menor. 

Las ciudades de la propia Grecia se habían reducido a una sombra de lo que fueron, pero los restos del imperio conquistado por Alejandro Magno estaban gobernados por griegos, lo que hacía que a cualquier griego de cualquier condición social le fuera muy fácil encontrar un trabajo, montar un negocio, viajar, estudiar o establecerse en cualquier parte. Los historiadores distinguen entre el Periodo Helénico, en el que la preponderancia política la tenían las ciudades de la Grecia continental y el Periodo Helenístico, que tradicionalmente se acepta que empezó tras la muerte de Alejandro.
Los galos y los samnitas resistieron, pero los etruscos se dispersaron en cuanto Roma envió un destacamento a saquear Etruria. El segundo cónsul, junto a Fabio, era Publio Decio Mus, hijo del cónsul que se había inmolado en la guerra latina. El hijo decidió hacer lo mismo que su padre y, tras los rituales apropiados, se lanzó él solo contra los enemigos para morir y ganar el favor de los dioses. Nuevamente, los dioses se sintieron complacidos, pues los galos fueron barridos y los restos del ejército samnita se retiraron con enormes bajas. Así los romanos se libraron del temor que les inspiraban los galos desde que Brenno entrara en Roma. 
Lisímaco murió en la batalla, con lo que Seleuco I fue el último diádoco que quedó con vida. Con la ayuda de Ptolomeo Cerauno conquistó Macedonia. Arsinoe, la viuda de Lisímaco, se casó con su hermanastro Ptolomeo Cerauno. Seleuco I quiso viajar a Macedonia para tomar posesión del nuevo territorio, pero allí Ptolomeo Cerauno lo apuñaló, lo que le permitió apropiarse de Macedonia. El Imperio Seléucida lo heredó el hijo de Seleuco I, Antíoco I.

El cambio de rey fue aprovechado por Filetero, un gobernador local de Asia Menor, para independizar su territorio y erigirse en monarca del reino de Pérgamo, llamado así por la fortaleza del mismo nombre que pasó a ser su capital, situada a unos 30 kilómetros de la costa mediterránea, hacia el norte, frente a la isla de Lesbos. Filetero había estado al servicio de Antígono, Lisímaco y Seleuco, pero se había apropiado de un tesoro que le había confiado Lisímaco con el que consolidó su poder en la región. 

Puso de nuevo en funcionamiento el canal que unía el Nilo con el mar Rojo, exploró el Alto Nilo, fundó ciudades en ambas orillas del mar Rojo para proteger el comercio, modificó la política sobre el lago Moeris: en lugar de mantener alto el nivel del agua, lo drenó parcialmente y dispuso una amplia red de canales para regar el suelo que había quedado al descubierto. La población de la zona aumentó, al igual que las ciudades. Para proteger el comercio por el Mediterráneo mandó construir una alta torre en el puerto de Alejandría, en la isla de Faros: tenía una base cuadrada de unos 25 metros de lado y su altura debía de ser de más de 150 metros (algunos dicen que 250). Estaba coronada por una estatua del dios Poseidón, y en su cúspide se mantenía encendida una gran hoguera que por la noche se veía desde lejos y orientaba a los barcos.
Ahora todas las ciudades griegas del sur de Italia reconocían la autoridad de Roma, excepto Reggio, que ofreció resistencia durante algún tiempo. Por su parte, Pirro recibió una petición de ayuda por parte de Cleónimo, un príncipe espartano que trataba de acceder al trono. Inmediatamente invadió el Peloponeso y atacó a Esparta. No tuvo dificultad en abatir a su ejército, pero una vez más Esparta se salvó porque Pirro tuvo que ir a Argos a atender otros asuntos. Allí murió, al parecer porque una mujer le arrojó una teja desde lo alto mientras él pasaba por la calle. Fue sucedido por su hijo, que reinó como Alejandro II.
Por aquel entonces, el mejor general que había en la isla era un siracusano llamado Hierón, que había combatido a las órdenes de Pirro y ahora se enfrentaba nuevamente a los mamertinos. Los derrotó y los confinó de nuevo en Messana. Los siracusanos lo hicieron rey, con lo que pasó a ser Hierón II de Siracusa. 

Ambas lenguas eran semíticas, por lo que a los judíos no les resultaba difícil manejar el hebreo como lengua muerta de uso religioso. Por eso nunca se plantearon traducir la Biblia al arameo. Incluso la idea habría podido verse como sacrílega, pues, obviamente, el hebreo era la lengua que hablaba Dios. Sin embargo, a un judío de habla griega el hebreo le resultaba extraño, y así, en Alejandría estaba surgiendo una generación de judíos incapaces de leer la Biblia. La traducción encargada por Ptolomeo II recibió el nombre de Biblia de los Setenta, porque según la tradición fueron setenta sabios, entre judíos y griegos, los que la tradujeron. La tradición dice también que los setenta sabios tradujeron independientemente la totalidad del texto, y que al final comprobaron que las versiones eran idénticas. 
 Esto hizo que los comicios curiados se ocuparan sólo de asuntos menores, mientras que eran los comicios centuriados los encargados de elegir los magistrados más importantes, de votar las leyes y de dictar sentencias en apelación contra las penas de muerte dictadas por los magistrados contra los ciudadanos. La razón era que los ciudadanos ricos tenían más votos en los comicios centuriados a pesar de su inferioridad numérica. Estos ciudadanos ricos, de origen tanto patricio como plebeyo, constituían una nueva clase social, la nobilitas, que, gracias a este ingenioso sistema electoral, se reservaba las magistraturas y privaba de todo poder político a los más pobres. Los comicios tributos habían ganado importancia cuando los plebiscitos, que al principio sólo eran válidos para la plebe, pasaron a ser considerados leyes con efecto sobre todos los ciudadanos.
 Sin embargo, Régulo planteó condiciones tan duras que Cartago optó por luchar. Casualmente estaba en Cartago un espartano llamado Jántipo. La grandeza militar de Esparta había desaparecido hace ya tiempo, pero los espartanos seguían pensando como siempre. Jántipo habló elocuentemente a los cartagineses y afirmó que no habían sido derrotados por los romanos, sino por la incompetencia de sus generales. Los cartagineses le dieron el mando, Jántipo logró reunir y entrenar un ejército que contaba con 4.000 jinetes y 100 elefantes. En 255 condujo estas tropas contra los romanos que asediaban la ciudad, algo debilitados en número porque parte de las tropas habían sido trasladadas a Sicilia.
Hacía tiempo que las ciudades-estado se habían aliado en dos "ligas", la Liga Etolia, que reunía a varias ciudades al norte del golfo de Corinto, y la Liga Aquea, que reunía a otras tantas del Peloponeso. Eran dos asociaciones locales de escasa relevancia, pero en 251 un hombre llamado Arato se puso al frente de la liga Aquea y se dispuso a hacer de ella un instrumento eficaz.
La Primera Guerra Púnica continuaba en Sicilia sin que ningún bando mostrara una clara ventaja. Cartago consideró oportuno negociar una paz de compromiso. Envió una embajada a Roma en la que tomó parte Régulo, quien prometió volver a Cartago si la embajada fracasaba. En la audiencia ante el Senado, para espanto de los cartagineses, Régulo dijo que no merecía la pena salvar a prisioneros como él, que se habían rendido en lugar de morir en la batalla, y que la guerra debía continuar hasta el fin. 



 El rey nombró canciller a un magnate comercial llamado Lu Buwei. Poco después murió el monarca y Lu asumió la regencia del sucesor Cheng, menor de edad.
En la India tuvo lugar el Tercer Concilio Budista, en Pataliputra, por iniciativa del rey Asoka. Parece ser que Asoka se convirtió al budismo. En cualquier caso, durante su reinado el budismo se expandió más allá de las fronteras de la India. Según la tradición, Asoka envió misioneros a Bactriana (en el Imperio Seléucida), a Birmania y Ceilán. A pesar de esto, los Maurya potenciaron igualmente las otras dos religiones indias: el jainismo y el hinduismo. Los fundamentos del hinduismo están recogidos en los Vedas, antiquísimos textos transmitidos oralmente, considerados como una revelación.
 Para ello Arquímedes necesitaba conocer el peso y el volumen. Lo primero era fácil, lo segundo no (el rey no estaba dispuesto a fundir su corona). Un día Arquímedes observó cómo el agua se desbordaba de su bañera al introducirse él, y comprendió que el agua desplazada debía tener el mismo volumen que la parte sumergida de su cuerpo, así que podía determinar el volumen de la corona metiéndola en un recipiente con agua hasta el borde y recogiendo el agua desbordada. 
 Amílcar reunió a todos los hombres leales que pudo hallar y se dispuso a hacerles frente. El norte de África, desde el actual Marruecos hasta Libia, estaba poblado por tribus nómadas llamadas bereberes. Había muy poca cohesión y abundantes disputas entre ellas, pero se unían rápidamente ante cualquier amenaza exterior. Las tribus bereberes que poblaban el oeste de Cartago eran los númidas, que formaban dos tribus, los masilios y los masesilios. Eran excelentes jinetes, y Amílcar logró que muchos de ellos entraran en sus filas. Al mismo tiempo, otro grupo de mercenarios se rebeló en Cerdeña. Éstos observaron con preocupación cómo Amílcar iba reduciendo poco a poco a los rebeldes de África, y comprendieron que en cuanto la situación allí estuviera dominada, Amílcar pasaría a Cerdeña. Por ello en 239 solicitaron la protección de Roma. Una vez más, Roma aceptó la petición de ayuda y envió tropas a Cerdeña. 
Tal vez muriera en España antes de que pudiera volver. Amílcar partió acompañado por su yerno Asdrúbal y su hijo Aníbal, de nueve años de edad. El plan inicial de Amílcar había sido dejar a su hijo en Cartago, pero éste le imploró que le llevara con él, a lo cual Amílcar accedió a condición de que el niño jurara enemistad eterna hacia Roma. Estableció su base en Gades (la actual Cádiz), desde donde ocupó fácilmente varios poblados del valle del Guadalquivir, pero luego se encontró con la firme oposición de los turdetanos, descendientes de los tartesios, según la tradición. Su caudillo Istolacio formó un gran ejército de celtas e íberos, pero Amílcar venció y mandó ejecutar a Istolacio. Esto no dio fin a la resistencia turdetana.
Sin embargo contemplaba con recelo los éxitos de Amílcar en España, que, tras haber afianzado el sur, se estaba ocupando de la costa oriental. Puesto que no tenía motivos para actuar, se limitó a enviar una embajada con la intención de intimidar a Amílcar, cosa que no logró. 

Mientras tanto, el reino de Iliria estaba gobernado por Teuta, la viuda del recientemente fallecido rey Agrón. La escarpada costa iliria se había convertido en un nido de piratas que operaban por todo el Adriático con la connivencia de la casa real, para desesperación de los comerciantes griegos. Además Teuta mantuvo la alianza que su marido había establecido con Demetrio II de Macedonia, lo que le permitió atacar Épiro, donde mató a unos mercaderes itálicos establecidos en la capital, Fenice. Tras este incidente, los griegos consideraron que era el momento idóneo de pedir a Roma que les ayudara a erradicar la piratería iliria. 
 El gobierno de las tropas cartaginesas en España pasó a manos de Asdrúbal, quien reorganizó el ejército con mercenarios indígenas y contingentes africanos. Mediante una política conciliadora consolidó los territorios ocupados por su suegro Amílcar. Mientras tanto, Atenas lograba expulsar a la guarnición macedónica que la ocupaba y se incorporó a la Liga Aquea, que llegó entonces a la cumbre de su poder. Sin embargo, no pudo impedir que el rey Cleomenes III de Esparta obtuviera una victoria tras otra. Sin embargo, el rey estaba más interesado en ganar prestigio que en aprovechar sus victorias.
Por si los dioses no le ayudaban lo suficiente, tomó las medidas necesarias para desarticular completamente el sistema feudal anterior. Los campesinos dejaron de ser arrendatarios, para convertirse en propietarios que pagaban un impuesto fijo. Las antiguas divisiones territoriales fueron abolidas, y se establecieron otras nuevas. El imperio quedó dividido en comandancias o prefecturas subdivididas a su vez en distritos. Al frente de cada comandancia había un gobernador civil, un gobernador militar y un inspector, todos ellos funcionarios cuyos cargos no eran hereditarios, sino que podían ser nombrados y cesados en cualquier momento por la cancillería imperial. La capital del Imperio se estableció en Xiang Yang (en la parte oriental del antiguo estado de Qin). La imponente maquinaria burocrática de Qin se aplicó a toda China. Esto no sólo incluía el estricto código legislativo, sino también todo el sistema de pesos y medidas y las monedas. Una de las iniciativas más importantes para la unificación fue la simplificación y la normalización de la escritura, que presentaba variantes en las distintas regiones.
 También murió Diódoto II de Bactriana, pero Eutidemo, el sátrapa de Sogdiana (antigua satrapía persa que ahora formaba parte de Bactriana) desposeyó a su descendencia y usurpó el trono. Bajo su reinado Bactriana extendió sus fronteras hacia la India.
En Egipto sucedió un triste incidente. Mientras Ptolomeo III había recibido bien al rey espartano Cleomenes III, su hijo debió de verlo como un estorbo y lo tuvo virtualmente arrestado en Alejandría. 



 Demetrio de Faros negoció independientemente con los romanos, les cedió Corcira y, a cambio, Roma lo impuso como gobernador de una parte de Iliria. Además Roma estableció su protectorado sobre varios puntos de la costa (Partinia, Atintania, Epidamno, Apolonia, Orico y Corcira). Los griegos se mostraron agradecidos ante los romanos. Hasta les permitieron participar en algunas fiestas religiosas, signo de que consideraban a los romanos un pueblo civilizado al par de los griegos. 
Pero el suceso más notable ocurrido ese año tuvo lugar en la lejana China, donde el reino de Qin conquistó el de Qi, con lo que toda la China civilizada quedó unida bajo el rey Cheng. En este momento, el monarca decidió cambiar su nombre por el de Qin Shi Huang Di, que podría traducirse por "Primer divino emperador de China". El emperador afirmaba que la dinastía que él inauguraba iba a gobernar China durante 10.000 generaciones. Modificó la religión para establecer que el emperador no sólo estaba por encima de todos los chinos, sino también por encima de todos los dioses chinos. 
Cuando se puso al frente de las tropas cartaginesas en España, los soldados lo aclamaron, pues había crecido entre ellos, todos le querían y conocían sus cualidades. Asdrúbal le había preparado un magnífico ejército. Contaba con una firme infantería íbera, con jinetes númidas, con honderos de las islas Baleares, capaces de arrojar piedras o bolas de plomo con más precisión que los arqueros, y también contaba con algunos elefantes norteafricanos. No eran los grandes elefantes centroafricanos, sino otros más pequeños, poco mayores que un caballo. En estas condiciones, Aníbal se propuso realizar el sueño de su padre: derrotar a Roma. El mayor inconveniente al que tenía que enfrentars El primero había sido uno de los más agresivos críticos contra Fabio, y el Senado les encomendó que se enfrentaran a Aníbal. Lo encontraron en Cannas, en la costa de Apulia, al sur de Italia. Aníbal tenía unos 50.000 hombres, mientras que el ejército romano contaba con 86.000. Pero Aníbal no rehuyó el combate. Al contrario, dispuso a sus hombres en forma de semicírculo, con la parte convexa de cara a los romanos. Cuando éstos atacaron, el centro fue retrocediendo poco a poco, y los romanos avanzaron con la esperanza de partir las líneas enemigas. Pero en su avance no observaron que los extremos del frente cartaginés permanecían firmes, mientras que si el centro retrocedía era porque así lo tenía ordenado. e era Cartago. 
Aníbal había marchado de Capua hacia el sur, buscando unos aliados que no encontraba. La ciudad de Tarento se puso de su lado y, con ayuda de los propios tarentinos, expulsó a la guarnición romana de la ciudad. Mientras tanto los romanos asediaron Capua, con la que estaban particularmente enojados, por su pronta rendición. Aníbal dejó Tarento y acudió en ayuda de Capua, pero los romanos desaparecieron. Cuando volvió a Tarento, los romanos volvieron a Capua. La situación era frustrante para Aníbal. En 211 se dirigió a la misma Roma. En realidad no disponía de los elementos necesarios para asediar la ciudad y no estaba en condiciones de recibir suministros. Los romanos no se inmutaron. Ni siquiera llamaron a sus tropas de Capua, que terminaron tomando la ciudad. Simplemente se dispusieron a soportar un asedio que no podía durar. 

 En 197 se encontró una fosa anexa al túmulo que contenía un ejército de estatuas de terracota compuesto por 6.400 soldados de infantería, dispuestos a lo largo de 11 corredores de 200 metros de largo por 3 de ancho. Tienen un tamaño ligeramente superior al natural, y estan seguidos de caballos y carros de combate. El ejército estaba formado según uEl ejército que vigilaba a Aníbal estaba bajo el mando de Cayo Claudio Nerón, que había luchado a las órdenes de Marcelo. Asdrúbal envió mensajeros a su hermano comunicándole un plan de ruta y un punto de reunión, pero estos mensajeros fueron interceptados por Nerón, que decidió abandonar a Aníbal y partir apresuradamente hacia el norte. Los dos ejércitos romanos se unieron y atacaron a Asdrúbal por sorpresa a orillas del rio Metauro. Asdrúbal trató de retirarse cruzando el río, pero perdió mucho tiempo buscando un vado y, cuando lo encontró, ya era demasiado tarde, los romanos cayeron sobre él y tuvo que luchar. Los romanos obtuvieron una victoria completa. Asdrúbal murió en la batalla, su cadáver fue encontrado, le cortaron la cabeza, la llevaron al sur y la arrojaron al campamento de su hermano. Aníbal debió de comprender que la guerra estaba perdida, pero aún no había sido derrotado. na táctica militar común en la época. 
 Para evitar que esto mermara su autoridad, estableció un complejo y magnificente protocolo que rodeaba todo lo relacionado con el emperador. El sistema feudal anterior fue parcialmente recuperado. Los antiguos príncipes feudales recuperaron sus derechos, que fueron extendidos además a los antiguos compañeros de armas del emperador, todos de origen humilde. Por otra parte se suavizó el código penal, con lo que todos los sectores se sintieron satisfechos y se acabaron las revueltas. No obstante, esto no significa que los logros de la dinastía precedente se perdieran por completo. Al contrario, en lo fundamental, el sistema instaurado por Qin Shi Huang Di siguió influyendo durante los siguientes dos mil años. El único sector que no recibió la atención debida fue el de los intelectuales. 
Como éstos resistían, Escipión hizo retroceder a sus tropas para que Masinisa atacara por la retaguardia, lo que destrozó finalmente el ejército cartaginés. Escipión fue conocido desde entonces como Escipión el Africano, en recuerdo de su victoria en África.

En 201 se firmó el tratado de paz que puso fin a la Segunda Guerra Púnica. Cartago perdió todas sus colonias, y vio limitado su territorio a sus posesiones en África. También tuvo que entregar su flota y sus elefantes y se comprometió a pagar una pesada indemnización durante un periodo de cincuenta años. Cartago no podía hacer la guerra, ni siquiera en África, sin el consentimiento romano. Además Masinisa recibió el trono de Numidia, se casó con Sofonisbe y, como aliado de Roma, tuvo la libertad para perjudicar a la inerme Cartago a su antojo. Muchos romanos eran partidarios de imponer además que Aníbal fuera entregado, pero Escipión insistió en que se respetara a un militar que siempre había combatido honestamente. 


Diversas ciudades entran en conflicto al tratar de expandirse. Se construyen ciudades fortificadas, entre las que destacan Tiahuanaco y Huari. La elevada densidad de población obligó a explotar nuevas tierras y a construir grandes obras de irrigación e ingeniería.
China había encontrado finalmente la estabilidad bajo Liu Bang (o Gaodi), el primer emperador de la dinastía Han. En la India seguían gobernando los Maurya, si bien apenas se tienen datos sobre los monarcas que sucedieron a Asoka el Grande. En la parte occidental de Asia la mayor potencia era el Imperio Seléucida, que bajo Antíoco III el Grande había llegado a la cumbre de su poder. En Egipto la dinastía de los Ptolomeos estaba en peligro, pues el rey Ptolomeo V tenía sólo once años. Grecia estaba gobernada por la Liga Aquea, dirigida por Filopemén, que no terminaba de dominar a Esparta. Cartago acababa de ser reducida a la nada por Roma. 
Por otra parte Roma se ocupaba también de someter el sur y el este de España, considerados como botín de guerra. Envió dos ejércitos, uno a la zona sur y otro al este. Estableció un impuesto a toda la población y administró las explotaciones mineras. Las rebeliones de los nativos fueron constantes. En 197 Roma organizó el territorio en dos provincias: la Hispania Ulterior (que comprendía la parte sur) y la Hispania Citerior (el este). Esto no significaba que los nativos estuvieran bajo control. Al contrario, ese mismo año estalló una revuelta en el valle del Guadalquivir y en la costa suroriental. Al mismo tiempo, el general Tito Quincio Flaminio fue enviado a Macedonia, quien obligó a los macedonios a presentar batalla en Cinoscéfalos, en Tesalia. Filipo V organizó dos falanges, pero los romanos ya conocían la falange desde los tiempos de Pirro y la legión supo cómo tratarla. Al mismo tiempo Pérgamo había derrotado a otro ejército macedónico en Asia Menor, así que Filipo V se vio obligado a rendirse. Al igual que Cartago, Macedonia tuvo que renunciar a toda influencia sobre Grecia, disolver parte de su ejército, ceder su flota y pagar un gran tributo. 
Aníbal tuvo que huir y marchó a Tiro, que entonces formaba parte del Imperio Seléucida. En 195 fue a buscar a Antíoco III. Ambos se encontraron en Éfeso, y Aníbal le propuso que, mientras Antíoco III continuaba su campaña en Macedonia, le dotara de un ejército que conduciría a Italia contra Roma. Antíoco III no aceptó, y en su lugar le propuso que fuera a Tiro para reunir una flota fenicia con la que dominar el Egeo. Al mismo tiempo envió más tropas a Grecia. Aníbal había comunicado a Cartago sus planes de alianza con Antíoco III, pero los cartagineses se asustaron de las consecuencias que ello podría tener para su ciudad e inmediatamente avisaron a Roma, la cual envió una embajada a Antíoco III para tratar de conocer sus intenciones, embajada a la que Antíoco III no quiso prestar atención.
Pero el espíritu del Dios Todopoderoso se hizo allí manifiesto con señales bien patentes, en tal conformidad que, derribados en tierra por una virtud divina cuantos habían osado obedecer a Heliodoro, quedaron como yertos y despavoridos. Porque se les apareció, montado en un caballo, un personaje de fulminante aspecto y magníficamente vestido, cuyas armas parecían de oro, el cual, acometiendo con ímpetu a Heliodoro, lo pateó con los pies delanteros del caballo. Apareciéronse también otros dos gallardos y robustos jóvenes llenos de majestad y ricamente vestidos, los cuales, poniéndose uno a cada lado de Heliodoro, empezaron a azotarlo, cada uno por su parte, descargando sobre él continuos golpes.

Continuación
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3º 




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