La fábrica de chocolates Matías López
Todavía hay quien recuerde el envoltorio de los chocolates Matías López o al menos el nombre de la que fuera una marca emblemática en la sociedad española del siglo XX. Durante décadas su fábrica en El Escorial fue uno de los motores industriales de la región madrileña en donde se juntaron más de 500 trabajadores. Y hoy, muchos años después de su cierre, Manuel de Cendra y Aparicio, tataranieto del gallego Matías López (Sarria, 1825), ha logrado recuperar la marca y demostrar que en España, concretamente en Madrid, se puede hacer uno de los mejores chocolates del mundo.
Un producto de lujo, como ya lo indica su precio, 7,5 euros por una tableta de 72 gramos aproximadamente. Es un producto en el que prima la calidad ante la cantidad, un chocolate con personalidad, excelente y exclusivo, con materia prima de primerísima calidad y una elaboración totalmente artesanal.
Manuel De Cendra y Aparicio, arquitecto, recuerda una infancia siempre rodeada de chocolate. Era el negocio familiar, donde su padre también colaboraba. En 1964, la fábrica cerró, por problemas económicos, y los descendientes de Matías López siguieron otros caminos.
En 1996 tuvo lugar una exposición conmemorativa sobre este personaje, en el Monasterio de Prestado, lugar donde el rey Felipe II vivía mientras vigilaba las obras de El Monasterio, en San Lorenzo de El Escorial. Manuel de Cendra y Aparicio estaba por entonces inmerso en su trabajo y fueron su padre y su hermano a representar a la familia. «Esa exposición es un revulsivo para mí, pues nunca había dado la importancia merecida a la figura de mi tatarabuelo. Descubrí un hombre excepcional, y me apasiono por el proyecto», explica a ABC.
Su tatarabuelo había llegado a Madrid en 1844 en una caravana de comerciantes, e inició sus estudios nocturnos de francés, administración y matemáticas. «La leyenda familiar cuenta que para ahorrar dinero dormía bajo el mostrador del obrador en el que trabaja», recuerda Manuel de Cendra y Aparicio. En 1851 fundó su propio Obrador en Madrid, en la calle de Jacometrezzo y en 1874 compró en La Leal Villa de El Escorial una Fábrica de refinado de azúcar.
Un año después, la transforma en una fábrica modélica de chocolates. Y es que además de ser un buen empresario Matías López fue un hombre liberal, influido por las teorías de Stuart Mills. Junto a la fábrica compró otros terrenos para construir casas dignas para sus trabajadores, con ventilación exterior y jardines, e incluso inodoros, que importa de Francia, y estos funcionarios pagaron poco a poco sus viviendas con parte de su salario.
«Crea la primera Seguridad Social de España: en caso de enfermedad, la empresa aporta el 50% del salario íntegro, y la diferencia la complementa un fondo salarial, constituido por los trabajadores, que la mantienen con parte de su nómina», explica Manuel.
«Es tan amplia su labor social que el Papa León XIII concede a su viuda, Andrea Andrés, el título pontificio de Marquesa de Casa López, título que tengo el orgullo de llevar, en 5ª generación consecutiva», añade. Hay un dato significativo que demuestra la labor de Matías López en la zona de El Escorial. Cuando fundó la fábrica, eran 160 habitantes y al morir esta localidad llegaba a los 1.600.
Recuperar la marca
Con todo este brillante pasado familiar Manuel de Cendra y Aparicio se sintió tentado en recuperar la marca, lo cual no fue tarea fácil. «Durante casi 14 años, mensualmente, investigo en Internet la Propiedad de la Marca, que ya no pertenecía a la familia y por fin, en 2009, logro recuperarla y registrarla a mi nombre», desvela el nuevo propietario de chocolates Matías López.
Su objetivo estaba definido, «transmitir al siglo XXI las bondades de esos chocolates y demostrar que España puede competir con cualquier país del mundo en cuanto a Investigación, Desarrollo e innovación (I+D+i)». A partir de ese momento estudia las empresas elaboradoras de chocolates, grandes y pequeñas, y en septiembre de 2012 constituye la sociedad, que volverá a llamarse «Chocolates y Dulces Matías López S. L.».
¿Cómo definir este nuevo chocolate? La materia prima elegida, de primerísima calidad, y el espesor de la tableta de chocolate (4 milímetros) «nos proporciona un producto totalmente diferenciado del resto de los chocolates existentes». El envoltorio se hace a mano y su diseño ha sido muy estudiado, «es delgado y muy largo, para que pueda tener el espesor pretendido».
La razón es sencilla, «cuanto más delgado es el chocolate, más delicioso, no hay que morderlo, se deshace en la boca». Otra característica es que elabora ediciones limitadas, cada una con 150 kilos de chocolate, lo que viene a ser 2.000 tabletas. En estos momentos trabaja con chocolate negro, blanco, caramelo-blanco, con leche y blanco-capricho,«“algo verdaderamente excepcional» y ya está pensando en un nuevo sabor.
Se venden por Internet (www.chococatesmatiaslopez.es) y en varios puntos gourmet de Madrid, como Platea o La carpetana Delicatessen en El Escorial. Además esta acaba de cerrar un acuerdo con el grupo VIPS y ya están a la venta en las distintas tiendas de esta cadena. El Instituto para la Excelencia Profesional ha concedido a esta casa la medalla de oro que le hará entrega este mes.
Manuel cuenta en esta aventura con la colaboración y el apoyo de su mujer, Sofía Núñez-Iglesias. Está convencido que existe mercado para este producto y quiere demostrar que, como en su día hizo su tatarabuelo, se pueden hacer muy bien las cosas en España. No pretende hacer grandes cantidades de chocolate, sino el mejor producto posible.
Una Marca con Historia
La empresa, oficialmente llamada “Chocolates y Dulces Matías López”, se funda en 1851 por Matías López y López. Matías López nació en 1825 en Sarria, Lugo, y llegó a Madrid en 1844. Trabajó en un taller de chocolate desde entonces hasta que, 7 años después, decide emprender y montar su primer obrador de elaboración de este producto. Nace entonces lo que hoy se conoce como Chocolates Matías López. El fundador hace varias ampliaciones y en 1874 compra una fábrica refinadora de azúcar en El Escorial de Abajo, llamado “Leal Villa de El Escorial”.
En ese momento, en España este producto no se elaboraba en grandes cantidades, por lo que este personaje se adelantó a lo que ocurriría poco tiempo después. Durante un año se dedica a transformar la fábrica y, en 1875, empieza a elaborar chocolate en gran escala.
En aquella época, el 50% de la población era analfabeta. Matías López se dio cuenta de que debía vender su producto a través de dibujos y contactó con un caricaturista que creó el Primer Cartel Publicitario de España: “Los Gordos y los Flacos”.
No hacía falta saber leer para entender lo que quería vender. Matías López muere en 1891 dejando una fábrica de 500 trabajadores y una de las 3 chocolateras más importantes de Europa. La fábrica cierra en 1964 pero ello no significa que la marca y el recuerdo se olviden. En 2014, después de muchas anécdotas, el chocolate vuelve al mercado.
Una idea revolucionaria
El inventor de la marca, quien dio su mismo nombre al chocolate. En 1875, Matías López tiene una idea que supone una auténtica revolución social: prescinde de los obradores artesanales y crea una gran fábrica a vapor para elaborar chocolate a gran escala.
Elabora no sólo un producto de calidad sino también, unas técnicas de marketing revolucionarias para la época: –hacía que su esposa y sus empleados pidiesen en las tiendas de ultramarinos de Madrid los chocolates de la marca Matías López-. En aquella época, el 50% de la población era analfabeta: Vendía su producto a través de dibujos con el Primer Cartel Publicitario de España: “Los Gordos y los Flacos”.
No hacía falta saber leer para entender lo que quería vender. Matías López, además, introdujo importantes medidas laborales. A su alrededor crea una auténtica ciudad: Una barriada de casas para los trabajadores; Una escuela para sus hijos y hasta una capilla dedicada a San Matías; Además, introdujo una jornada laboral de ocho horas y un sistema de pensiones. Fue el Precursor de la Seguridad Social
Precursor de la Seguridad Social
Tal y como comentamos en el post anterior, podría decirse que Matías López fue el precursor de la Seguridad Social. Las condiciones laborales que Matías López López ofreció a sus trabajadores fueron absolutamente novedosas para la época: Les daba una vivienda y sus hijos nacían automáticamente con un empleo para el futuro.
Los niños asistían a la escuela, donde recibían educación gratuita hasta los 14 años, edad en la que empezaban en la fábrica. A las mujeres embarazadas les prohibía trabajar a partir de determinado momento. Respecto al salario, Matías López inculcó en ellos el ahorro: convenció a sus obreros de que lo importante no era ganar mucho, sino lo necesario.
Instituyó una cooperativa de alimentación (llamada la Cope) de obreros, a fin de que obtuvieran todos los alimentos que necesitasen a un precio más bajo. Diseñó un seguro de enfermedad. La empresa pagaba los gastos médicos y la mitad del jornal: cada quincena descontaba a los trabajadores un porcentaje de la paga.
Instituyó unos créditos para la adquisición de las viviendas que los obreros construyeran fuera del complejo de la fábrica. Inventó un sistema de pensiones como ayuda a la jubilación. En sus mejores tiempos, llegó a emplear a 500 trabajadores, produjo 30.000 libras de chocolate, 13.600 kilos diarios, y alcanzó una facturación anual de ocho millones de pesetas. Llegó a ser una de las 3 chocolateras más importantes de Europa.
Fue uno de los empresarios más importantes del siglo XIX de toda Europa. Tras la muerte de su fundador en 1891, la dirección empresarial recae en manos de su viuda e hijos. La compañía pasa por distintas situaciones, como el cambio de sociedad limitada a sociedad anónima y terminó cerrando en 1964. Pero no para siempre dado que el 31 de diciembre del 2014, la empresa empezó a vender este chocolate de nuevo.

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