jueves, 29 de noviembre de 2018

Lecturas de los Escritores Historia de El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial





Lecturas de los Escritores  Historia de El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial





Luz y Arte
 Así es 
 Amparo Ruiz Palazuelos 
 Una magnífica escritora desde San Lorenzo de El Escorial 
 Nos muestra su última obra escrita donde nadie puede hacer lo que ellas siempre sabe hacer llenar la vida con el buen hacer de la Historia documentada y realizada a través de sus libros como en esta ocasión nos presenta su lectura escrita 

 En un valor añadido así es la escritora Amparo Ruiz Palazuelos 

Cronista. Peter Marcos


Luz y Arte
 Así es 
 Amparo Ruiz Palazuelos 
 Una magnífica escritora desde

 San Lorenzo de El Escorial  Presentación día 15 de Noviembre 18.30h.  Casa de Cultura de San Lorenzo de El Escorial 
 Nos muestra su último libro (  Yo, la Reina  ).Obra escrita donde nadie puede hacer lo que ellas siempre sabe hacer llenar la vida con el buen hacer de la Historia documentada y realizada a través de sus libros como en esta ocasión nos presenta su lectura escrita 
 En un valor añadido así es la escritora Amparo Ruiz Palazuelos 



La luz, entendida como inteligencia, agudeza y capacidad de discernimiento, penetra la materia y la convierte en arte. De esa forma, la colección, que se compondrá de siete libros en total, pretende acercar al lector a El Escorial recorriendo los siglos y, a través de sus protagonistas, profundizando en su historia.

Nodrizas de nuestros sueños, hilanderas de nuestras vidas, melancólicas hadas que acompañáis nuestros pasos desde la cuna hasta el sepulcro: dadme las ruecas de marfil con que sabéis transfigurar las cosas vulgares, los destinos crueles, los dolores mudos, en gloriosas urdimbres, en doradas hebras de ilusión y de luz.
 Discípula vuestra soy: por las rutas sombrías de este valle de lágrimas, absorta en mi noble vocación de escritora, voy recogiendo por el camino todo aquello que la realidad me ofrece para guardarlo con ternura en mi corazón y tejerlo, después, en mis fantasías.



Nada desprecio por menudo y trivial que sea. En una gota de agua se cifra todo el universo. Abejas hacen la miel; con el barro se fabrica el búcaro. Tosca y ruin es, casi siempre, la realidad, como el copo de lino, como el vellón de lana, como el capullo de seda sin hilar; pero esa materia ruda se convierte en estambres luminosos, en delicados filíes, cuando la imaginación y el arte, que son las hadas benéficas de los hombres, la toman, la retuercen y devanan en sus invisibles ruecas de marfil.

Las cosas del mundo, para quien tiene piedad, son harto melancólicas. La vida, para quien sabe de 
 dolor, es algo a la vez hermoso y duro, pálido y sugerente, como el marfil de las ruecas con que las hadas tejen nuestros sueños, hilan nuestras vidas y urden, al cabo, nuestras mortajas.

Este libro, que es de una inmensa belleza, refleja perfectamente la sensibilidad e inteligencia de una escritora, Concha Espina, que estuvo a punto de ganar el Premio Nobel de Literatura en 1929 y, sin embargo, ha sido injustamente silenciada. Con una fuerza de voluntad inquebrantable, escribió hasta el último día se su existencia, a pesar de que se había quedado ciega. A mí, como otras muchas cosas, la autora me llegó a través de mi madre - también de Santander - y es ahora, en plena madurez, cuando mejor la estoy apreciando y valorando.


Amparo Ruiz Palazuelos presenta en San Lorenzo de El Escorial su nuevo libro, “La Perla de la Corona” 

"La Perla de la Corona" es el cuarto libro de Amparo Ruiz Palazuelos, una gurriata de adopción enamorada de su pueblo. Este miércoles tuvo lugar su puesta de largo en una presentación entrañable en la que la escritora estuvo arropada por amigos y familiares, entre ellos el artista Félix Bernardino o Pepe Sierra, entre otros. El libro forma parte de la colección "Luz y Arte", con la que la autora pretende dar a conocer de una forma asequible la riqueza cultural e histórica que encierra San Lorenzo de El Escorial.


 Ruiz Palazuelos aseguró en la presentación que se siente en deuda con un municipio que es único: “Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y Bien de Interés Cultural, es un escaparate único y tenemos la obligación de potenciarlo, ya que es un privilegio vivir en un pueblo así”, manifestó la escritora, que llegó a San Lorenzo hace 27 años desde San Sebastián. 


La Perla de la Corona” es el cuarto libro de Amparo Ruiz Palazuelos, una gurriata de adopción enamorada de su pueblo. Este miércoles tuvo lugar su puesta de largo en una presentación entrañable en la que la escritora estuvo arropada por amigos y familiares, entre ellos el artista Félix Bernardino o Pepe Sierra, entre otros.

El libro forma parte de la colección “Luz y Arte”, con la que la autora pretende  dar a conocer de una forma asequible la riqueza cultural e histórica que encierra San Lorenzo de El Escorial. Ruiz Palazuelos aseguró en la presentación que se siente en deuda con un municipio que es único: “Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y  Bien de Interés Cultural, es un escaparate único y tenemos la obligación de potenciarlo, ya que es un privilegio vivir en un pueblo así”, manifestó la escritora, que llegó a San Lorenzo hace 27 años desde San Sebastián.

“La Perla de la Corona” se centra en dos personajes apasionantes: Velázquez, el pintor de cámara del rey, y la infanta Margarita de Austria, una gran desconocida que llegó a ostentar el título de emperatriz del Sacro Imperio Romano-Germánico.

“En este libro me acerco al pintor, a su obra maestra (“Las Meninas”), considerada una obra cumbre de el arte universal, y a la protagonista indiscutible de la misma”, señala Palazuelos, quien se declara una apasionada de “esta niña que desde que nació era una joya o, como yo titulo, una perla, porque tenía un carácter apasionante; no se plegó ante nadie y a pesar de su juventud impuso la moda ‘a la española’ en la corte de Viena”.

La colección pretende ser una narración clara y sencilla, para lo que la autora ha realizado un minuciosos trabajo de investigación y recopilación de datos que ha ido depurando y dando forma con su propio estilo y arte personal.



Luz y Arte
 Así es 
 Amparo Ruiz Palazuelos 
 Una magnífica escritora desde San Lorenzo de El Escorial 
 Nos muestra su última obra escrita donde nadie puede hacer lo que ellas siempre sabe hacer llenar la vida con el buen hacer de la Historia documentada y realizada a través de sus libros como en esta ocasión nos presenta su lectura escrita 
 En un valor añadido así es la escritora Amparo Ruiz Palazuelos 



Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial 



Historia
Las motivaciones que llevaron a Felipe II (1556-1598) a construir el Monasterio de El Escorial fueron básicamente dos: por una parte el 
deseo de cumplir una promesa de construir un templo en acción de gracias por la victoria de la batalla de San Quintín contra los 
franceses, acaecida el 10 de agosto de 1557, día de San Lorenzo. 

En segundo lugar los deseos de su padre Carlos I (1500-1558) de España y V de Alemania que si bien en un primer momento había 
querido ser enterrado en la Capilla Real de la Catedral de Granada, a última hora cambió de idea y quiso ser enterrado junto con su 
esposa la emperatriz Isabel de Portugal en el Monasterio de Yuste (Cáceres) pero dejando no obstante la decisión final en manos de su 
hijo Felipe II. Éste decidirá que el monasterio deberá convertirse en el Panteón Real de la dinastía de los Austria comenzando por su 
padre. 

El lugar escogido para la construcción del monasterio fue una zona situada en la Sierra de Guadarrama que llevaba el nombre de 
Escorial, nombre que parece venir de las escorias (restos de fundición) que allí existían debido a las numerosas herrerías allí instaladas. 
Las explanadas que recorren los lados norte y oeste del monasterio reciben el nombre de Lonjas. Pues bien bajo la lonja norte discurre 
un pasadizo o túnel subterráneo, aspecto muy desconocido llamado La Mina, y que servía para el transporte de personas y materiales en 
los fríos días de invierno desde las cercanas casas de los oficios situadas frente a la fachada norte y el zaguán del palacio, lo que 
permitía trabajar en días fríos al resguardo de las inclemencias del tiempo. Este paso subterráneo sería construido en tiempos del rey 
Carlos III (1759-1788) por fray Antonio de San José Pontones según un proyecto del conde de Montalvo. 

En la actualidad el monasterio está regido por una congregación de monjes agustinos, pero desde su creación los encargados del 
Monasterio fueron los monjes jerónimos, orden muy ligada desde siempre a la monarquía española. No hay que olvidar que fueron 
monjes jerónimos los que acompañaron a Carlos I en Yuste. Estos hicieron su entrada en el monasterio del Escorial en el año 1571. 


Characteristics
Las obras comenzaron en 1563 y finalizaron aunque parezca increíble en 1584. Comenzó la obra Juan Bautista de Toledo, pero al 
fallecimiento de este en Madrid el 21 de Mayo de 1567 se hizo cargo de las obras Juan de Herrera que sería el artífice y creador de esta 
magna obra que incluso llegaría a dar nombre a un estilo propio de arquitectura: el herreriano. La primera piedra fue colocada el 23 de 
abril de 1563 y la última el 13 de septiembre de 1584. Junto a los arquitectos colaboró con ellos como supervisor y centralizador de todas 
las obras del Escorial fray Antonio de Villacastin que se convertiría en la persona en colocar la última piedra del monasterio. 


El propio rey Felipe II participaba en la ejecución de las obras, supervisaba los planos y acudía con frecuencia a comprobar el desarrollo de las obras. Sin duda alguna fue una obra personal del monarca, que delegaba en fray Antonio de Villacastin mientras estaba ausente. 
El material utilizado en la construcción fue el granito, material muy abundante en la zona. Sobre las fachadas este y sur encontramos las zonas ajardinadas. Así en la fachada sur podemos encontrar el estanque del monasterio o alberca, en el conocido como Jardín de los Frailes y la Galería de los Convalecientes, por ser este lugar donde se encontraba la enfermería. 

Fachada occidental (oeste) Con 207 metros de longitud y 20 metros al altura es la principal del monasterio. Está flanqueada por dos torres de 56 metros de altura. En el centro se encuentra la portada de acceso principal. 
Fachada meridional (Sur) Con una longitud de 161 metros, está considerada la más hermosa de las cuatro. En ella podemos encontrar una galería porticada de dos pisos con 77 arcos. 




La base del monasterio es un rectángulo formado por 207 metros x 161 metros (35.000 m2). En cada uno de sus ángulos se alza una torre de 55 metros de altura cubierta por un chapitel puntiagudo de pizarra. Sobre la torre una bola de metal de 1,40 metros de diámetro, veleta y cruz. La planta adopta la forma de una parrilla, objeto del martirio de San Lorenzo en cuya memoria esta erigido el monasterio. Las cubiertas se cubren a doble aguas con ventanas y chimeneas. 

En el centro del monasterio se alza la iglesia o Basílica, alrededor de la cual giran la dependencias más importantes del conjunto. Delante de la iglesia se alza el conocido como Patio de los Reyes, gran espacio descubierto que junto con la iglesia articula a derecha y a izquierda todos los elementos básicos del monasterio. Las fachadas norte y oeste, las mas imponentes y las mas visibles se alza una gran explanada que recibe el nombre de La Lonja, mientras que en las fachadas este y sur se abren a zonas ajardinadas. 


Entre los elementos principales que encontramos en el monasterio nos encontramos: el Palacio de los Austrias, el Palacio de los Borbones, el Colegio de Alfonso XII, la Biblioteca, las Salas Capitulares, las Pinacotecas y los Panteones Reales. Complementan el conjunto las conocidas como el la Casita del Príncipe y del Infante y la Universidad de María Cristina. 

Como resumen podemos citar a groso modo que el monasterio dispone de 9 torres, 15 claustros, 16 patios, 88 fuentes, 86 escaleras, 1200 puertas y 2600 ventanas, sólo entre los elementos constructivos, si a ellos añadimos obras de arte, lienzos y elementos muebles el monasterio puede convertirse en todo un mundo. 

A titulo de curiosidad podemos decir que en el Colegio Alfonso XII regido por los monjes agustinos estudió Manuel Azaña que llegó a ser Presidente de la II Republica Española. 

La Casita del Infante o Casita de Arriba, fue construido entre 1771 y 1773 por Juan de Villanueva para Gabriel de Borbón hijo de Carlos III (1759-1788) , como lugar de descanso. 

La Casita del Príncipe o Casita de Abajo construida por Juan de Villanueva cerca de la actual estación de Ferrocarril, fue mandada construir por el príncipe de Asturias, futuro Carlos IV (1788-1808) con el único fin de servir de lugar de reposo y descanso entre cacerías. Construida en 1772 sorprende un poco su gran parecido estético con el Museo del Prado obra también de Villanueva. 

El Real Colegio de Alfonso XII y la Universidad de María Cristina se hallan bajo la supervisión de los monjes agustinos que residen en el monasterio desde el año 1885 en sustitución de la Orden Jerónima que rigió el Monasterio hasta su desaparición. 


La fachada occidental (Oeste) es la principal de todo el monasterio. Así en su fachada se abren tres entradas a distancias simétricas. Una portada a la izquierda permite el paso al Colegio de Alfonso XII, la otra a la derecha permite el acceso a la zona conventual y la tercera y principal en el centro es la que permite el acceso a la zona noble del convento compuesta por el Patio de los Reyes y la Basílica que hacen de eje vertebrador del monasterio. 

       
Aunque la entrada principal del monasterio se encuentra en la fachada occidental, la entrada del público visitante se realiza por una pequeña puerta situada en la fachada norte y que da entrada a un gran patio, para seguir desde este lugar por diversos pasillos abovedados y que rodean el Patio Norte, la visita hacia el Palacio de los Austrias. En las paredes de estos pasillos podemos encontrar numerosos cuadros de calidad diversa, representando la mayoría de ellas escenas de batallas donde intervinieron los españoles y ganamos claro está. 

La portada principal construida por Juan de Herrera, se caracteriza por una pequeña puerta adintelada a la que rodea ocho columnas dóricas que sostienen un entablamento dórico. Entre los intercolumnios diversas hornacinas vacías y ventanas algunas de ellas cegadas. Sobre este cuatro columnas jónicas sostienen un frontón triangular. Sobre el primer juego de columnas por encima de la puerta vemos dos parrillas símbolos totémicos del monasterio, mientras que en el piso superior vemos el escudo real de Felipe II realizado por Juan Bautista Monegro y por encima la imagen en bulto redondo de San Lorenzo obra del toledano Juan Bautista Monegro y 4 metros de altura, en granito y mármol blanco. Algunos adornos piramidales con bolas completan la escasa decoración de la portada, ya que el resto de la fachada están ocupados por ventanas. 




En 1671 un incendio destruyó parte del monasterio y Carlos II (1665-1700) ordenó reconstruir el edificio dándole en aquellas partes que habían sido dañadas un cierto aspecto barroquizante propio de la época, situación que sin embargo no desentona con la magna obra que es El Escorial. El incendio se prolongó desde el 7 de junio al 22 de junio y destruyó gran parte del monasterio. La reconstrucción del mismo fue llevada a cabo por el prior fray Marcos de Herrera y consta que en el año 1676 las obras ya estaban finalizadas. 

Traspasada la portada entramos en un zaguán de 8 metros de ancho y 23 metros de largo con una puerta a cada lado. Se cubre con bóveda de piedras que apoya en pilastras y arcos resaltados. Desde aquí entramos en el Patio de los Reyes. 

Patio de los Reyes Recibe este nombre por las esculturas de los seis reyes de Israel que decoran la fachada principal de la iglesia situada al fondo del patio: David, Salomón, Ezequías, Josafat, Josías y Manasés, obras del escultor Juan Bautista Monegro realizadas entre 1580 y 1583 y colocadas en este emplazamiento en 1584.

 Las figuras miden 5 metros de altura y se alzan sobre altos pedestales con inscripciones que figuran en la base y que fueron puestas sin embargo en 1660. El material con las que están realizadas es piedra berroqueña (granito) con algunos detalles en mármol blanco. Los atributos reales y las coronas son en bronce dorado realizados por Sebastián Fernández y Gregorio de Salazar. La elección del nombre de los reyes de Israel no es casual, ya que los mismos representan a aquellos reyes que de una u otra manera intervinieron en la construcción del Templo de Jerusalén. 


Basílica La Basílica fue comenzada el 14 de junio de 1575 y su consagración tuvo lugar el 9 de agosto de 1586. 

La fachada recayente al Patio de los Reyes, se articula en dos cuerpos horizontales y una torre de planta cuadrada en cada uno de sus extremos. El estilo predominante es el orden dórico. Seis semicolumnas adosadas enmarcan un total de cinco entradas formadas por arcos de medio punto. Sobre cada uno de los arcos se encuentra un balcón adintelado con antepechos de hierro. Sobre la cornisa de este primer cuerpo se alzan las esculturas de los reyes que hemos mencionado más arriba. 

El segundo cuerpo que hace funciones de frontispicio se remata con un frontón triangular cortado por una gran ventana que ilumina el interior, además del coro. Entre los pedestales de las estatuas y recorriendo todo el frontal encontramos una barandilla de hierro (excelente mirador sobre el Patio de los Reyes). Entre los pedestales de los Reyes tres ventanas adinteladas guardando alineamiento con los tres balcones inferiores. 

Las torres laterales de planta cuadrada se alzan hasta los 72 metros de altura. Están formadas por tres cuerpos, los inferiores ocultos por las construcciones conventuales. La torre de la derecha dispone de reloj, mientras que su espacio en la torre izquierda lo ocupa el óculo tal cual. 

Subiendo siete escalones y a través de cinco arcos de medio punto, entramos en un vestíbulo cubierto. Las puertas centrales permiten el paso al templo, mientras que la de los extremos conducen a otras estancias del monasterio. 

El templo de planta cuadrangular fue realizado por Juan de Herrera siguiendo los planos que Bramante proyectara para la Basílica de San Pedro del Vaticano. Rodeando la cabecera de la iglesia y alrededor del Altar Mayor se hallan las habitaciones de Felipe II y su familia. Felipe II ordenaría construir los panteones funerarios debajo del Altar Mayor. Así en 1573 pueden recibir sepultura los restos de Carlos V, su esposa la emperatriz Isabel de Portugal y la reina Isabel de Valois (tercera esposa de Felipe II), así como el príncipe Carlos. Sería no obstante durante el reinado del rey Felipe IV (1621-1665) cuando los panteones serían acabados en su forma definitiva. 


Destaca en su Capilla Mayor dos grupos orantes uno a cada lado del Altar Mayor, realizados en bronce, cobre y latón dorados al fuego, uno representado a Carlos I (lado del evangelio) y el otro a Felipe II (lado de la epístola). En ellos se representan a los reyes arrodillados y con las manos en actitud de oración, acompañados de toda su familia. Los conjuntos funerarios son de los conocidos como cenotafios, es decir representan a los difuntos pero sus restos no están en ellos. 

Los dos grupos escultóricos fueron realizados por Pompeo Leoni y se encuentran en el interior de dos grandes arcos situados cada uno a ambos lados de la Capilla Mayor. El cenotafio de Carlos I está compuesto por cinco figuras arrodilladas frente a un reclinatorio y con las manos juntas en actitud orante. El rey está acompañado de su esposa y madre de Felipe II, doña Isabel de Portugal, la hija de ambos doña María, doña Leonor de Francia y doña María de Hungría, ambas hermanas del rey Carlos. Este conjunto fue colocado en este emplazamiento en 1597. Las figuras se encuentran formando parte de un arquitrabe con un gran frontón triangular en donde destaca el escudo imperial del emperador Carlos (el águila bicéfala de los Austria). En el centro una inscripción en letras doradas en latín dice: "A honra y gloria de Dios Omnipotente y Máximo (D.O.M). Carlos V, emperador augusto, rey de estos reinos, de Sicilia y de Jerusalén, archiduque de Austria y buen padre lo dedicó su hijo Felipe II. Están también aquí enterradas Isabel, su esposa, y María su hija, emperatrices; Leonor y María, sus hermanas, reinas: la primera de Francia, la otra de Hungría". 

El segundo conjunto situado frente al primero guarda la misma estética que el anterior. Vemos el gran escudo de los reinos hispánicos de Felipe II. Las figuras que en él encontramos son: Felipe II, la reina doña Ana de Austria (su cuarta mujer y madre de Felipe III), la reina doña Isabel de Valois (tercera mujer), doña María Manuela de Portugal (su primera mujer y madre del príncipe don Carlos), y por último el príncipe don Carlos, primogénito del rey fallecido en extrañas circunstancias. Este conjunto fue colocado en 1600 y lleva un epitafio que dice traducido del latín: "A Dios Omnipotente y Máximo (D.O.M.). Felipe II rey católico de todos los reinos de España, de Sicilia y Jerusalén, archiduque de Austria, viviendo aún, las mandó poner en este sagrado templo que erigió desde sus cimientos. Junto con él descansan Ana, Isabel y María, sus mujeres, y Carlos, príncipe, su hijo primogénito". 

Hay que hacer constar que en el cenotafio del rey Felipe II está ausente su segunda esposa María Tudor, probablemente por ser inglesa y no estar enterrada en este monasterio. El primogénito príncipe Carlos murió a los 23 años; de la muerte fue acusado su propio padre Felipe II por parte de las cortes extranjeras, hoy día se sabe que ello es falso, aunque bien es cierto que el príncipe Carlos era un loco sádico, enfermizo y caprichoso al que el rey tuvo que encerrar en diversas ocasiones porque disfrutaba torturando a las personas y a los animales. También conspiró con los rebeldes flamencos en contra del rey e incluso se cree que urdió planes para asesinar a su padre, en definitiva estaba loco de atar. 

        
     
La Basílica formada por un cuadrado perfecto de 50 metros de lado, es el nexo de unión de todo el conjunto monacal. Concebida en un primer momento por Francesco de Urbano, sería Juan de Herrera quien modificaría los planos originales. De planta centralizada, sus cuatro pilares dóricos de 8 metros de lado cada uno, colocados en el centro forman tres naves en cualquiera de sus cuatro direcciones. En el centro una gran cúpula de 17 metros de diámetro, con tambor apoya sobre pechinas. Las naves se cubren con bóvedas de cañón y dispone de coro alto a los pies. Toda la obra está realizada en sillería de granito mientras que el pavimento es de mármol blanco y gris. 

La Capilla Mayor se resuelve en una planta cuadrangular de 19 x 18 metros. El presbiterio se encuentra situado a varios niveles respecto al suelo de la iglesia. A la Capilla Mayor se accede por una corta escalera formada por doce peldaños de mármol que nos lleva al presbiterio cuyo suelo está revestido por mármoles y jaspes de color blanco, verdes y rojos. Cinco escalones más nos llevan a un segundo nivel donde encontramos el Altar Mayor realizado en mármoles y jaspes. 

 El Retablo Mayor de 30 metros de altura está compuesto por un zócalo y cuatro cuerpos horizontales. Es diseño de Juan de Herrera con pinturas de Tibaldi y Zúccaro y esculturas de Leone Leoni (1509-1590) y su hijo Pompeo Leoni (1533-1608) realizadas en bronce doradas al fuego. Todo el retablo está realizado en jaspes y mármoles. 

El zócalo sirve de sustentación al resto del retablo, en el mismo se abren dos puertas de madera de caoba que dan paso al trassagrario que se encuentra detrás del Retablo Mayor. 

El primer cuerpo del retablo está formado por seis columnas estriadas de orden dórico de mármol rojo que sostienen un arquitrabe y que forman cuatro calles donde se encuentran las hornacinas. En el centro el tabernáculo diseñado por Jacome Trezzo, y a ambos extremos dos pinturas al óleo de Peregrin de Peregrini (1527-1596), alias Tibaldi, La Adoración de los Pastores y la Adoración de los Reyes. Acompañan a los lienzos cuatro esculturas de bulto redondo de Pompeo Leoni representando a San Jerónimo y San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio, realizadas en bronce dorado al fuego. Las pequeñas figuras del tabernáculo son obra de Leoni Leone realizadas entre 1579 y 1586. 

El segundo cuerpo lo forman seis columnas estriadas de orden jónico en mármol rojo que sostienen un arquitrabe y que conforman cuatro calles. En el centro un lienzo representando El martirio de San Lorenzo de Peregrin de Peregrini, y a su lado dos lienzos salidos de la mano de Federico Zúccaro (1542-1609) y que representan uno de ellos La flagelación de Cristo y el otro a Cristo con la cruz a cuestas. Le acompañan cuatro esculturas de Pompeyo Leoni representando a los cuatro evangelistas (San Marcos, San Lucas, San Mateo y San Juan), obras realizadas en bronce doradas al fuego. 

El tercer cuerpo tiene cuatro columnas estriadas de mármol rojo de orden corintio que sostiene un arquitrabe que conforman tres calles. Tres lienzos, en el centro La Asunción de la Virgen y a su lado La Resurrección del Señor y la Venida del Espíritu Santo, las tres obras de Federico Zúccaro fechadas y firmadas en 1587. Les acompañan en los extremos dos esculturas de Pompeyo Leoni, San Andrés y Santiago el Mayor. 

El cuarto cuerpo lo forma un Calvario: Cristo en la cruz, San Juan y la Virgen, conjunto encuadrado en un marco arquitectónico. Fuera de este marco dos figuras representando a San Pedro y San Pablo. En este lugar encontramos la firma del autor: Pompeius Leoni (fecit) 1588. 

Detrás del Retablo Mayor se encuentra el trassagrario, sala decorada con pinturas al fresco de Peregrín de Peregrini (Tibaldi) con escenas del Antiguo Testamento: Los israelitas cogiendo el maná, la cena del cordero, Abraham ofreciendo el diezmo a Melquisedec y Elías a quien el ángel da el pan subcinerario. 

Las pinturas de la bóveda de la Capilla Mayor son obra del italiano Lucas Cambiasso (ca.1527- 1585) "Il Luchetto" o "Luquetto" y representan La Coronación de la Virgen y bordeando los lunetos Los Cuatro Profetas Mayores. 

 La bóveda del coro está pintada al fresco por Lucas Cambiasso y es una representación de La Gloria celestial. En el lugar más alto la Santísima Trinidad y bajo ellos toda una corte celestial de papas, sacerdotes, nobles, santos, ángeles, militares, ángeles músicos y toda una gloria de ángeles en alabanza a la Santísima Trinidad. En los muros laterales que soportan la bóveda se encuentran representados la Anunciación, las cuatro virtudes teologales, San Jerónimo y San Lorenzo. 

El coro de 14 metros x 26 metros está situado en alto sobre el coro bajo. En el mismo encontramos el facistol, diseño de Juan de Herrera, realizado en bronce y madera de ácana. Los sitiales del coro son de madera y completan un total de 124 asientos a dos alturas, realizados por el ebanista italiano Giuseppe Flecha. 

Si en una primera fase se pintaron al fresco las bóvedas de la Capilla Mayor y del Coro, hay que esperar a una segunda fase para que un nuevo pintor se hiciera cargo de la pintura al fresco del resto de las bóvedas del templo; pero esta ya sería bajo un nuevo rey cien años después. Este rey sería Carlos II que escogió para terminar la pintura al fresco de la Basílica al italiano Lucas Giordano o Lucas Jordan (1636-1705). Este pintor llegó a España hacia 1692 y en pocos años realizó todos los encargos del rey, en un tiempo verdaderamente record. 

Así pintó entre septiembre de 1692 y abril de 1693 la bóveda de la escalera principal del palacio con un fresco titulado La Gloria de la Casa de Austria. 


En cuanto al templo pintó un total de ocho bóvedas al fresco entre abril de 1693 y julio de 1694. La temática es la siguiente: 

• El misterio de la Encarnación 
• Los israelitas atravesando el desierto y el Mar Rojo 
• El triunfo de la iglesia militante 
• El juicio final y la resurrección de los muertos 
• La pureza de la Santísima Virgen 
• La victoria de los israelitas sobre los amalacitas 
• El juicio de San Jerónimo y los doctores de la iglesia 
• La muerte y el entierro de la Virgen 

Una de las joyas que podemos encontrar en la Basílica es un Cristo en la Cruz cincelado en mármol blanco obra de Benvenuto Cellini y realizado en 1562. Fue donado al rey por el gran duque Francisco de Toscana, y está considerado como una de las obras maestras del siglo XVI florentino. Se da la circunstancia que este Cristo originalmente estaba completamente desnudo, pero en la actualidad lo podemos contemplar con un lienzo de pureza que tapa su desnudez. 

        
       
Como ya hemos comentado la Basílica cuenta con dos torres campanarios gemelos de 72 metros de altura cada uno, y sobre el crucero se levanta una gran cúpula de 92 metros de altura que es el punto mas alto de todo el monasterio. 

Sacristía La sacristía está formada por dos salas, la antesacristía y la sacristía propiamente dicha. La antesacristía se cubre con una bóveda decorada al estilo pompeyano, obra de Nicolás Granello. Los suelos son de mármol. En uno de sus muros encontramos una gran pila lavamanos con cinco grifos en forma de cabecitas de ángeles. 

La sacristía es una sala rectangular de 30 x 8 metros. Se cubre con una bóveda decorada con grutescos salidos de la mano de Nicolás Granello y Fabricio Castello. Destaca una soberbia cajonería de maderas nobles (ácana, caoba, ébano, cedro, terebinto, boj y nogal) que forma de base a una gran mesa corrida que recorre todo lo largo de la sala. Destacan sus catorce ventanas que le permiten una luminosidad sorprendente. 

El Retablo del Altar se cubre con un lienzo bocaporte, obra maestra de Claudio Coello (1642-1693), que lleva por titulo Carlos II adorando la Sagrada Forma. El pintor está retratado en el ángulo inferior izquierdo de perfil, siendo el personaje que lleva patillas. 

Panteón de Reyes, Panteón Real o Cripta Situado bajo el Altar Mayor, para llegar hasta el mismo hay que bajar dos escaleras. La primera de ellas formada por 13 escalones nos lleva a una puerta de bronce dorado a fuego con una inscripción que dice: A Dios Omnipotente y Grande (D.O.M). Lugar sagrado dedicado por la piedad de los Austrias a los despojos mortales de los Reyes Católicos, que aguardan el día ansiado, bajo el Altar Mayor, del Restaurador de la Vida. Carlos V, el más esclarecido de los Césares, deseó este lugar de reposo postrero para sí y para los de su estirpe; Felipe II el más prudente de los Reyes, lo eligió; Felipe III, príncipe hondamente piadoso, dio comienzo a las obras; Felipe IV, grande por su clemencia, constancia y religiosidad, lo agrandó, hermoseó y terminó en el año del Señor de 1654. 

Bajando 34 escalones más llegamos a la cripta no sin antes pasar por dos descansillos, en el primero encontramos dos puertas falsas, mientras que en el segundo descanso las dos puertas se corresponden con los pudrideros, uno de ellos el de reyes y el de enfrente el de los infantes. 

La cripta es una habitación de traza poligonal de ocho lados, en uno de cuyos lados figura un pequeño altar y en el de enfrente la entrada, quedan por tanto seis lados libres donde se albergan los sarcófagos distribuidos en diversas alturas con los restos de los reyes y reinas de España. En total cuatro sarcófagos por lado que multiplicados por seis lados, dan un resultado de 24 sarcófagos de mármol de reyes y reinas. 

La disposición de los difuntos siguen un orden concreto, así en el lado izquierdo figura el rey o la reina y en su misma colocación pero en el lado derecho la reina o el rey consorte, pero a condición que sea reina madre de un rey. Existe alguna excepción como la reina doña Isabel de Borbón primera mujer de Felipe IV que sin ser madre de rey, fue enterrada en el panteón de reyes por expreso deseo de su esposo el rey Felipe IV. También está enterrada Victoria Eugenia de Battemberg esposa de Alfonso XIII que no fue madre de rey, aunque por deferencia hacia su nieto el rey Juan Carlos I está enterrada en el panteón. También lo serán los padres del rey Juan Carlos que aunque no han reinado se considera que mantuvieron los derechos sucesorios (en la actualidad se encuentran en el pudridero). Don Juan de Borbón (1913-1993) y María de las Mercedes de Borbón y Orleans (1910-2000). 

También existen dos reyes de España que por diversas circunstancias no están enterrados aquí, uno de ellos es Felipe V de Borbón y el otro Fernando VI. Felipe V está enterrado en la Granja de San Ildefonso mientras que Fernando VI lo está en el Monasterio de las Salesas Reales de Madrid (Iglesia de Santa Bárbara). Además otros dos reyes no están enterrados en este lugar, Amadeo I de Saboya que lo está en Italia y José Bonaparte que lo está en Los Invalidados de Paris (ambos por razones obvias). 

Felipe V de la Casa de Borbón no quiso ser enterrado en el Panteón de los Austrias con los que había luchado por la Corona de España y Fernando VI no tuvo hijos con su esposa Bárbara de Braganza, por lo que al morir ésta no pudo ser enterrada en el Panteón. Al morir el rey, quiso ser enterrado junto con su esposa a la que amaba profundamente. 

        
     
El Panteón de Reyes es una cripta situada debajo del Altar Mayor de la Basílica, con forma octogonal, cubierta con una cúpula y una decoración de estilo barroco. Toda la sala se cubre con jaspes, pórfidos, mármoles de distintos clases y bronces dorados, incluido el suelo que es de mármol. Construida por Juan Gómez de la Mora según planos de Juan Bautista Crescenzi. Las obras comenzaron en 1617 en tiempos del rey Felipe III aunque no llegaron a ser terminadas y acabaron siendo abandonadas. En 1645 se hizo cargo de ellas fray Nicolás de Madrid que las acabó en 1654 en tiempos del rey Felipe IV. Cuenta en total con 24 sepulcros de mármol. Preside la estancia un pequeño altar de mármol verde de Génova con un crucifijo de bronce dorado obra de Domenico Guidi realizado entre 1657 y 1659. El frontal del altar es de bronce dorado y ostenta un bajorrelieve del entierro de Cristo de gran calidad. 

Al morir los reyes no pasan directamente a este lugar, previamente y durante 50 años descansan en una sala cercana conocida como el Pudridero. Pasado el tiempo los restos pasan al Panteón de Reyes donde son enterrados en urnas todas iguales donde se esculpen sus nombres. Existe un protocolo muy estricto, por el cual el difunto es entregado a los monjes del monasterio y pasado el tiempo preceptivo pasan al Panteón Real. De todos estos actos se levantan diversas actas notariales, con intervención de médicos, patólogos, miembros de la familia real, monjes e incluso instituciones del Estado. El acceso al pudridero está totalmente prohibida, incluso para los monjes del monasterio, pudiendo entrar exclusivamente los debidamente autorizados. 



Además del Panteón Real, a finales del siglo XIX en 1862 y por orden de la reina Isabel II se construyó el Panteón de Infantes para dar 
sepultura a los hijos de reyes que por no ser primogenitura de nacimiento no podían ser sepultados en el Panteón Real y también a las 
esposas reales que no habían tenido descendencia coronada. El proyecto fue llevado a cabo por el arquitecto José Segundo de Lerma 
entre 1862 y 1888 mediando entre ambas fechas un largo periodo de interrupción, por lo que el panteón fue acabado ya en el periodo del 
rey Alfonso XII. 

        
       
 El panteón de infantes está formado por un total de nueve salas, cinco corren por debajo de la sacristía, una por debajo de la celda 
prioral y las tres últimas por debajo de las salas capitulares. Destacan las estatuas de los heraldos que dan entrada al Panteón de 
infantes niños, excelentes obras del escultor Ponciano Ponzano Gascón (Zaragoza 1813-Madrid 1877). Del total de 60 sepulturas de los 
que consta el panteón de infantes sólo están ocupadas 36 sepulturas. 

Destaca entre los allí enterrados y en un lugar de honor (5ª cámara), el féretro de don Juan de Austria (1547-1578), hijo natural de Carlos 
I y por lo tanto hermanastro de Felipe II. Se trata sin duda de una tumba de extraordinaria importancia, no sólo por el personaje de que se 
trata sino por la maestría de la talla. Realizado en mármol blanco de Carrara, en él vemos la efigie de don Juan con la espada entre sus 
manos. La delicadeza de la talla y los detalles son verdaderamente asombrosos. La obra está tallada por Giuseppe Galleoti según 
modelo de Ponciano Ponzano. 

Destacar también que además del conocido como Panteón de Infantes, se construyó otra sala conocida como Panteón de Párvulos o 
infantes niños, en ella están enterrados todos los niños muertos en edad infantil o antes de llegar a la pubertad. Son un total de sesenta 
nichos y su principal característica es que tiene forma de tarta, por aquello de darle un cierto aire infantil, característica que ha sido muy 
criticada por lo dudoso de su gusto. Hay que decir que la mitad de los sarcófagos de esta curiosa tarta están vacíos y que está realizada 
en mármol de Carrara. 

Patio de los Evangelistas Cuando hablamos del Patio de los Evangelistas en realidad hablamos del claustro monacal del convento. 
Realizado por Juan Bautista de Toledo en estilo renacentista, se compone de dos pisos formados por arcos de medio punto, las del piso 
inferior sostenidas por columnas dóricas mientras que las del piso superior son de orden jónico. Cada lado tiene una longitud de 46 
metros y dispone de un total de 88 vanos que llenan los claros de los arcos. Por encima del cuerpo superior corre un antepecho 
abalaustrado de piedra con adornos de bolas. 

En el centro del patio se disponen cuatro estanques y en el centro de estos un templete octogonal, obra de Juan de Herrera. Construido 
en piedra al exterior y mármoles en el interior, ocho columnas dóricas sostienen un entablamento con un balcón en su parte superior. 
Remata todo el conjunto una cúpula con linterna ciega. En cuatro de los paños del templete, cuatro estatuas representando a los 
Evangelistas en sendas hornacinas, y a sus pies los animales simbólicos que los representan. Así encontramos a San Lucas, San Mateo, 
San Juan y San Marcos, todos ellos con un libro abierto entre sus manos y realizados en mármol. Los evangelistas son obra de Juan 
Bautista Monegro. 


De las cuatro figuras de los evangelistas toma prestado el patio su nombre. 
 Sobre la parte occidental del Patio de los Evangelistas encontramos una gran escalera, en ella podemos encontrar las pinturas que Luca 
Giordano (Lucas Jordán) (Nápoles 1634-1705) pintó en el siglo XVII en la bóveda representando La Gloria de la Casa de Austria. Destaca 
porque en ella podemos ver pintado un balcón donde se encuentran el rey Carlos II, a su esposa María Ana de Noeburgo y a la madre de 
este Mariana de Habsburgo, contemplando la escena en la que los reyes Carlos I y Felipe II en presencia de San Lorenzo se encuentran 
ante la Santísima Trinidad. En otro lugar aparecen sendas representaciones de la batalla de San Quintín, la fundación del Monasterio del 
Escorial, Felipe II, Carlos I y alegorías de la iglesia en un gran canto a la grandeza y piedad de la Casa de Austria. Los frescos fueron 
encargados por el rey Carlos II un siglo después de ser construida la escalera. 

Esta escalera construida por Juan Bautista Toledo consta de 52 peldaños y son de las conocidas como de tipo imperial, es decir la 
escalera nace en un sólo tramos y en el descanso se divide en dos tramos a derecha e izquierda. La escalera sirve de comunicación 
entre ambos pisos del claustro y es conocida sencillamente como la escalera principal. 

       
Sala de las batallas Otra de las salas más conocidas es la Sala de las Batallas o Sala de los Alabarderos. Se trata de una gran sala 
alargada de 55 metros de largo, cubierta con bóveda de cañón. En las paredes de la misma encontramos diversas escenas de batallas, 
así encontramos escenas de la Batalla de San Quintín, de Higueruelas, la batalla de Pavía. la batalla naval de Lepanto y la Expedición a 
las Islas Terciarias o de las Azores, todas ellas ganadas por los españoles. Los autores de las pinturas realizadas al fresco fueron Nicolás 
Granello, Fabrizio Castello y Lazzaro Tavarone entre otros. Realizadas entre 1584 y 1589. La más interesante de todas ellas sea tal vez 
la batalla de Higueruelas, porque representa fielmente los estandartes y la organización del ejercito en la época de la batalla y permite 
conocer de manera histórica los participantes en la batalla, ocurrida el 1 de julio de 1431 entre las tropas castellanas del rey Juan II y los 
musulmanes. 

       
Las bóvedas del techo fueron pintadas al fresco según la técnicas del grutesco, con dibujos caligráficos, guirnaldas, amorcillos, pájaros 
en vuelos y lunetos ornamentales, por los mismos autores. 
La sala de planta rectangular, está iluminada por nueve vanos o ventanas situados en el muro sur y que conforman un total de diez 
espacios, en cada uno de los cuales se representa una batalla. El muro norte no tiene ventanas y forma una ininterrumpida y larga 
sucesión de batallas, formaciones militares y hechos históricos en los que han intervenido las armas hispanas. 

Real Biblioteca de El Escorial Se encuentra en una sala superior situada exactamente sobre la entrada principal de la fachada de 
poniente. En la entrada hay una inscripción que amenaza con pena de excomunión a todo aquel que saque algún libro u objeto 
depositado en la sala. Destaca en el centro una esfera armilar de madera fechada en 1536 y realizada en Florencia por Antonio Santucci. 

La esfera armilar era utilizada antiguamente para determinar la posición de los astros en el cielo. También cinco mesas cuadradas de 
mármol con cercos de bronce del siglo XVII. Se cubre la estancia con bóveda de cañón y los suelos con mármoles blancos y pardos. La 
estancia tiene unas medidas de 54 metros de largo x 9 metros de ancho y 10 metros de altura. 
La iluminación de la biblioteca se realiza por una serie de vanos distribuidos en cinco ventanas y cinco balcones que asoman al Patio de 

los Reyes y siete ventanas que recalan al exterior de la explanada de la fachada de poniente. 
En sus estanterías encontramos libros en latín, hebreo, árabe, provenzal y otras lenguas exóticas, fechadas entre los siglos XIV y XV. 
Miniaturas del siglo XIII y encuadernaciones del siglo XVI en oro y policromía, así como incunables de un valor incalculable. Todos los 
libros depositados en estanterías de madera con el lomo vuelto al revés según la creencia de la época de que así los libros se 
conservaban en perfectas condiciones. Los fondos documentales se resumen en cuarenta mil impresos, dos mil manuscritos árabes, dos 
mil noventa en latín y lenguas vernáculas, setenta y dos en hebreo y quinientos ochenta en griego. 

La bóveda de la sala esta compartimentada en siete espacios o tramos; cada uno de ellos representa a una de las siete artes liberales: la 
Gramática, la Retórica y la Dialéctica que se corresponden con el "Trivium" (tres caminos) y la Aritmética, la Música, la Geometría y la 
Astrología que se corresponden con el "Quadrivium" (cuatro caminos). Cada una de las artes está representada en forma de matrona o 
alegoría a la que acompañan dos historias relacionadas con ella. Las pinturas al fresco de las bóvedas del techo son de Peregrin de 
Peregrini, alias Tibaldi con la participación de Incola Granello, siendo realizadas entre 1588 y 1592 según un programa iconográfico de 
fray José de Sigüenza. Los testeros de la sala se decoran con frescos del mismo autor representando en uno de ellos a la Filosofía (el 
saber adquirido) mientras que en el otro la Teología (el saber revelado). 

Sobre un zócalo de mármol se levantan las estanterías de madera donde se encuentran los libros, fue diseñada por Juan de Herrera y 
ejecutadas por Flecha, Gamboa y Serrano entre otros. Esta confeccionado en maderas nobles como son el cedro, la caoba y el ébano. 

Como dato anecdótico podemos citar que durante diez años fue director la Real Biblioteca del Monasterio el sabio humanista Arias 
Montano Benito (Fregenal de la Sierra [Badajoz] 1527 - Sevilla 1598). Este humanista ha sido objeto de polémica ya que existe 
controversia sobre si este humanista pertenecía a una sociedad secreta o semi-clandestina de carácter heterodoxa o herética y que 
desde su puesto de bibliotecario tenia acceso a libros prohibidos. 

La biblioteca nació en 1575 con una entrega inicial por parte del rey Felipe II de 4000 volúmenes procedentes de su biblioteca personal. 
Con el tiempo ésta fue aumentada con diversas compras y donaciones, entre las que destacamos la realizada en 1576 por don Diego 
Hurtado de Mendoza, si bien es cierto que a cambio de algunos favores. En el plano negativo hay que destacar el incendio del 
monasterio ocurrido en 1671 que se llevó al mundo de las cenizas muchas de las obras allí despositadas y el saqueo que hicieron los 
franceses durante la Guerra de la Independencia. 

También tuvo entrada en 1612 la importante biblioteca con cerca de 4000 volumenes que el capitán de las galeras españolas don Luis 
Fajardo arrebató a Muley Zidan emperador de Marruecos, escritos en árabe, turco y persa. Muchos de estos volumenes sucumbieron al 
incendio de 1671. 
  Salas Capitulares En sus techos podemos observar pinturas de Urbino, Granello y Castello. Son grandes salas donde se reunian los 
monjes en capitulo para tratar los temas habituales de la orden. Se situan en el lado sur del Patio de los Evangelistas. 
En el centro de la sala mayor encontramos un gran atril adornado con un águila simbolo de San Juan. Es obra de Juan Simón de Amberes 
y fue realizado en 1571. 
Palacio de los Austrias Además de monasterio el edificio es residencia palacial, aunque podríamos decir que comparado con el total de la 
superficie del monasterio las zonas de palacio son ínfimas. 
   
     
Destaca el Palacio de los Austrias, que ocupa un lugar de privilegio alrededor o junto a la Capilla Mayor de la Iglesia, de hecho desde sus 
habitaciones pueden ser seguidos los actos religiosos que se realizan en la iglesia. Concretamente esta zona palaciega ocupa la parte de 
la cabecera de la iglesia, aquella que podríamos considerar como el mango de la parrilla cuya forma adopta el monasterio. 
Destaca el Palacio de los Austrias por su extrema sencillez, lo pequeño y sencillo de sus habitaciones y la total austeridad de los 
aposentos, muy en consonancia con su creador, el rey Felipe II. Entre las estancias destacan las conocidas como la habitación de la 
infanta Isabel Clara Eugenia, el Salón de Trono y el dormitorio y despacho de Felipe II. A destacar que en su alcoba encontramos la cama 
donde falleció el rey de un Imperio donde no se ponía nunca el sol. Ocurrió un 13 de septiembre de 1598. En las habitaciones podemos 
encontrar unos pocos muebles y algunos retratos, algunos de ellos son originales del siglo XVI mientras que otros son representaciones 
modernas de mobiliario de la época. Destacamos un lienzo salido de la mano de Juan Pantoja de la Cruz y que representa al rey Felipe II 
ya muy viejo y próximo a su muerte, datado en 1594. 

El pavimento de las habitaciones son de ladrillo, mientras que las paredes están lucidas en blanco, a excepción de un zócalo de un metro 
de altura con azulejos de Talavera. 
Unos de los adornos y elementos originales a destacar sin genero de duda son las puertas de marquetería (madera tallada) que el 
emperador Maximiliano regaló a Felipe II y que se encuentran situadas en las habitaciones de recepción de embajadores y paso de 
autoridades. 

Las habitaciones del Palacio de los Austria giran alrededor de un pequeño patio conocido como Patio de los Mascarones, porque en sus 
muros se encuentran una serie de mascarones formando parte de las fuentes que bordean al mismo. 
Palacio de los Borbones Con el advenimiento de la dinastía Borbón, Felipe V y Fernando VI, reyes de gusto afrancesado no tuvieron 
excesivo interés por el monasterio que quedaba muy austero para su tren de vida, llena de lujo, fastuosidad y fiestas; es por ello que 
estos reyes prefirieron el Palacio de Aranjuez, La Granja y el Pardo para sus jornadas de descanso y reposo. 

Con Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808), la vida del monasterio tuvo un pequeño renacimiento pero por causas distintas a las 
que pudiéramos imaginar. Su emplazamiento favorecía el ejercicio de la caza y los paseos campestres, por lo que modificaron el primer 
piso del ala norte para dotar a estas estancias de todas las comodidades dignas del reyes. Así adornaron las habitaciones con muebles, 
relojes, lámparas de arañas y sobre todo con tapices, cerca de trescientos, realizados por la Real Fábrica de Santa Bárbara y otros 
traídos de Flandes, Francia e Italia. Los autores de los tapices españoles brillan con luz propia, Goya y Bayeu, además de Castillo, 
Teniers y Wouerman. 

Al Palacio de los Borbones se accede por una monumental escalera construida en tiempos de Carlos IV (1788-1808) por Juan de 
Villanueva. 
Museo de Arquitectura y Pintura Uno de los elementos sobresalientes del Monasterio es su Pinacoteca de Pintura, en sus salas se 
exponen cuadros de los más prestigiosos pintores de los siglos XV, XVI y XVII, así encontramos cuadros de El Bosco, Durero, Coxcie, 
Tiziano, Bassano, Lucas Jordán, Tintoretto, Valdés Leal, Velazquez, Rubens y el Greco. 
Del Greco conviene citar el único cuadro existente de este pintor en el Monasterio y es el que lleva por titulo San Mauricio y la Legión 
Tebana, cuadro que no gustó a Felipe II y fue arrinconado a una sacristía hasta que nuevos tiempos han devuelto a un lugar de honor a 
este cuadro que para mi es uno de los mejores que pintó nuestro genial pintor cretense y español. 
Además de la Pinacoteca de Pintura, encontramos el llamado Museo de Arquitectura donde se recogen toda una serie de utensilios
instrumentos utilizados en la época para la construcción del monasterio. 


lunes, 5 de noviembre de 2018

Mercado Medieval de Otoño El Escorial 2018




Mercado Medieval de Otoño El Escorial 208

Historia de los Mercados Medievales



EL COMERCIO MEDIEVAL
Las ciudades del Occidente de Europa que estaban en decadencia desde la caída del Imperio Romano comienzan a resurgir a partir del siglo XI convirtiéndose en el motor de todos los cambios. Pero. “la ciudad” era ante todo un mercado en el que se intercambian todo tipo de productos, tanto con el entorno rural como con las ciudades próximas en los “mercados semanales” o “diarios”, pero sería el comercio a larga distancia, es decir las “Ferias”, las que permiten el crecimiento de grandes ciudades.


También tuvo una gran importancia en el desarrollo del comercio la “ganadería trashumante" que proporcionaba la lana la industria textil.
En España destacaron las ferias de Medina del Campo Valladolid. Floreció  a través de diferentes rutas.
La ruta del Mediterráneo permitió la llegada a Europa de mercancías de Oriente tales como: seda, especias, pieles, perfumes etc...
El mercado castellano se orientó a la venta de lana para la industria pañera de Flandes.
Con el desarrollo del Comercio se intensificó la “circulación monetaria” con diferentes monedas de oro y plata, que propició el nacimiento de la “banca”.


Los Mercados Medievales de España
La mejor forma de retroceder en el tiempo es acercarte a un Mercado Medieval. Por suerte en España tenemos multitud de ellos repartidos por toda la geografía.
Si algo tienen en común estos mercados es que sus participantes, y en general los habitantes del pueblo o de la ciudad en cuestión, se curran el evento muy mucho y eso se nota.
Un Mercado Medieval recrea a la perfección esa época de nuestra historia con representaciones teatrales por las calles y plazas, actuaciones musicales, trovadores recitando versos al aire y artesanos desempeñando oficios tales como la metalurgia, la carpintería o profesiones artísticas.
Aprovecha para visitar España y conocer los mejores mercados medievales nacionales.


                                      HISTORIA DE EL   MERCADO MEDIEVAL
                                                   EL COMERCIO MEDIEVAL
Las ciudades del Occidente de Europa que estaban en decadencia desde la caída del Imperio Romano comienzan a resurgir a partir del siglo XI convirtiéndose en el motor de todos los cambios.
 Pero. “la ciudad” era ante todo un mercado en el que se intercambian todo tipo de productos, tanto con el entorno rural como con las ciudades próximas en los “mercados semanales” o “diarios”, pero sería el comercio a larga distancia, es decir las “Ferias”, las que permiten el crecimiento de grandes ciudades.


También tuvo una gran importancia en el desarrollo del comercio la “ganadería trashumante" que proporcionaba la lana para la industria textil.
En España destacaron las ferias de Medina del Campo (Valladolid). Floreció el comercio exterior a través de diferentes rutas.
La ruta del Mediterráneo permitió la llegada a Europa de mercancías de Oriente tales como: seda, especias, pieles, perfumes etc...
El mercado castellano se orientó a la venta de lana para la industria pañera de Flandes.
Con el desarrollo del Comercio se intensificó la “circulación monetaria” con diferentes monedas de oro y plata, que propició el nacimiento de la “banca”.


Actividades:
•  Utilizando los libros de texto, enciclopedias o bibliografía específica del tema, realiza una síntesis del tema?Historia del Mercado Medieval?.
•  Utilizando como ejemplo las preguntas siguientes, prepara para tus compañeros preguntas y respuestas sobre el mismo tema.


Podemos preguntarnos:
¿Cuál es la diferencia entre el mercado y la feria? 
- La feria tiene una mayor duración.
- Tiene una reglamentación más completa.
- Mueve mayor volumen de mercancías y personas asistentes.
¿Qué productos compraban o vendían los mercaderes?
- Cereales: trigo, cebada y centeno.
- Vid, hortalizas, frutales y plantas industriales como el lino.


El Camino de Santiago por la capital leonesa está marcado por la calle “La Rúa”, calle muy próxima a la iglesia de Santa María del Mercado.
En la plaza que aún hoy se conoce con el nombre de “Plaza el Grano” tenía lugar la venta de grano y legumbres que llevaban a cabo los campesinos leones.
En los mercados, los peregrinos y demás ciudadanos podían también, comprar esencias hechas con flores y plantas de diferentes comarcas.
Algunas plantas servían al peregrino como elemento curativo, especialmente para los pies, que sin duda la parte más machacada a lo largo del viaje.


 Viajamos a la Edad Media! Calendario de ferias y         mercados medievales en Madrid
Viajemos en el tiempo… En la Edad Media, tanto el coste como la poca seguridad del transporte de la época dificultaban el acceso a productos de primera necesidad. También a artículos llegados desde países lejanos. 
En esas circunstancias, comenzaron a proliferar los mercados como la única fórmula para realizar los intercambios de bienes.
 Su éxito fue tal que se convirtieron en eventos multitudinarios que lograban reunir a gente de diferentes procedencias y lenguas que esperaban ansiosos su celebración, con las fechas bien presentes en la cabeza.


Ese es el origen de los mercados y ferias medievales que continúan celebrándose a día de hoy en casi cualquier rincón de Madrid. 
Aunque, eso sí, en la actualidad se llevan a cabo con un objetivo festivo y suelen durar entre uno y tres días, mientras que en la Edad Media podían llegar a extenderse durante un mes.
Reyes, reinas, señores feudales, sirvientas… Las ferias y mercados medievales nos transportan a una época casi mágica en la que los trajes ponen el punto de color a un ambiente que huele a especias, carnes a la brasa, quesos artesanales, vino y cuero.
 Sin duda, un plan diferente de esos que huelen a historia. A ayer. A varios siglos atrás.


Historia de los Mercados Medievales 
A partir del siglo XII, se dieron profundos cambios en Europa, el comercio en la Edad Media: la economía rural y cerrada, propia de la época feudal se transformó, gradualmente en una economía abierta y comercial.
Entonces, la industria, los mercados y el dinero recobraron importancia. Este renacimiento comercial, que llegó a su auge en el sigloXIII. se debió, fundamentalmente, a las siguientes causas:
Aumento de la producción agrícola, pues generó un excedente de productos que debieron ser vendidos fuera de su área.
La paz en Europa, que ofreció seguridad en los caminos y en los mares, luego de varios siglos de conflictos.
Aumento de la población debido a la disminución de las guerras y al mejoramiento de las condiciones alimentarias, que provocó la necesidad de satisfacer los requerimientos de más gente cada vez.
Las cruzadas, que abrieron nuevos caminos comerciales marítimos y terrestres y revitalizaron el comercio entre Oriente y Occidente.


La población y sus necesidades
El aumento demográfico
A pesar de las escasas fuentes que tenemos para calcular el volumen de la población en la Edad Media, se sabe, por aproximaciones basadas fundamentalmente en la extensión de los cultivos, que desde el siglo XII hubo un gran aumento demográfico en Europa. 
Los historiadores opinan que hacia el año 1 100 la población europea era de unos 48 millones de habitantes; hacia el 1 200 pasó a ser de 61 millones de habitantes y en el 1 300 superó los 73 millones. Este aumento demográfico, que exigió un mayor desarrollo económico, al mismo tiempo propició una mayor disponibilidad de mano de obra.
aumento de la poblacion edad media
Aumento de la población en la Edad Media
Tres necesidades básicas
La actividad comercial e industrial de la Edad Media se destinó, principalmente, a satisfacer las necesidades básicas de la población: alimentación, vestido y vivienda. 


La industria de la alimentación fue la que más se desarrolló, pese a que la mayoría de los productores trabajaban en pequeño volumen y a que casi todo este comercio en la edad media se efectuaba en la corta distancia que mediaba entre el campo y la ciudad.
 Sin embargo, siempre hubo ciertos productos alimenticios que sólo podían obtenerse de lugares más lejanos, y algunas zonas, como por ejemplo Flandes y Noruega, se veían obligadas a importar incluso sus alimentos esenciales de lejos. Entre los productos alimenticios que más se comerciaron figuran los cereales, los productos lácteos, la sal y la cerveza.
Un nuevo personaje: el mercader
mercader edad media
Mercader de la Edad Media
Al fortalecerse el comercio en la edad media, se formó en Europa una clase de comerciantes profesionales o mercaderes que con su profesión, relegaron la actividad agraria a un papel secundario. Estos mercaderes crearon una mentalidad propia, muy particular.


La mayoría de los mercaderes era de origen rural: personas que se habían visto forzadas a abandonar el campo por el aumento de población y la falta de tierras, optando por un estilo de vida errante y azaroso. Entre esta masa de desarraigados y aventureros se formaron los primeros comerciantes.
Los primeros comerciantes sólo recorrían pequeñas distancias para vender sus productos, pues los caminos eran malos y los bandidos los asaltaban con frecuencia. Además, cada vez que cruzaban un feudo, el señor feudal los obligaba a pagar un impuesto o les confiscaba sus mercancías.



Estos comerciantes vendían sus productos al menudeo. Sus mercancías eran, principalmente, artículos de primera necesidad como, por ejemplo sal, cerveza, miel, lana y cereales.
A finales del siglo XII en cambio, los mercaderes se volvieron errantes. Se trasladaban con sus mercaderías de lugar en lugar y vendían sus productos en ferias que se celebraban en fechas y lugares establecidos. Por eso se los llamó pies polvorientos.
Los pies polvorientos usaron animales de carga -en particular, caballos- para transportar sus mercancías. Otro vehículo muy utilizado por estos primeros comerciantes fue el carro de cuatro ruedas, tirado por caballos o por bueyes.


Para compensar las dificultades, los peligros y el costo del camino, los pies polvorientos vendieron no sólo productos de primera necesidad sino, también, productos de lujo como perfumes, especias y tintes que les dejaban un amplio margen de ganancias. También usaron las vías fluviales y las marítimas.
A partir del siglo XIV los mercaderes se volvieron sedentarios pues el volumen creciente de sus mercaderías dificultó su traslado de feria en feria. Entonces, comenzaron a establecerse en determinadas ciudades y comenzaron a vender al por mayor.
El comercio local
El primer tipo de el comercio en la edad media que cobró importancia en la Edad Media fue el comercio local, es decir, el que se efectuaba del campo a la ciudad. A través de este comercio, los campesinos libres y los señores feudales vendían sus excedentes a la ciudad: productos agrarios, madera, cuero y lana principalmente.
Luego, con las ganancias obtenidas con sus ventas, compraban en las urbes mercancías más elaboradas de las que no disponían en el campo como, por ejemplo, telas y herramientas.
El comercio local nunca desapareció. Sin embargo, fue el comercio a larga distancia o internacional el que caracterizó el renacimiento económico de la Edad Media.


Los Mercaderes y el campo
Una nueva clase social
Desde principios del siglo XII, la superpoblación, el hambre y las guerras habían bandeado a un número considerable de individuos, errantes, privados de todo, que pasaron a engrosar la multitud de mendigos o peregrinos ya existente. 
Entonces, algunos se dedicaron a pequeños negocios 
 Probaron una nueva suerte que nada tenía en común con las actividades tradicionales. Así pues, uno puede suponer que estos mercaderes crearon una mentalidad propia, muy particular. 
Esta gente, que hizo tabla rasa de sus antiguos vínculos, se lanzó a la aventura 
 buscando, ante todo, un rápido enriquecimiento. Los cronistas de la época hablan de advenedizos, de hombres sin fe y sin ley, sin escrúpulos, que por sus costumbres y modos difieren de los demás hombres.

J. Heers. Historia de la Edad Media
comerciante edad media
Comerciante de la Edad Media
Del campo a la ciudad
La mayoría de las ciudades medievales del siglo XII eran pequeños centros donde los habitantes del campo circundante ofrecían un excedente 
de su producción a cambio de objetos elaborados en la ciudad como, por ejemplo, zapatos, o de artículos que llegaban a ella procedentes de otras regiones. Las ciudades reunían el excedente de su propia zona y lo pasaban a otras regiones y, al mismo tiempo, recibían parte del excedente de otras regiones y lo distribuían en su territorio. Para concentrar estos movimientos de compra-venta, las ciudades organizaron ferias que se celebraban una vez a la semana.
El comercio internacional y sus centros
El renacimiento de el comercio en la edad media se dejó sentir en toda Europa, pero hubo dos grandes focos donde éste se concentró: Italia del Norte y Flandes. Ambas eran zonas muy pobladas que se dedicaban a la manufactura de tejidos, de objetos de metal y de cerámica.


Italia
Italia se benefició del comercio internacional, pues estaba al centro de una antigua red vial romana y al medio del Mediterráneo. Por ello, y como consecuencia de las cruzadas, sus ciudades controlaron el comercio con Oriente. Los puertos más beneficiados con ello fueron Venecia, Génova y Pisa.
A través del Mediterráneo, Italia vendía a Oriente productos propios y artículos traídos del norte de Europa. De Oriente, los comerciantes italianos llevaban a Europa especias, sedas y perfumes.
Flandes
Otra zona comercial que gozaba de una situación estratégica era Flandes que se hallaba frente al mar del Norte y en la que desembocaban varios ríos europeos, como el Rin y el Mosna.
La región de Flandes perteneció a una importante liga comercial, la liga Hanseática, que comerciantes alemanes habían organizado con las ciudades de Hamburgo, Lübeck. Rostock y Stettin a la cabeza. Esta liga monopolizó las exportaciones del norte de Europa, desde Novgorod en la actual Rusia, hasta Londres


De esta manera la liga Hanseática consolidó un importante tráfico de trigo, madera y pieles que, en Flandes, se reunía en la ciudad de Brujas, que fue su principal puerto de almacenaje y redistribución.
Flandes exportaba los productos de estas regiones al resto de Europa a cambio de artículos de Europa del centro y del sur y de objetos de Oriente. Exportaba, también, sus propios tejidos.
Rutas y Transportes
Para comerciar a larga distancia, los comerciantes medievales contaron con tres rutas: las vías terrestres, las fluviales y las marítimas. Aunque el transporte terrestre permitía alcanzar zonas del interior sin ríos, fue siempre el más caro y penoso, pues los caminos eran malos e inseguros y se debía pagar gran cantidad de impuestos
Por seguridad, los mercaderes preferían el transporte fluvial. Las redes fluviales más importantes fueron las del río Po, el Ródano, el enrejado de ríos de la zona de Flandes. el Rin y el Danubio. Sin embargo, el medio fluvial también estaba sujeto a impuestos.
El medio de transporte más barato fue el marítimo, por eso fue el preferido a pesar de los riesgos de naufragio y de piratería, de la poca capacidad de las naves y de la lentitud del viaje. Además, un solo barco podía llevar las cargas de varios comerciantes a la vez.
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Rutas Comerciales de la Edad Media
Organizaciones comerciales en el comercio en la Edad Media
La liga Hanseática


En los mares del norte, comerciantes alemanes organizaron una red de casas comerciales que compraban y vendían productos desde Inglaterra hasta Rusia. Esta red comercial conformó una corporación, la liga Hanseática, cuya sede se hallaba en Lübeck. La liga llegó a incluir 200 ciudades. La naves hanseáticas transportaban una gran variedad de artículos: miel y pieles de Rusia, pescado de Escandinavia y lana de Inglaterra, entre otros productos más.
Las ferias
La actividad comercial se impuso en toda Europa en el transcurso del siglo XIII. Dentro de un ambiente de plenitud económica, alcanzaron gran importancia las ferias, grandes mercados situados en zonas de contacto entre el comercio mediterráneo y el nórdico, a las que acudían mercaderes de todos los lugares de Europa.
Las ferias no eran mercados permanentes, pues sólo se realizaban en ciertos períodos del año. Su celebración duraba varios días. A estas citas comerciales acudían, también, titiriteros y juglares, que añadían a la celebración un carácter festivo.


De todas las ferias que se celebraban en la Edad Media, las que alcanzaron mayor renombre fueron las ferias de Champaña, que se instalaban en la llanura francesa de ese nombre, a medio camino entre Venecia y Brujas. Las ferias de Champaña eran, por lo tanto, lugares de encuentro entre los comerciantes flamencos e italianos.
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Ferias Comerciales y Ligas Europeas de Comercio
Otros instrumentos de el comercio en la Edad Media
Paralelamente al desarrollo comercial a larga distancia, se produjo un desarrollo monetario a través del cual la acuñación y la circulación monetaria aumentaron.
Las primeras monedas que cobraron un valor internacional y que por lo tanto, tenían vigencia en varios países, se hicieron a fines del siglo XII en Venecia: los matapanes de plata. Después, Francia, Flandes e Inglaterra acuñaron, también, monedas internacionales de plata.
La acuñación de oro en cambio, fue propia del siglo XIII. A partir de entonces, la mayoría de los países europeos adoptó el bimetalismo monetario: el uso de monedas de plata y de oro.
Para agilizar las transacciones comerciales se formaron los primeros bancos y aparecieron los banqueros, que se especializaron en reconocer las diferentes monedas, su peso y sus equivalencias.
Con el tiempo, los banqueros se volvieron prestamistas que cobraban intereses por los préstamos que realizaban, aceptaban velar por los ahorros, abrían libros de cuenta y efectuaban transferencias monetarias para sus clientes.
Puesto que viajar con grandes sumas de dinero era muy incómodo como peligroso, la mayor parte del comercio comenzó a realizarse en forma de transacciones a crédito.
También se utilizaron las letras de cambio: un acuerdo entre un prestamista y su deudor en el que el dinero prestado podía devolverse un tiempo después en un lugar diferente al del préstamo y en otra moneda diferente a la prestada.


De esta manera, un mercader italiano que quisiese comprar, por ejemplo, tejidos en Flandes, podía pedir una letra de cambio en esa región y comprar lo necesario y un tiempo después, pagarlo en Italia. Las letras de cambio eran empleadas no sólo por comerciantes sino, también, por otros viajeros, con el mismo fin que los modernos cheques de viaje.
Ferias y bancos
Las ferias de Champaña
Aunque las ferias se celebraron en todos los países europeos, en los siglos XII y XIII todas quedaron relegadas por las ferias de Champaña: seis ferias que se celebraban a lo largo de todo el año una vez en la aldea de Lagny, otra en Bar-sur-Aube, dos veces en Provins y tres en Troyes.
 Estas ferias destacaron sobre todas las demás porque los condes de Champaña las protegieron liberando de impuestos a los comerciantes que acudían a ellas. Sobresalieron, también, por su situación geográfica, que las convirtió en el principal lugar de encuentro de los mercaderes.
 Por eso, en aquella época, la meta más importante de cualquier comerciante eran las ferias de Champaña. Las ferias decayeron en el siglo XIV. cuando los comerciantes se volvieron sedentarios.
La aparición de los bancos
AI principio, los mercaderes portaban consigo el dinero. Con el tiempo, las operaciones comerciales se volvieron difíciles a causa de la diversidad de monedas y de valores existentes. 


Para efectuar cambios de dinero y agilizar las transacciones, aparecieron los primeros cambistas, que ubicaban delante de su tienda un banco, sobre el que colocaban las diferentes monedas.
 Otro instrumento importante para su actividad era la balanza: el peso de las monedas permitía establecer la cantidad de metal precioso que contenían y, con ello, fijar su valor. Muy pronto los cambistas recibieron los ahorros de la gente y los invirtieron en empresas lucrativas y en préstamos. De esta manera nacieron los bancos.



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