Historia de la Aviación
El deseo de volar está presente en la humanidad desde hace siglos, y a lo largo de la historia del ser humano hay constancia de intentos de volar que han acabado mal. Algunos intentaron volar imitando a los pájaros, usando un par de alas elaboradas con un esqueleto de madera y plumas, que colocaban en los brazos y las balanceaban sin llegar a lograr el resultado esperado.
Muchas personas decían que volar era algo imposible para las capacidades de un ser humano. Pero aun así, el deseo existía y varias civilizaciones contaban historias de personas dotadas de poderes divinos que podían volar. El ejemplo más conocido es la leyenda de Ícaro y Dédalo, que encontrándose prisioneros en la isla de Minos se construyeron unas alas con plumas y cera para poder escapar.
Ícaro se aproximó demasiado al Sol y la cera de las alas comenzó a derretirse, haciendo que se precipitara en el mar y muriera. Esta leyenda era un aviso sobre los intentos de alcanzar el cielo, semejante a la historia de la Torre de Babel en la Biblia, y ejemplifica el deseo milenario del hombre de volar.
Aparatos voladores más pesados que el aire? Fijando nuevamente la atención en los verdaderos maestros del vuelo: los pájaros. En 1889, inspirándose en la técnica de vuelo de las cigüeñas, el ingeniero alemán Otto Lilienthal publicó el libro Del vuelo de los pájaros como base de la aviación, y dos años más tarde construyó su primer planeador sencillo. En 1896, después de haber efectuado unos dos mil planeos, pereció cuando ensayaba un monoplano. Basándose en las investigaciones de Lilienthal, Octave Chanute, ingeniero americano de origen francés, concibió un planeador biplano que constituyó otro adelanto significativo en el diseño de máquinas voladoras más pesadas que el aire.
Aparecen entonces los hermanos Wright. Propietarios de un taller de bicicletas en Dayton (Ohio, E.U.A.), Orville y Wilbur Wright iniciaron sus experimentos con planeadores en el año 1900, animados por los descubrimientos de Lilienthal y Chanute. Trabajaron lenta y metódicamente durante los siguientes tres años, efectuando varios vuelos experimentales en Kitty Hawk
(Carolina del Norte). Idearon nuevos modelos con el auxilio
El 14 de diciembre de 1903, el nuevo invento de los Wright despegó por primera vez desde una pista de madera y permaneció en el aire tres segundos y medio. Tres días después, los hermanos volvieron a ensayar el aparato. En la última prueba, este se mantuvo en vuelo casi un minuto y recorrió una distancia de 260 metros. El avión fue todo un éxito.
Sorprende la poca atención que esta memorable hazaña mereció del resto del mundo. Cuando The New York Times finalmente publicó una historia sobre los hermanos Wright, en enero de 1906, dijo que su “máquina voladora” se había construido en el más absoluto secreto y que los hermanos habían obtenido “escaso éxito al volar por los aires” en 1903. En realidad, Orville había telegrafiado a su padre la misma noche del histórico vuelo pidiéndole que informara a la prensa; sin embargo, solo tres periódicos de Estados Unidos se tomaron la molestia de reseñar la historia en aquel tiempo.
El mundo en general veía con escepticismo la aviación en sus orígenes. Hasta Chanute, uno de sus célebres pioneros, vaticinó lo siguiente en 1910: “En opinión de los entendidos, es ocioso augurar un futuro comercial a la máquina voladora, pues su capacidad de carga tiene y siempre tendrá un límite, lo que impedirá usarla para el transporte de viajeros o mercancías”.
Sin embargo, la técnica de la aviación progresó rápidamente en los años que siguieron a los primeros vuelos de los hermanos Wright. En menos de cinco años, estos construyeron un biplano para dos personas que se desplazaba a 71 kilómetros por hora y alcanzaba una altitud de 43 metros. En 1911 se efectuó el primer vuelo transcontinental en Estados Unidos; la travesía de Nueva York a California duró cuarenta y nueve días.
Durante la primera guerra mundial, las velocidades aéreas pasaron de 100 kilómetros por hora a más de 230. Las marcas de altitud pronto rebasaron los 9.000 metros.
Los récords obtenidos en la aeronavegación siguieron acaparando los titulares de la prensa durante los años veinte. En 1923, dos oficiales del ejército estadounidense realizaron el primer vuelo sin escalas de su país, viajando de costa a costa en menos de veintisiete horas. Cuatro años más tarde, Charles A. Lindbergh saltó a la fama instantáneamente al efectuar la primera travesía sin escalas entre Nueva York y París en treinta y tres horas y veinte minutos.
Entretanto, las nacientes líneas comerciales empezaban a suscitar el interés de los viajeros. A finales de 1939, los viajes aéreos se habían popularizado tanto que las aerolíneas norteamericanas transportaban en torno a los tres millones de personas anualmente. El avión comercial estándar de finales de los años treinta, el DC-3, solo podía transportar veintiún pasajeros a una velocidad de crucero de 270 kilómetros por hora. Después de la segunda guerra mundial, los aviones comerciales aumentaron en tamaño y potencia, desarrollando velocidades de crucero de más de 480 kilómetros por hora. Los británicos pusieron en servicio comercial el turborreactor en 1952, y los jumbo jets, como el Boeing 747, con capacidad para 400 plazas, hicieron su aparición en 1970.
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Otro hito tuvo lugar en 1976, cuando un equipo de ingenieros francobritánico introdujo el Concorde, avión con alas en delta que puede transportar 100 pasajeros al doble de la velocidad del sonido (más de 2.300 kilómetros por hora). No obstante, los elevados costos de operación han limitado el uso generalizado de los aviones supersónicos comerciales.
Aunque nunca haya volado en un avión, es probable que estos rápidos adelantos tecnológicos hayan influido en su vida. El servicio de carga aérea funciona en todo el globo terráqueo. A menudo, los alimentos que consumimos, la ropa que nos ponemos y las máquinas que empleamos en el trabajo o en el hogar, llegan por avión desde el otro lado del océano o del continente. Las cartas y los paquetes van rápidamente de un país a otro por vía aérea. El comercio depende en gran medida de los servicios de mensajería aérea para sus transacciones cotidianas. Los bienes y servicios de que disponemos y los precios que por ellos pagamos, han sido influidos en su totalidad por la capacidad de los seres humanos para volar.
La aviación también ha generado profundos cambios sociales. No cabe duda de que, gracias a ella, el mundo se ha hecho más pequeño. En pocas horas podemos estar en casi cualquier parte de la Tierra, si tenemos los medios. Las noticias viajan rápidamente, y también la gente.
Con todo, el hombre ha tenido que pagar un precio por este progreso. Algunos temen que el aumento del tráfico aéreo torne más peligrosos los cielos. Los accidentes de aviones privados y comerciales se cobran muchas vidas todos los años. “Presionadas por la competitividad, muchas aerolíneas renuncian a los márgenes extras de seguridad que mantenían rutinariamente cuando podían cargar los costos adicionales a los clientes”, afirma la revista Fortune. La Agencia de la Aviación Federal, encargada de la seguridad aérea en Estados Unidos, “carece de fondos y personal suficientes y adolece de mala administración”, informó la citada revista.
Al mismo tiempo, un creciente número de ambientalistas están alarmados por el aumento de la contaminación atmosférica y acústica como resultado del intenso tráfico aéreo. La solución de los problemas acústicos figura “entre las cuestiones más divisivas de la aviación civil en el mundo”, dijo la revista Aviation Week & Space Technology.
Los problemas se ven agravados por el envejecimiento de las flotas de aviones. En 1990, 1 de cada 4 aviones comerciales tenía más de 20 años, y un tercio de ellos había sobrepasado los “objetivos para una vida útil” prescritos originalmente por el fabricante.
Así pues, los ingenieros aeronáuticos se encaran a grandes desafíos. Deben idear formas más seguras y menos caras para transportar un mayor número de viajeros, al mismo tiempo que los costos se disparan y aumenta la preocupación por los daños ambientales.
Ya han comenzado a surgir algunas soluciones para reducir los costos. Jim Erickson escribe en la revista Asiaweek que el equipo francobritánico Aerospatiale y British Aerospace proyecta construir un avión de 300 plazas que viaje al doble de la velocidad del sonido. Los costos y el consumo de combustible por pasajero serán más bajos. Y para paliar el congestionamiento en muchos aeropuertos, algunos visionarios de la industria han propuesto fabricar una nueva generación de helicópteros gigantescos, capaces de llevar 100 pasajeros cada uno. Se cree que estas naves pudieran algún día absorber gran parte de los vuelos cortos que efectúan ahora los vehículos convencionales de ala fija.
Alberto Santos-Dumont nació el 20 de julio de 1873 en Minas Gerais (Brasil). De joven se mudó con su familia a París, donde estudió física, química, mecánica y electricidad. Movido por el ansia de volar, construyó y pilotó once dirigibles entre 1898 y 1905.
En octubre de 1906 realizó por fin su sueño de volar en una máquina más pesada que el aire. A diferencia de otros aviones primitivos, que tenían que catapultarse, el 14-bis de Santos-Dumont despegó autopropulsado. El recorrido de 60 metros que efectuó este pionero se considera el primer vuelo de motor realizado con éxito en Europa en un aparato más pesado que el aire.
En años posteriores contempló con tristeza la conversión del aeroplano en arma destructiva. Cuentan que el motivo de su suicidio en 1932 fue la angustia por el empleo del invento con fines bélicos. Sea como fuere, Santos-Dumont ocupa un lugar de honor en los anales de la aeronáutica.
Gustave Whitehead nació en la ciudad alemana de Leutershausen el 1 de enero de 1874. Sus condiscípulos lo llamaban el Volador por su pasión por la aviación. Quedó huérfano a los 13 años y tuvo que mudarse de un lugar a otro en años posteriores, sin que menguara un ápice su amor por el vuelo. Estudió por breve tiempo con el famoso aviador alemán Otto Lilienthal. En 1894 se afincó en Estados Unidos.
Como indicó la revista ¡Despertad! del 8 de marzo de 1999, hay quien afirma que Whitehead realizó en 1901 el primer vuelo sostenido y pilotado en un aparato más pesado que el aire, pero no hay fotos que lo corroboren. Por extraño que parezca, la prensa no captó con prontitud las repercusiones de los primeros progresos de la aviación, ni siquiera con el vuelo de los hermanos Wright. Según la publicación Air Enthusiast, “hubo que esperar hasta 1910 para que el gran público se interesara por esta ‘nueva tecnología’ y comenzara a aceptar que el hombre podía volar”.
Samuel Pierpont Langley, secretario del Instituto Smithsoniano, de Washington, D.C., fue además astrónomo y físico. En 1896 construyó un aeroplano de vapor que voló sin tripulación por más de un kilómetro hasta quedarse sin combustible.
El motor de vapor era, obviamente, muy pesado, por lo que resultaba inadecuado para el vuelo. De ahí que el ayudante de Langley, Charles M. Manly, diseñara un motor con un peso de 57 kilos y una potencia de 53 caballos que fue más adecuado. Así se obtuvo un avión mucho más eficiente, al que Langley llamó Aerodrome.
El 7 de octubre de 1903, Manly se sentó ante los controles cuando se catapultó desde una casamata flotante el avión de Langley, que acabó cayendo al río Potomac. Dos meses después se efectuó otra tentativa fallida. Decepcionado, Langley abandonó su empresa.
Pese a los fracasos, Langley consiguió importantes avances en el campo de la aviación. En 1914, ocho años después de su muerte, se efectuaron varias modificaciones en el Aerodrome, que Glenn H. Curtiss consiguió pilotar con éxito en la localidad neoyorquina de Hammondsport.
Estos son nada más algunos de los muchos precursores de la aeronáutica de principios de siglo. Hoy día surcan los cielos centenares de miles de aeronaves de múltiples tamaños, todas las cuales deben su existencia y en parte su éxito a los pioneros de la aviación.
Historia de la Aviación
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ResponderEliminarLa historia de la aviación se remonta al día en el que el hombre prehistórico se paró a observar el vuelo de las aves y de otros animales voladores.
El deseo de volar está presente en la humanidad desde hace siglos, y a lo largo de la historia del ser humano hay constancia de intentos de volar que han acabado mal. Algunos intentaron volar imitando a los pájaros, usando un par de alas elaboradas con un esqueleto de madera y plumas, que colocaban en los brazos y las balanceaban sin llegar a lograr el resultado esperado.